En España, todo es posible |
A finales del siglo pasado, José María González Sinde dirigió una película con guión de José Luis Garci, que tituló Viva la clase media. Eran los primeros años de la transición democrática y los miedos y las aprehensiones se habían instalado en el discurso social de los españoles, que, herederos de los planes de estabilización del franquismo, teniendo acceso al pisito, y al automóvil utilitario, habían forjado una poderosa clase media, sólida y bien tejida que contribuyó de forma decidida en la apuesta por el crecimiento económico, pese a los sacrificios y al ninguneo al que fue sometida por los Gobiernos de la democracia.
En la actualidad
asistimos a la destrucción de aquel tejido social que había fraguado como el
más resistente de los hormigones. Al menos eso creíamos ingenuamente. Con la
desaparición de la clase media, comienza el principio del fin de una sociedad,
como creíamos que era la nuestra, equilibrada y tenazmente estructurada.
Solo quedan ya
vestigios de lo que ha sido la clase media española, que semana a semana cuenta
la crónica nostálgica de un tiempo y de un país.
Como siempre, España batiendo récord, según el reciente
informe de Intermón, las veinte personas más ricas poseen una fortuna
-declarada- igual a los ingresos del 20 por ciento de las familias más pobres,
de los más menesterosos de la clase obrera. Todos, menos ese club de los muy
ricos, somos clase obrera. Algunos muchos, ni cuentan. La banda de Rajoy y la
ineptitud de Zapatero se han encargado de hundirlos en la miseria, donde no después
de cinco años iremos todos.
Mariano y su banda
de malévolos se está obstinando con su
política de mínimos en lo social y de máximos en lo fiscal en proletarizarnos,
en darle la razón a Hegel, con el castigo añadido de la ausencia política, de
la sobredosis de sus planteamientos de maximalismo economicista, con sus
lecciones falaces de macroeconomía, y con la falta de respeto colectivo de dar
la callada por respuesta en una pantalla de plasma.
Todos somos
pobres, y no únicamente los seis millones de parados, y no las legiones de
subempleados con la precariedad laboral de los quinientos euros mensuales, en
el límite del salario mínimo. Increíble, pero cierto hasta donde hemos bajado.
Realmente, amigo, ese creo tambiñen que es el objetivo, destruir a quienes ya no les sirven, la clase media, el ejecutor, los estados y sus financiadores...
ResponderEliminarClase media, ¿qué media? De siempre no les hemos servido, nada más que para hacer sus negocios, no existimos, solo en el incauto y obsceno robo que nos han hecho y siguen haciendo, siempre a los más débiles.
ResponderEliminarCambiar El Sistema, es lo que hay que hacer, pero a mi ya me pilla casi sin fuerzas