La campaña para las
Elecciones Generales del 28 de abril ha vuelto a poner en circulación algunos
mitos y creencias sobre el comportamiento de partidos y votantes que reaparecen
con cada convocatoria electoral. Las encuestas siempre aportan un reparto de
escaños a favor de quien las paga. España no puede caer en la desvergüenza
criminal de votar a un partido que está compuesto de etarras, asesinos,
independentistas y gente de mal vivir. Pero, cada votante es libre de sus
actos. En la parte inferior pego la última encuesta (22-04-19) y el día 28ª cada
uno puede juzgar como quiera.
1. LAS ENCUESTAS NUNCA
ACIERTAN
Es una frase que se escucha
en casi todas las campañas electorales y que la pasada semana resurgió con las
críticas de dirigentes políticos como el líder del PP, Pablo Casado, hacia la
credibilidad del último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas
(CIS), publicado el 9 de abril.
Según Casado, este sondeo es
un "laboratorio culinario que ni Ferran Adrià" y presenta un
resultado para el PSOE que "es la multiplicación de los panes y los
peces".
La supuesta falta de acierto
de las encuestas es una verdad a medias: los sondeos rara vez se equivocan
respecto al partido ganador, pero sí es frecuente que se alejen de las
tendencias reales de voto.
Ante las últimas elecciones
generales, celebradas el 26 de junio de 2016, la mayoría de encuestas
(Metroscopia, Sigma Dos, GAD3 y el barómetro preelectoral del CIS)
pronosticaban que Unidos Podemos consumaría el sorpaso al PSOE y se impondría
como segunda fuerza parlamentaria. Finalmente, los socialistas quedaron 14
escaños por encima.
Los sondeos más cercanos al
día de los comicios coincidieron en atribuir la victoria al PP, pero con menos
representación de la que finalmente obtuvo: el que más se acercó le concedía,
como máximo, seis diputados menos que los 137 que logró.
En las generales del 20 de
diciembre de 2015, el mayor fracaso tuvo también que ver con Podemos, pero en
sentido contrario: ni el CIS ni la mayor parte de las encuestas privadas
previeron el auge de este partido y sus confluencias, que alcanzaron 69 escaños
y la condición de tercera fuerza política.
En el caso de las elecciones
andaluzas del pasado 21 de diciembre, ninguna encuesta anticipó el vuelco
histórico que permitió una nueva mayoría parlamentaria del PP, Cs y Vox, con 59
diputados, frente a los 50 que sumaban PSOE y Adelante Andalucía. Lejos del
escrutinio, el barómetro preelectoral del CIS concedía al PSOE un respaldo de
67 escaños, muy por encima de los 43 que atribuía a PP+Cs+Vox, y los sondeos
privados también daban por segura la continuidad del gobierno socialista.
Donde las encuestas fallaron
incluso al señalar cuál sería la primera fuerza parlamentaria fue en las
elecciones de diciembre de 2017 en Cataluña: Cs fue el primer grupo con 36
diputados, por encima de JxC (34) y ERC (32), partido al que casi todos los
sondeos (excepto el CIS) daban por ganador.
2. LA DERECHA GANA CUANDO
AUMENTA LA ABSTENCIÓN
Es una creencia muy
extendida en la democracia española. El propio presidente del Gobierno, Pedro
Sánchez, afirmaba la semana pasada en Cáceres: "La derecha juega a la
abstención como única opción para poder sumar".
La baja participación suele
mejorar los resultados electorales de la derecha en España, pero no siempre es
así. Una de las convocatorias con más participación de la historia democrática
española (un 77,4 %, en las elecciones generales de 1996) dio la victoria al PP
de José María Aznar por primera vez.
Además, las elecciones
generales de 1989 fueron una de las convocatorias con más abstención, un 30,7 %
y, sin embargo, el PSOE fue el partido vencedor, según el informe Las
elecciones generales en España 1977-2016 del Ministerio del Interior.
La regla sí se confirma en
el resto de los comicios con más abstención (2016, 1979, 2000, 2011 y 2015),
que dieron la victoria al PP en todos los casos, excepto en los de 1979, en que
ganó UCD.
Hasta la pasada década, la
participación electoral en España tendía a ser más baja (en torno al 70 %) si
el partido gobernante se mantenía en el poder y superior (75 % y más) cuando
eran elecciones de cambio.
Sin embargo, las generales
del 20 de noviembre de 2011 parecieron invalidar esa tipología, pues fueron
unos comicios de cambio, en los que se pasó de la victoria socialista por
mayoría simple a una mayoría absoluta del PP, y pese ello fueron muy poco participativos.
"En España el cambio político-electoral ha dejado de estar asociado a
altas tasas de participación, al menos en esta etapa reciente", añade el
estudio.
3. LAS COALICIONES PERMITEN
SUMAR MÁS
El sentido común puede
llevar a pensar que las coaliciones entre distintas formaciones garantizan un
mejor resultado, ya que al sumar votos es más fácil superar el listón electoral
para obtener representación, especialmente si se trata de formaciones pequeñas.
Con esa finalidad, el
secretario general de Ciudadanos, José Manuel Villegas, defendía en marzo la
coalición de Cs con UPN como "una necesidad y una oportunidad de
sumar" para construir un "proyecto constitucionalista para
España".
