El Gobierno debe asumir ¡YA¡ las competencias en Cataluña. Rajoy está arruinando el Estado de Derecho.
Ni el que los independentistas catalanes hayan sufrido un fracaso electoral como tampoco si los resultados hubiesen sido contrarios de ninguna de las maneras les legitima para hacer aquello que les venga en gana. A los separatistas catalanes, desde YA, se les debería prohibir el uso y disfrute de España (Cataluña es una Comunidad -región- de España). Creo que todos tenemos bien clara la finalidad de los ilegítimos que ostentan el poder en Cataluña, pero por si algunos dudan, no es otro que salvaguardar sus propios intereses no los de sus palmeros. Si está semana a tocado la falsa declaración de independencia, la próxima semana tocará la redacción de los estatutos de la República Independiente de entre Francia y España.
Breve cronología política de Cataluña. Suárez, sin previo aviso, aprueba la autonomía catalana. Felipe González dio el visto bueno y algunas competencias. Aznar fue presidente del Gobierno de España "ex aequo" con Jordi Pujol al que dio la totalidad de competencias y mucho dinero para Cataluña y en beneficio del hoy imputadísimo. Es curioso con Zapatero, los catalanes gobernaban en todo el territorio y ya, ahí fue cuando se "aprobço" la ya existente norma del 3%. Mariano Rajoy que ni está ni se le espera es el último de la corrupta clase que debe afrontar el tema, pero mucho me temo que no lo haga -es un Gobierno débil, muy débil-
Mariano Rajoy debería imponer esta medida capital y dimitir como presidente de Gobierno o, al menos, "imponer" como medida cautelar, la expulsión del Reino de España a estos ignóminos de rasgos poco comunes -Muy bien los podrían "acoplar" en los campamentos de refugiados sirios en Polonia- Mis dos únicos hijos viven en Cataluña, pero en la de España. Hace poco tiempo preguntaba con recelo e ironía, D. Ramón Rodríguez Arribas, exvicepresidente del Constitucional ¿HASTA CUÁNDO?...
Durante los últimos
meses los españoles hemos asistido, con una cierta resignación y ante el
asombro de los restantes ciudadanos de Europa, a unos hechos verdaderamente
insólitos: las autoridades de una institución pública territorial, a saber la
Comunidad Autónoma de Cataluña, han ido dando pasos para conseguir la
separación de aquel trozo de España del seno de la Nación. No se está haciendo
esta operación, hasta ahora realizada con precisión y perseverancia dignas de
mejor causa, por un grupo social o por un partido político al margen de las
instituciones oficiales; al contrario, todo se ha organizado desde la propia
Generalitat, contra lo expresamente previsto en la Constitución, anunciando sin
recato la vulneración del Ordenamiento Jurídico, saltando por encima de la
soberanía nacional, que reside en el pueblo español (art. 1.2 CE) y no en una
parte del mismo, y todo ello con el decidido propósito de atentar contra la
unidad de la Nación española, fundamento de la Constitución misma (art. 2 CE);
es más, todo este proceso está siendo dirigido por el presidente de la
Comunidad Autónoma, al que corresponde la representación ordinaria del Estado
(art. 152.1 CE) violando sus más elementales deberes, faltando al juramento
prestado y para colmo proclamando que se hace en nombre de la democracia, cuya
esencia está en el respeto al orden jurídico, que se pisotea con descaro.
El día 3 de agosto se
ha dado el antepenúltimo paso para llegar a una situación, difícilmente
concebible en otros países, al firmar el presidente de la Generalitat de
Cataluña, con solemnidad teatral, el decreto de disolución del Parlament y la
convocatoria de elecciones anticipadas autonómicas que, como todos los procesos
electorales, solo pueden ser instrumentos de participación política por los que
los ciudadanos eligen a sus representantes en la correspondiente Asamblea
Legislativa, pero cuyo contenido, “en el fondo”, se encargó de aclarar acto
seguido el propio firmante del decreto (y lo sigue haciendo de manera
ininterrumpida), en coherencia con las insistentes declaraciones y medidas ya
adoptadas para procurar el carácter “plebiscitario” de los comicios,
institución -la del plebiscito- inexistente en nuestro Derecho; añadiendo que
si esas elecciones llegaran a producir una mayoría separatista, se actuaría, a
plazo cierto y definido, para declarar unilateralmente la independencia de
Cataluña y pedir la intervención internacional.
No es preciso hacer
ningún esfuerzo imaginativo para adivinar lo que pasaría si una circunstancia
similar se produjera por actuaciones del Gobierno de un Lander alemán o un
Estado norteamericano; sin embargo, y como decía al principio, en España hay
una cierta resignación ante unos hechos cuya gravedad no puede negarse y una
extraña comprensión ante lo que es intolerable.
Si los pasos se
continuaran dando -y no parece razonable mantener ninguna esperanza para
detener esa locura- se consumaría un verdadero golpe de Estado que podría
acabar con la Nación española. Y digo esto porque si no es concebible ni
económica, ni política, ni social, ni históricamente una Cataluña separada de
España, tampoco creo que España pudiera sobrevivir sin Cataluña.
