Macri es el único Presidente -no peronista- desde 1928 que agotará su legislatura y será reelegido.


Macri es el único Presidente -no peronista- desde 1928 que agotará su legislatura y será reelegido.

El resultado de las elecciones Paso en Argentina siguen abriendo debates en otras partes del mundo. Y es la prensa internacional la encargada de llevar adelante análisis sobre cómo se ve la victoria del kirchnerismo en las votaciones del pasado domingo 11 de agosto.

En una nota titulada "Cuando los pueblos aman a sus propios ladrones", Rosell habló de "masas ideologizadas indulgentes con la corrupcción peronista" en Argentina, y las compartó con la "cleptocracia organizada tantos años por el 'virrey Jordi Pujol" en Cataluña.

"Ciertamente, Argentina, siendo un país pródigo en recursos, se ha entregado de hoz y coz a un peronismo que ha obrado un sistema clientela y corrupto que no sólo la ha depauperado lastimosamente, sino que la ha hecho tan solipsista como para no percatarse de la naturaleza y de la gravedad de sus males",


"La atinada ponderación de Borges sobre la incorregibilidad peronista cabe extenderla a buena parte de los argentinos, aunque no se adscriban a este movimiento, si bien se comportan como tales".

Y no ahorra calificativos para Mauricio Macri. "En el combate que libra en pos de su pervivencia política, Macri enciende la chimenea del gasto electoral haciendo fuego con los pesos de los Presupuestos del Estado".

"En su agonía, ha claudicado a la tentación populista vendiendo su alma al diablo y ya se sabe cómo se cobra éste sus deudas de juego"

Cuando los pueblos aman a sus propios ladrones

La atinada apreciación del maestro Borges de que el peronismo era incorregible no ha sido enmendada por el tiempo; al contrario, se ha visto reforzada y revaluada hasta resultar una moneda común más solvente que el cíclicamente depreciado peso argentino. Tal ponderación hizo fortuna nada más salir de labios del genio. Ello dio pie a una festejada anécdota. Con su vista ya irreversiblemente perdida, un gentil paseante se ofreció a ayudarle a cruzar una confluida avenida bonaerense. Avisado su inesperado lazarillo sobre lo que la celebridad opinaba de los peronistas, se sintió obligado a prevenirle de su condición de tal: "Disculpe maestro, pero le tengo que advertir que soy peronista". Con una sonrisa bienhumorada, éste repuso: "¡No se preocupe, joven! Yo también soy ciego".

Ciertamente, Argentina, siendo un país pródigo en recursos, se ha entregado de hoz y coz a un peronismo que ha obrado un sistema clientelar y corrupto que no sólo la ha depauperado lastimosamente, sino que la ha hecho tan solipsista como para no percatarse de la naturaleza y de la gravedad de sus males. Empero, la atinada ponderación de Borges sobre la incorregibilidad peronista cabe extenderla a buena parte de los argentinos, aunque no se adscriban a este movimiento, si bien se comportan como tales.

Siendo peronistas sin saberlo, le dan la razón al general Perón, a tenor de la contestación que le dio a un periodista extranjero que le inquirió sobre las querencias políticas de sus compatriotas. Tras pormenorizarle la existencia de radicales, socialistas, comunistas, fascistas..., su entrevistador le objetó: "Pero, general, ¿dónde se deja usted a los peronistas?", a lo que el caudillo refutó: "Ah, no, peronistas somos todos".

Así lo parece atendiendo a la historia del país desde los años 40 cuando Perón prohijó una causa populista en la que Podemos tiene una fuente de inspiración por medio del filósofo postmarxista bonaerense Ernesto Laclau, autor de La razón populista, y a la amplia victoria cosechada por su candidato, Alberto Fernández, en las elecciones primarias de hace una semana, lo que aventura el retorno peronista a la Casa Rosada tras los comicios decisorios de octubre.

De refrendarse las expectativas, el liberal Mauricio Macri supondría un nuevo paréntesis en el cuasi monopolio del poder por parte del movimiento auspiciado por quien entendía que "nosotros proclamamos los derechos sociales" y "las cuestiones actuariales que las arreglen los que vengan dentro de 50 años". En justa correspondencia, la primera dama, Evita Perón, enardecía a las masas al grito de "¡ustedes tienen el deber de pedir!", mientras cavaba la ruina argentina y ponía su fortuna al buen recaudo suizo, sin merma de la confianza de un pueblo enfebrecido con sus mentiras alzadas en verdad oficial. Ya el retórico Gorgias confió a Sócrates su experiencia de que cada vez que arribaba a una ciudad con su hermano para que les confiasen su salud, siempre escogían a él, un sofista, y no a su consanguíneo, médico. Acumuló una fortuna tal como para autoerigirse una estatua de oro. Invariablemente, curanderos y milagreros siempre prosperan en épocas de turbación.

