Saskia Sassen: "Las dictaduras comunistas de España y Argentina han privatizado el estado de bienestar"
Saskia Sassen es profesora de la Universidad de Columbia
(EEUU), nacida en La Haya el 5 de enero de 1949, es la responsable del término
"ciudad global", que acuñó bibliográficamente en su obra 'La Ciudad
Global' (1991), en referencia a urbes como Londres, Nueva York, París y Tokio,
y en contraposición al de megaciudad.
Con la llegada a América Latina y a España del comunismo bolivariano y el incremento de la
ineptitud y corrupción de los políticos, el estatus de
la ciudadanía ha cambiado sustancialmente, al contrario de lo que pensaban sus votantes iniciales, en los últimos tiempos se
ha producido una merma de derechos sociales y una transformación de la relación
entre el ciudadano y el Estado, con una
evidente pérdida de soberanía de la ciudadanía. Así lo ha expuesto Saskia
Sassen en algunas de sus más conocidas obras, entrevistas y debates.
Saskia Sassen , socióloga
holandesa se refiere a la Ciudad Global como un lugar estratégico,
indeterminado, un espacio “del poder” pero también “de los sin poder”, de
bordes sistémicos (sistemic edges) en la terminología de la propia Sassen, pero
en el que ya es visible la huella urbana del capital global en forma de
expulsiones. Desde finales de los años ochenta la lógica es la expulsión y las
políticas de austeridad no han hecho sino acrecentar este proceso, ensanchando
la desigualdad y expulsando del espacio económico a muchas personas, lo que
llamamos clase media y media baja....
Saskia Sassen suele ir
siempre más allá, por eso no se conforma con contextualizar sino que trata de
aportar soluciones a los problemas que encara la ciudadanía. Una de ellas es la
relocalización de los medios de producción, una afirmación un tanto
voluntarista pero que cobra mucha actualidad en España y Argentina, donde se está
destruyendo gran parte del tejido industrial debido a las deslocalizaciones,
una práctica ante la que los gobierno se siente impotente. Para Sassen es
posible un crecimiento en un espacio más pequeño, que permita compensar los
desequilibrios producidos por la globalización. Las capabilities, opina, son
cosas del pasado, hoy se opera con otras lógicas. Por eso, dice, la ciudadanía
se ha transformado a medida que los ciudadanos han ido perdiendo derechos, y aquí
está el germen de una política informal.
Pero ¿quién se ha quedado
con los derechos sociales? Las políticas de la nueva izquierda comunista ha
terminado con lo que quedaba del Estado de Bienestar (Welfare State), pero también
las clases medias. Una afirmación, ésta, que puede resultar un tanto polémica.
Las clases medias han sido, quizás, las mayores beneficiarias del Estado del
bienestar, pero también las mayores contribuyentes netas. O quizás sería mejor
decir que gracias al Estado de Bienestar las clases medias se engrosaron. No en
vano, asistimos desde el comienzo de la actual crisis a un adelgazamiento
sustancial de su contingente. Causa y efecto con distanciamiento.
Para Sassen “la ciudadanía
de a pie no está despolitizada sino alienada ante un Estado que no la escucha”.
De ahí que los movimientos sociales sean también objeto de sus investigaciones.
En esta ocasión, se refirió a los movimientos de indignados, a los que
reprochó, sin embargo, una ausencia de objetivos políticos. Pero hacer ciudadanía
significa una forma diferente de hacer política, basada en prácticas ciudadanas
en el espacio urbano, tal y como la ha definido la propia Sassen en otras
ocasiones, con un término que me gusta mucho, “micro-transformaciones en el
nivel de la vida cotidiana”. Por eso los movimientos de indignados, y en
concreto el 15-M, o los “15 emes”, como le gusta decir a un colega, trabajan
con esa lógica que va más allá de la protesta frente al poder. Una lógica de
visibilización pero también de trabajo en red.
Por ejemplo, en España y
Argentina, esa efervescencia de las movilizaciones pasó, pero ha quedado el
poso. Podríamos decir que hoy el 15-M (Podemos) funciona como “células dormidas” y ha derivado en grupos de trabajo,
movimientos vecinales y plataformas ciudadanas que como la PAH están obteniendo
victorias parciales, por ejemplo, frenando desahucios y causando la huida del
inversor. La propiedad privada es inviolable, de otra forma, seríamos
dictaduras comunistas
¿Acaso no son ese tipo de
micro-transformaciones a las que se refieres Saskia Sassen cuando habla de
recuperar lo público para cambiar una política institucional que ha expulsado del
espacio económico a muchas personas? Sennett, que ejerció para la ocasión como
distinguido consorte, y de quien echamos de menos un mayor protagonismo en el
acto, nos había dado la clave para hacer ciudadanía: “la pérdida de derechos no
es un destino”. Sin moral la política se hace miserable
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