Este es el injusto
sufrimiento al que se está sometiendo a los españoles desde hace mucho tiempo y
que ahora van a tener que soportar una campaña electoral en la que, en lugar de
discutirse sobre los problemas de la Comunidad Autónoma Catalana, del contenido
de los programas políticos destinados a su solución y de la personalidad de los
candidatos, todo se va a centrar -mucho nos tememos- en una verdadera
“matraca”, mezcla de victimismo, rancios eslóganes y siembra de odio, en medio
de demostraciones, con multitudes uniformadas, desfilando con bosques de
banderas, actuaciones que, por muy festivas que quieran presentarse, recuerdan
cosas que quisiéramos olvidar.
Si llegara a producirse
-y hay que repetir que cada vez quedan menos esperanzas- esa declaración
unilateral de independencia, que se anuncia a bombo y platillo, con osadía
insufrible, estaríamos ante un delito de rebelión y ante el más grave de los
acontecimientos que se han producido en España desde el intento de golpe de
Estado del 23 de febrero de 1981.
Tampoco puede ignorarse
que cuando se habla de esta tragedia y de su posible remedio, suele entrarse en
una polémica estéril sobre el art. 155 de la Constitución, que se señala como
un tabú o como un precepto inaplicable porque va dirigido a la suspensión de la
autonomía de una Comunidad. Pues bien, no puede ser un tabú, lo ha dicho bien
recientemente el propio presidente de la Generalitat, aunque en dirección
inversa, porque “los problemas excepcionales exigen medidas excepcionales” y el
art. 155 CE, como toda la Constitución, es de aplicación directa, sin necesidad
de leyes de desarrollo, cuestión que nadie discute desde que el magisterio del
tristemente ya desaparecido Eduardo García de Enterría lo afirmó y
tempranamente lo declaró el Tribunal Constitucional. Tampoco se trata, en todo
caso, de la suspensión de la autonomía -cuestión que ni siquiera cita el texto
constitucional- sino de poner remedio a situaciones verdaderamente extremas, en
las que las autoridades de una Comunidad Autónoma desobedecen a la Constitución
y a las Leyes o ponen en grave peligro el interés general de España, lo que
llama “la coacción federal” el art. 37 de la Constitución de Alemania (en cuyo
texto se inspiraron nuestros constituyentes) o como expresa nuestra
Constitución se podrán “adoptar las medidas necesarias para obligar a aquella
al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del
mencionado interés general”, llegándose a que el Gobierno pueda “dar
instrucciones a todas las autoridades de las Comunidades Autónomas”, como dice
el n.º 2 del art. 155 CE.
De cualquier forma, lo
que no se puede es continuar indefinidamente en una crisis institucional tan
grave. Y por eso cabría decir al presidente de la Generalitat lo que Cicerón
gritó a Catilina: “¿Hasta cuándo abusarás de nuestra paciencia?” he ahí el dilema.
...y si contamos los 11 escaños de Si q es pot q están a favor del derecho a decidir te dan 81 escaños pidiendo una consulta..casi dos tercios.
ResponderEliminarTe has leído el Título 7 de esa misma CE....? Para que algunos vayan pensando en la gente...y para que... vayan poniendo las barbas a remojo...
ResponderEliminar...y si contamos los 11 escaños de Si q es pot q están a favor del derecho a decidir te dan 81 escaños pidiendo una consulta..casi dos tercios.
ResponderEliminarEsto no debe seguir asi hay que terminar ya con este lio de los separatos.......que quieren hacer lo mismo que el SR. Pujol y família Forrarse para luego vivir a lo grande (supuestamente)......
ResponderEliminarSoy vasco y conozco perfectamente de lo q estas hablando
ResponderEliminarEspaña es un estado plurinacional. Y si no os habéis dado cuenta todavía es q no conocéis la realidad de este país.
ResponderEliminarPara que tambien los de fuera esquilmen a los catalanes, no tienen ya bastante con sus politicos, venga tocayo ya esta bien hombre, me cago en la patria y en esa unidad de españistan. O como queremos llegar a esa unidad asesinando ?
ResponderEliminarAHORA ES EL MOMENTO DEL BOICOT A LOS PRODUCTOS CATALANES. PEDIMOS QUE SE MARQUEN EN LAS GRANDES SUPERFICIES, EN LOS CONCESIONARIOS DE COCHES EN TODO
ResponderEliminarA estas gente, hay que hacerles algo, ya, que nos van a pisar los talones, hay que ser contundente ya
ResponderEliminarPero no se pueden boicotear, a la industria catalana, alli hay de todo, y millones que n o quieren ser independientes
ResponderEliminarSi está claro: Rajoy nos va a decir que estaba a punto de aplicar la ley cuando estemos en campaña y ya haya salido del cargo. Y que no le dio tiempo. Y además, será en el último día, a las once de la noche.
ResponderEliminarPara que tambien los de fuera esquilmen a los catalanes, no tienen ya bastante con sus politicos, venga tocayo ya esta bien hombre, me cago en la patria y en esa unidad de españistan. O como queremos llegar a esa unidad asesinando ?
ResponderEliminarseñor juan yo no digo me cago porq tengo mas educacion qusted pero esto ya deberian aber terminado hace tiempopatris dice usted de donde es dce china
ResponderEliminarDividir estados es la práctica habitual de las potencias. Estos no están solos, o están locos, una de dos. Detrás de ellos hay alguien seguro.
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