Sin embargo, la creencia de
que las coaliciones garantizan un mejor resultado no siempre se cumple, y se ha
incumplido en la reciente historia electoral española.
Así ocurrió en las
elecciones de junio de 2016, cuando la coalición electoral entre Podemos e IU
no dio réditos a ninguna de las dos formaciones: no sólo no lograron sumar los
votos obtenidos por separado en las generales de diciembre 2015, sino que
cosecharon cerca de un millón de votos menos.
En diciembre de 2015,
Podemos y sus confluencias -En Comú Podem, Compromís y En Marea- obtuvieron el
20,62 % de los sufragios y 69 diputados, mientras que IU (que se presentó con
el nombre de Unidad Popular) obtuvo un 3,67 % y 2 escaños. Sólo seis meses después,
en las generales de 2016, la coalición de Unidos Podemos reunió 5.049.734
votos, 1.066.382 millones de sufragios menos, aunque mantuvieron los 71 escaños
que ya habían conseguido por separado.
Otro ejemplo lo brindan las
elecciones catalanas: si en las autonómicas de 2012CiU obtuvo 50 escaños y ERC
21, la coalición que conformaron para los comicios de 2015 (JxSí) logró 62
escaños, 9 menos. En 2017, cuando ERC volvió a presentarse a las elecciones por
separado, el partido independentista obtuvo 32 diputados autonómicos y JxCat
34.
También en Cataluña, las
coaliciones llevaron a perder votos a formaciones que anteriormente se habían
presentado por separado.
4. EL VOTO SE DECIDE DURANTE
LA CAMPAÑA
El presidente del CIS, José
Félix Tezanos, afirmaba en febrero que el panorama ante las elecciones
generales estaba "muy abierto" porque una importante franja de la
población decidiría su voto en el "último momento". Aunque hay votos
que no cambian, la campaña influye cuando hay muchas opciones políticas en liza:
tan importante como el voto cautivo de los fieles a una misma fuerza política
es el voto fluctuante, que aumenta cuantas más formaciones hay en juego.
Esto ocurre porque "el
cerebro humano está muy poco preparado para tomar decisiones con seguridad cuando
las opciones son múltiples", explica a Efe el catedrático de Psicobiología
y director del Instituto de Neurociencias de la Universidad Autónoma de
Barcelona, Ignacio Morgado.
Cuando se trata de optar
entre dos grandes alternativas, la decisión es más fácil y los ciudadanos votan
con más seguridad, pero cuando aumentan las opciones electorales, mayor es la
indecisión y hay más probabilidades de que algo que suceda durante la campaña
cambie el voto o aumente la abstención, añade. Morgado advierte de que la
conducta de los votantes se ve condicionada en gran medida por las emociones y
precisa que "cuando hay tanta indecisión, muchas veces se vota por
exclusión".
Por su parte, el politólogo
Lluís Orriols, de la Universidad Carlos III de Madrid, considera que el voto
"inercial" de fidelidad a un partido sigue siendo el más importante,
incluso en el actual escenario. Para este tipo de electores, la utilidad de la
campaña es la de afianzar sus preferencias. "En términos generales, las
lealtades emocionales son relativamente estables" y "no hay tanta
gente que decida a última hora", explica Orriols a Efe, si bien precisa
que, en los últimos tiempos, ante opciones que cambian abruptamente, partidos
nuevos y formaciones en crisis, los votantes son "más volátiles".
Ha habido un "cambio en
el ecosistema partidista", con "altísimas dosis de imprevisibilidad
que no había antes", de modo que, aunque la mayoría tenga ya decidido su
voto, muchos no están seguros del todo y bastaría con un 6% del electorado para
cambiar la correlación de fuerzas, indica este experto.
5. VOTAR A VOX DEBILITA A LA
DERECHA
Así lo han advertido
dirigentes del PP en repetidas ocasiones. Entre ellos, el propio presidente,
Pablo Casado, quien este martes llamaba al "voto unido" del centro
derecha en apoyo de su partido para no "fragmentar el espacio
electoral", algo que "da más oportunidades a la izquierda y a los
nacionalistas y batasunos".
Vox, por su parte, rechaza
las afirmaciones del PP en un vídeo difundido en algunos de sus perfiles en redes
sociales y argumenta que, en las 17 circunscripciones donde están en juego
cuatro o cinco escaños, el último de ellos puede ir a parar a Unidas Podemos si
Vox pierde votantes en favor del PP.
Con la Ley d'Hondt, la
división del voto de derechas no es sistemáticamente negativa ni positiva para
este bloque ideológico, ya que sus efectos dependen de múltiples factores, si
bien el reparto de escaños en las circunscripciones con cinco diputados o menos
perjudica a formaciones pequeñas como Vox, que pueden quedarse sin
representación.
En todo caso, el politólogo
Lluís Orriols apunta que, en el actual escenario, no es tan evidente que Vox
sea un voto malgastado para la derecha y advierte de que los argumentos del PP
en defensa del "voto útil" no casan tan bien como en otras ocasiones
con los datos que refleja el último barómetro del CIS.
Según este sondeo, Vox
recibiría votantes del PP (que perdería el 11,2% de sus electores en favor de
la formación de Santiago Abascal) y de Cs (un 6,1% de sus antiguos votantes),
pero también de Compromís (2,1%), En Marea (1,2%) e incluso de Unidos Podemos
(0,9%).
Metroscopia
CIS
GAD3 -ABC-
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