Guernica. Pablo Picasso |
La
situación económica y social de España es alarmante. España está inmersa en
reformas y contrarreformas,
en aceleradas reconversiones de sectores económicos, con el
financiero a la cabeza, en complejos procesos negociadores y normativos con instituciones como el FMI(Fondo Monetario Internacional), el BCE ( Banco Central Europeo o la propia
Unión Europea), cuya legitimidad democrática y controles se alejan, o directamente no existen, con la distancia a los
ciudadanos a los que afectan sus decisiones. Lo de ayer es antiguo, lo de hoy
urgente y sin espera.
Por muchas
reformas o parches que este inepto Gobierno "decrete" nada de
nada, la ruina, la miseria, el hambre, la esclavitud, la penuria o la desdicha
avanzan a pasos de gigante. Ese gigante, que mira poco al suelo y mucho a
un horizonte que se antoja incierto, avanza muy deprisa. Y lo hace por atajos.
De 2010 a 2013 el Gobierno de España ha aprobado setenta y siete Reales
Decretos-ley, setenta y siete de esas normas legales aprobadas sin debate
parlamentario y sujetas para mantenerse vigentes a una sola votación, sin
posibilidad de enmienda salvo acuerdo específico, en un Congreso de los
Diputados agarrotado por la absoluta mayoría. No queda ahí. Las mismas leyes se
modifican una vez tras otra, ora por Decreto-ley, ora por otras Leyes.
Improvisando soluciones, si no problemas, a los problemas y soluciones
anteriores. Leyes como la de contratación del sector público han sido
modificadas, a veces mediante otras que poco tienen que ver con ella, hasta
nueve veces, en ocasiones sobre las mismas cuestiones. Mientras, la Unión
Europea acaba de aprobar nuevas Directivas. Ni tan siquiera los Tribunales,
incluido el encargado del control de constitucionalidad, el Tribunal
Constitucional, con sus endémicos retrasos, pese al recorte a la tutela
judicial efectiva de los últimos años, frenan la marcha del gigante hacia el Kaos.
Como que no hay infraestructura,
andamos sobre lodo y construimos sobre barro. Insolidez evidente y preocupante. El Estado
autonómico nacido del último y tutelado proceso constituyente hace aguas. En Cataluña crece más y más el sentimiento
nacional y su Gobierno se afana en abrir cauces a la independencia. En el País
Vasco el fin del terrorismo alienta futuros procesos de convergencia de las fuerzas nacionalistas, sobre
los que ya se debate, para lograr también la independencia. Hasta en Andalucia, aunque la
anécdota no es regla, hay quien dice convencido, al parecer, que “Andalucía no
es España”. Con tal panorama sorprende que la atención haya recaído en lo
local, afectado por recientes reformas de su normativa básica que presuponen la
irracionalidad e insostenibilidad de la única administración que ha
logrado en plena crisis superávit presupuestario y reducir su deuda. Y, pese a
todo, se continúa debatiendo sobre qué hacer, que si Estado federal, que si confederal, que si
provincias, que si veguerías o, como en mi tierra, que si unas reformadas comarcas que harían sombra a
municipios y Comunidad Autónoma, sin suprimir nada, claro. Como siempre.
Construyendo el Kaos organizativo .
¿Y qué se siente
al ver avanzar al gigante? Desconcierto, miedo. Los ciudadanos miramos al
cielo, pensando que pasará por la cabeza del gigante cuando, a mayor gloria de
los mercados y de sus fieles agentes, gobernantes mediante elegidos por nosotros, arrasa una zancada
tras otra lo construido con el esfuerzo de todos haciendo cada vez más privado
lo público conseguido. Derechos civiles, educación, sanidad, dependencia,
transporte, infraestructuras y otros servicios, que estaban alumbrando nuestro
peculiar Estado del “medio estar” van sufriendo recortes y ajustes cuyo efecto
se percibirá cada vez más. Lo común se destruye porque “cuesta”, porque son
otras las prioridades de quienes gobiernan y de quienes dictan, al margen de
programas electorales, los programas de gobierno. Que desconcierto y miedo
muten en anarquía e ira, en ausencia de referentes comunitarios e intereses
compartidos, es un escenario posible, aunque no deseable.
Quizá haya que
pararse a pensar. Quizá haya que frenar al gigante. Ganaríamos el tiempo que
habremos de emplear en desandar, entre un inmenso caos, el camino andado. El
problema es que el poder no se entrega y mucho me temo que solo lo haga
jugando a la revolución con balas. Todas, todos las guerras empiezan a
pedradas y terminan con una bomba de alta tecnología.
juan ai am from romania end ai understend spanis bat wat yi cray its problem for haf europa sow bether ui finde soluzion no shaut
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