Jessica, Ábalos, Koldo y Pedro Sánchez o los caciques franquistas del Siglo XXV

La exhumación de Franco en 2019, con su parafernalia retransmitida en directo entre helicópteros rugiendo sobre el Valle de los Caídos, y este año los cientos de actos organizados por el Gobierno en recuerdo de los 50 años de su muerte han supuesto una suerte de resurrección del dictador. Pero nada mejor que las andanzas de Jéssica Rodríguez y su “relación particular” con Ábalos para retrotraernos a los tiempos y costumbres del régimen anterior.

Como ha reconocido ante el Tribunal Supremo, la que fuera pareja de un ministro vivía en un piso de lujo sin “saber quién lo pagaba”. Cobraba de dos empresas públicas, Ineco y Tragsatec, dependientes de los Ministerios de Transportes y Agricultura, “sin tener que ir a trabajar”. Y acompañó a su novio “a 15 o 20 viajes oficiales” y “él lo pagaba todo” al igual que los regalos “de lencería y ropa” que compraba en las mejores tiendas del mundo. Ni un ministro de Franco se hubiera atrevido a tanto.

No hay que olvidar el trato de favor a la mujer y el hermano de Pedro Sánchez en sus respectivos chanchullos con la Universidad Complutense y la Diputación de Badajoz. Begoña Gómez dirigió una cátedra que crearon a su antojo sin tener siquiera el título universitario. Y David Sánchez, al igual que Jéssica, cobró sin tener que ir a trabajar. Estos casos son, en efecto, algunos de los síntomas más conocidos del proceder de un Gobierno que se autoproclama progresista, pero actúa al más puro estilo de una dictadura. Como los caciques de otras épocas. Como corruptos que gastan el dinero público como si fuera suyo.

La frivolidad y el componente sexual que rodea el caso de Jéssica Rodríguez no son el problema. Sí lo es, la desfachatez de un ministro que paseaba a su novia por medio mundo en viajes oficiales, alojándose en hoteles de lujo, haciéndole regalos en las mejores tiendas, sin tener el menor cometido laboral. Y, naturalmente, lo más grave de todo ello es el componente de corrupción, pues todos esos gastos se cargaban en los presupuestos del Ministerio. Porque Ábalos lo pagaba todo a costa del erario público. Hasta el alquiler de un piso de 2.7000 euros al mes en la torre de la plaza de España.

Pedro Sánchez fue investido presidente del Gobierno para “erradicar la corrupción del PP”. Y fue precisamente José Luis Ábalos el encargado de subir a la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados a defender la moción de censura y prometer a los diputados y a todos los españoles que comenzaba la “regeneración de la política española”. Ese Gobierno, sin embargo, imita las prácticas más corruptas de los de Franco. Pero sin disimulos; más burdamente. Podía parecer el guión de una película de Ozores de los años 70. Pero se trata de unos hechos que ha protagonizado recientemente el que entonces era la mano derecha tanto en el Gobierno como en el PSOE de Pedro Sánchez, el hombre que llegó al Gobierno a “regenerar la democracia” y ha terminado acechado por incontables casos de corrupción y actuando como un cacique franquista.

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