Una zona segura en el
norte de Siria para millones de desplazados, con prohibición de vuelos, podría
reforzar la prestación de asistencia humanitaria a los refugiados. Pero las
'botas sobre el terreno' tienen que ser suníes
El Estado Islámico ha
captado la atención del mundo con unos vídeos horripilantes de decapitaciones,
destrucción gratuita de antigüedades y una hábil utilización de los medios de
comunicación social. También ha conquistado una gran parte de la Siria oriental
y del Irak occidental, ha proclamado un califato con base en Al Raqa (Siria) y
ha atraído a yihadistas extranjeros de todo el mundo.
El presidente de
Estados Unidos, Barack Obama, dice que se debe debilitar y en última instancia
derrotar al Estado Islámico. Ha nombrado al general John Allen para que
encabece una coalición de unos 60 países para ese fin, recurriendo a ataques
aéreos, fuerzas especiales y misiones de formación. Algunos críticos quieren
que envíe más tropas americanas; otros dicen que Estados Unidos debe limitarse
a formular una doctrina de contención.
En la actual campaña
electoral de EE UU, algunos candidatos están pidiendo “botas en el terreno”.
Tienen razón: hacen falta botas, pero los soldados que las calcen deben ser
árabes y turcos suníes, no americanos. Y con eso se dice mucho sobre la triple
amenaza que afrontan ahora Estados Unidos y sus aliados.
Si la presencia militar
de EE UU es demasiado fuerte, el grupo terrorista se verá fortalecido
El Estado Islámico es
tres cosas: un grupo terrorista transnacional, un proto-Estado y una ideología
política con raíces religiosas. Se desarrolló a partir de Al Qaeda después de
la desacertada invasión de Irak encabezada por Estados Unidos; y, como Al Qaeda,
apela a los islamistas suníes extremistas. Pero ha ido más lejos al crear un
califato, y ahora es un rival de Al Qaeda. Su posesión de territorio le da la
legitimidad y capacidad para una yihad ofensiva, que no sólo va dirigida contra
infieles, sino también contra musulmanes chiíes y sufíes, a los que considera
takfir, es decir, musulmanes no verdaderamente monoteístas.
El Estado Islámico
ensalza la pureza del islam del siglo XVII, pero tiene una habilidad
extraordinaria para utilizar los medios de comunicación del siglo XXI. Sus
vídeos y cauces en los medios de comunicación social son instrumentos eficaces
para atraerse a una minoría de musulmanes, fundamentalmente jóvenes que tienen
problemas de identidad. Descontentos como están, muchos se sienten atraídos por
el jeque Google, donde los reclutadores del Estado Islámico esperan
aprovecharse de ellos. Según algunos cálculos, hay más de 25.000 combatientes
extranjeros que prestan servicio en el Estado Islámico. Los que mueren son
sustituidos rápidamente.
La triple naturaleza
del Estado Islámico crea un drama en materia de política. Por una parte, es
importante utilizar el poder militar duro para privar al califato del
territorio que le brinda refugio y legitimidad; pero, si la presencia militar
norteamericana es demasiado fuerte, el Estado Islámico resultará fortalecido,
con lo que contribuirá a las actividades de reclutamiento mundial de este
último.
Esa es la razón por la
que las botas en el terreno deben ser suníes. La presencia de tropas extranjeras
o chiíes refuerza la afirmación del Estado Islámico de que está rodeado y
retado por infieles. Hasta ahora, gracias en gran medida a las eficaces fuerzas
kurdas, abrumadoramente suníes, el Estado Islámico ha perdido el 30%,
aproximadamente, del territorio con el que contaba hace un año. Sin embargo, el
despliegue de una infantería suní requiere formación, apoyo y tiempo, además de
la presión al Gobierno central de Irak, dominado por chiíes, para moderar su
actitud sectaria.
Después del desastre en
Libia —donde el Estado Islámico apoya a milicias yihadistas y anuncia la
creación de tres “provincias lejanas”—, Obama es comprensiblemente reacio a
derribar el régimen de Bachar el Asad, para ver simplemente al Estado Islámico
hacerse con el control de más territorio, acompañado de atrocidades genocidas
contra los numerosos musulmanes no suníes de Siria. Pero Asad es uno de los
instrumentos de reclutamiento más eficaces del Estado Islámico. Muchos
yihadistas extranjeros responden a la perspectiva de contribuir al
derrocamiento de un Gobierno alauí tiránico que mata a suníes.
En un escenario tan
complejo, la estrategia debe ser de “contención, con avances lentos”
La tarea diplomática de
Estados Unidos es la de persuadir a Rusia e Irán, partidarios de Asad, para que
lo destituyan sin desmantelar los restos de la estructura estatal siria. Un
espacio de prohibición de vuelos y una zona segura en el norte de Siria para
millones de desplazados podría reforzar la diplomacia norteamericana y la
prestación de asistencia humanitaria a los refugiados (para lo que el Ejército
americano es muy eficaz) aumentaría enormemente el poder blando de Estados
Unidos.
Así las cosas, la financiación
y la coordinación de la estrategia del poder blando no son suficientes, pero
sabemos que el poder duro tampoco lo es, en particular para conquistar el
ciberterritorio que ocupa el Estado Islámico: por ejemplo, eliminando las redes
zombis y contrarrestando las posiciones de los medios de comunicación hostiles.
Aun cuando Estados
Unidos y sus aliados derroten al Estado Islámico en el próximo decenio, debemos
estar preparados para que un grupo extremista similar surja de las cenizas. Las
revoluciones del tipo de las que están produciéndose en Oriente Próximo tardan
mucho en disiparse. Las causas de una inestabilidad revolucionaria son, entre
otras, unas fronteras poscoloniales tenues, una modernización detenida, el
fracaso de la primavera árabe y el sectarismo religioso, exacerbado por la
rivalidad interestatal entre Arabia Saudí, gobernada por suníes, y el Irán
gobernado por chiíes.
En Europa, las guerras
de religión entre católicos y protestantes duraron casi un siglo y medio. Los
combates solo acabaron (con la paz de Westfalia en 1648) hasta que Alemania
perdió una cuarta parte de su población en la guerra de los Treinta Años. Pero
conviene recordar que las coaliciones de aquella época eran complejas, pues la
Francia católica ayudaba a los protestantes holandeses contra los Habsburgo
católicos por razones dinásticas, más que religiosas. En el Oriente Próximo
actual debemos esperar una complejidad similar.
Pensando en el futuro
de una región en la que Estados Unidos tiene intereses tan diversos como la
energía, la seguridad de Israel, la no proliferación nuclear y los derechos
humanos, las autoridades norteamericanas deberán seguir una estrategia flexible
de “contención, junto con avances lentos”. Tanto si la política iraní se vuelve
más moderada como si no, a veces Irán compartirá los intereses norteamericanos
y a veces se opondrá a ellos. En realidad, el reciente acuerdo nuclear puede
brindar oportunidades de una mayor flexibilidad. Sin embargo, para
aprovecharlas, la política exterior de Estados Unidos tendrá que desarrollar un
nivel mayor de complejidad de lo que revela el debate actual.
La fin des virus de la terre israél et Daech immédiatement pour éviter l'extermination des satellites et les crash d'avions par ces soldats d'ALLAH les astéroïdes les météorites les boules de feu et les tempêtes solaires si la fin du monde le 13.11.2015 aux non musulmans de se convertir a l'islam pour éviter l'enfer l'augmentation des séismes c'est la fin du monde en islam facebook l’architecte des révoltes arabe et la propagation de Daech normal facebook dejaal l'antéchrist.
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