Ante este estado de cosas, el ingeniero Macri tendría, eso sí, el honor de ser el primer gobernante no peronista que culmina su mandato desde 1928 tras heredar una situación límite con un Estado plagado de clientelismo, despilfarro y corrupción, como si fuera la forma de ser de los argentinos. Aparecían entonces las calles bonaerenses cubiertas de graffitis con Cristina Kirchner interpelando a los viandantes con el dedo índice junto a la leyenda La culpa es tuya... vos me votaste. Incluso para el peronismo más recalcitrante entrañaba una gran incomodidad adherirse a la diarquía multimillonaria del matrimonio Kirchner hablando del hambre para abanderar a los desheredados que ellos producían con su nefanda política y sus mangancias al por mayor. Por más que los argentinos tengan asumido que nadie se hizo rico allí con su trabajo desde la eclosión del peronismo, incluso el abuso tiene un límite.

Olvidando su historia y condenados impenitentemente a repetirla como Sísifo a arrastrar la roca pendiente arriba, la artífice de aquel "país sensacional" -"sensación de inseguridad, sensación de crisis, sensación de recesión, sensación de incertidumbre"-, al tiempo que es juzgada por sus latrocinios, retorna a la vida pública al cabo de cuatro años de dejar la Casa Rosada por la puerta trasera. Lo hace como vicepresidenta en la candidatura que ha derrotado sin paliativos a un perplejo Macri, quien además puede verse tragado por la ola gigantesca que ha desatado el tsunami electoral. Paradójicamente, a la hora del adiós, intenta atajar contrarreloj con medidas de corte claramente peronista que desmienten su trayectoria liberal, lo que refrendaría la generalizada impresión de que todos los partidos argentinos son, en esencia, peronistas. En el combate que libra en pos de su pervivencia política, Macri enciende la chimenea del gasto electoral haciendo fuego con los pesos de los Presupuestos del Estado. En su agonía, ha claudicado a la tentación populista vendiendo su alma al diablo y ya se sabe cómo cobra éste sus deudas de juego.

Es tal la omnipresencia del peronismo que, durante la Guerra de las Islas Malvinas, hubo argentinos que, al modo de los afrancesados de la España napoleónica, ironizaron con que había sido una buena idea desafiar al Reino Unido para ver si, en represalia, los invadía y erradicaba la corrupción institucional de un país acostumbrado a robarse a sí mismo. Pero, claro, ya ni siquiera la Inglaterra del Brexit liderada por el populismo ramplón de Boris Johnson, buen biógrafo de Churchill pero pésimo heredero de sus enseñanzas, tiene nada que ver con aquella otra de Margaret Thatcher que sí fue, por contra, epígono del estadista británico por excelencia.

En este sentido, se diría que, al cabo de 40 años de aquel conflicto destinado a enmascarar los problemas de la Dictadura, ambos países confluyen en parejos populismos que eluden las consecuencias de sus acciones echándolas a rodar por tejados ajenos. [Por ello, fue gratificante escuchar un discurso de investidura tan en las antípodas de la nueva presidenta de la Comunidad de Madrid, pregonando la bajada de impuestos y el impulso a la libertad económica. Bases de la autonomía del espectacular desarrollo frente al declive de la Cataluña fuertemente intervenida por el nacionalismo o de otras regiones en manos de la asfixia fiscal de la izquierda estatalista. No obstante lo cual, a nadie se le escapa de lo hercúleo de la tarea de la novel Ayuso timoneando una coalición frágil y remando a contracorriente de un eventual Gobierno de la nación de izquierdas supeditado a podemitas e independentistas.

No cabe duda de que Argentina es una catástrofe de la mala política. Pero el peronismo no se circunscribe allende los mares, sino que se manifiesta aquende al registrarse igualmente lo que el gran intelectual mexicano Gabriel Zaid denomina "verdad por afiliación" y que, traducido en parámetros ideológicos, supone "tengo razón por declararme de izquierdas, en vez de serlo por tener razón". Ello origina masas ideologizadas comprensivas e indulgentes con los corruptos hasta extremos groseros.

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