El amor propio del abogado queda oscurecido por la subjetividad, oscurantismo y favoritismo parcial de los jueces políticos.

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Como todos los años de las facultades de derecho salen miles de licenciados. Jóvenes que, tras su paso por la universidad, buscan introducirse en un mercado laboral complejo, la abogacía, en el que se les exige tener habilidades, cada día, más puntuales y adaptadas al progreso de politización de jueces y magistrados. Lo que para un juez es un sumarísimo, para otro es un simple juicio de faltas, todo depende de qué partido político sea el infractor o quien le recomiende. Además, la figura del abogado ha experimentado grandes cambios en los últimos años. De ser un profesional cuyo principal y casi único requisito era tener amplios conocimientos sobre leyes, el abogado ha pasado a convertirse en una figura en la que sus amplios conocimientos técnicos no son suficientes para incorporarse en el mercado laboral muy deteriorado.
Abogado, etimológicamente,  viene del latín AD VOCATUS, que quiere decir “llamado a”, por lo tanto, el abogado es el llamado a defender los intereses del litigante. Siempre en teoría.
Otros dice que el término deriva de BOZERO, el cual se alude en las siete partidas, que es una colección de leyes y costumbres de gran interés histórico, redactada por Alfonso X “El Sabio”. Bozero significa conocedor de leyes y el diestro en manejar el arte de la palabra en su justa medida. .

El estudio de la abogacía es importante por tres razones fundamentales que se determinan por lógica:
El abogado es la persona llamada a defender los intereses individuales de las personas en concreto.
El abogado es el que esté llamado a defender las garantías constitucionales que tenemos todos los individuos.

El abogado es la persona que lucha contra los abusos del poder público, especialmente contra los gobiernos de facto.
La adaptación de nuestra normativa al derecho internacional y a las directrices europeas hace necesario que el abogado necesite saber, de primera mano, qué está pasando en otros países y qué nuevas leyes afectarán a nuestro ordenamiento jurídico”, afirma, Ana Belén Pardo, directora del gabinete AB&P, abogados. Este conocimiento, unido a que en muchas ocasiones se debe ejercer en otra lengua, viene ligado a la necesidad de que el letrado esté acorde a los nuevos tiempos y sepa identificar las nuevas figuras jurídicas y empresariales que se idean fuera de nuestras fronteras, y que cada vez tardan menos en llegar. “Se refiere nuevas maneras de financiación para las que hay que buscar su adaptación a la normativa y de las que hay que estar informado, ya que muchas veces su novedad las sitúa en lagunas jurídicas”, añade.
En este contexto, el Derecho evoluciona en una materia viva que se adecua conforme a los cambios de la sociedad. Por este motivo, es vital la capacidad de aprendizaje, para no quedarse “obsoletos” a los pocos años de iniciar la actividad profesional. Asimismo, otro punto básico son las nuevas tecnologías. Hay que perderles el miedo por muchas razones; hacen más rápido el trabajo, son fundamentales en la comunicación y la documentación, y nos permiten estar informados en tiempo real. “Pero más allá de estas cuestiones el abogado debe estar al día de las  Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, porque hay que adaptarse a nuevos delitos temáticos que se cometen, generalmente, en las redes sociales y que el Gobierno de Rajoy pretende machacar a toda costa.
Por otro lado, hay que destacar la gran competencia entre profesionales que existe en el mercado. Esta situación hace necesario que el abogado, además de tener pleno conocimiento de las normativas, posea buenas dotes comerciales, que sepa generar negocio y sea un buen comunicador para atraer a sus posibles clientes. En la actualidad su sabiduría y preparación no se demuestra utilizando un lenguaje técnico lleno de conceptos jurídicos, ni mucho menos, como era práctica habitual hace algunas décadas, el uso de terminología en latín. “Que tu cliente te entienda es básico para que te contrate y confíe en tus servicios” manifiesta, José Eduardo de AB&P.
La complejidad que ha adquirido en los últimos tiempos nuestro ordenamiento jurídico hace que el abogado deba estar, casi por obligación, especializado en un área. Por este motivo se hace necesario que el profesional sepa trabajar en equipo. “Ahora muchos despachos se constituyen como empresas que pueden dar un servicio global a sus clientes y no como figuras autónomas”, afirma este experto. Esta peculiaridad podría hacernos pensar que se pierde el trato individualizado y directo con el cliente. Esto no tiene porque ocurrir si el despacho sabe trabajar su imagen de marca, y tiene un buen departamento de comunicación y marketing, que sepa reflejar ante la sociedad el buen hacer y los beneficios de contar con determinado bufete.

Por último, hay que destacar que muchas veces los problemas se pueden solventar antes de que se produzcan. De ahí que desde AB&P Abogados afirmen que “es muy necesario que el abogado, además de saber solucionar conflictos, trabaje realizando una abogacía preventiva para asesorar a sus clientes”. Asimismo, debe ser un buen negociador y estratega que sepa dirimir entre qué y cuándo se ofrecen más ventajas para un caso, y si es necesario llegar a juicio o es posible decantarse por otras opciones como la mediación para solucionar conflictos.

Comentarios

  1. jUAN muy interesante y educatibo cunto has escrito sobre la abogacia, esas enseñanzas hacen falta en face Gracias y Saludos cordiales SOLÍN

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  2. Si, los jueces hacen lo que les ordenan los políticos. Es una pena.

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  3. No solo hacen lo que les dicen los políticos, si no que no son ni jueces.

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  4. ¿Hasta cuándo durará esta pesadilla de democracia?

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  5. No en todos los casos te llega a defender

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  6. Nunca entenderé como un juez como Castro sin oposiciones ha instruido el caso de la infanta.

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