La miseria en Argentina, España y Venezuela es producto de la abundancia de socialismo dictatorial. ¡GRITA¡

La miseria en Argentina, España y Venezuela es producto de la abundancia de socialismo dictatorial. ¡GRITA¡


El objetivo de los gobernantes socialistas es quitar a quienes producen para repartir entre quienes no producen nada. En Argentina desde 1928 ningún presidente no peronista ha podido terminar su legislatura. En España, el socialismo ocasionó la guerra civil y las tres versiones posteriores a cual peor. En Argentina, el socialismo propaga hambre, prostitución, narcos y crimen organizado.

Argentina, Venezuela y España están siendo gobernadas  por un socialismo radical, civil o militar, democrático o dictatorial, abierto o disfrazado, al menos de mediados de los 40 del siglo pasado a la fecha. Con tales medios se cae fácilmente del desarrollo a la miseria son posibilidad de enmienda.


Un Estado fallido es el colapso del gobierno formal en medio de la competencia de tiranías informales, primitivas y brutales. Pero hay algo nuevo. Una poco común –nada accidental– combinación de dictadura totalitaria y Estado fallido. Miseria, corrupción y delincuencia son los únicos frutos del socialismo. En Venezuela se ha probado en todas las versiones posibles. Fracasaron todas. Todas empobrecieron material y moralmente al país entero. Pero enriquecieron –y mucho– a gobernantes y afines.


Los objetivos de nuestros gobernantes por más de medio siglo incluían quitarle a quienes producen algo para repartirlo entre quienes nada producen. Unos aspiraban a concentrar toda la producción estratégica en el Estado. Y conducirlo a la dictadura totalitaria. Es decir, robar todo lo valioso en nombre “del pueblo” y quedarse con lo robado mandando “al pueblo” al diablo.


Otros se conformaban con controlar directamente “lo estratégico” dejando el resto en amigas y dependientes mandos privadas. Y más o menos, quitarle a los que tienen “mucho” para darle a los que tienen “poco”. Porque “el que parte y reparte se queda la mejor parte”.


Como siempre, quienes llegaron al poder ofreciendo “quitarle a los que más tienen para darle a los que menos tienen” se han quedado con todo. Y han robado más a los que menos tenían. Las mayorías que insisten una y otra vez en otra cosa cometen una y otra vez una soberana estupidez. Quién vota por quienes ofrecen robar vota delincuentes. No puede esperar que no le roben.


“El criminal puede dar limosnas de lo que roba. A quien le plazca, o le convenga”. En democracia le conviene dar limosnas a las mayorías. Y más a sus partidarios. Inflación y devaluación han sido la sistemática transferencia -obligada y escondida- del bolsillo de la población a las arcas del gobierno. El socialismo llega a la hambruna en más de una forma. Pero la escala del saqueo de una hiperinflación como la venezolana es inseparable del fantasma del hambre.

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