En España, nada más terminar las elecciones,
todos los partidos se proclaman ganadores.
En parte llevan razón, los que en verdad han ganado porque pronto van a
saciar a atiborrar sus bolsillos y los perdedores porque evitan de hacerlo ellos y por la teoría de la
corrupción múltiple van a robar igual o más que los ganadores.
Todo lo contrario sucede en Alemania.
Supongamos que los resultados hubiesen sido los mismos en España una amplia victoria de un partido, seguido a
distancia por el otro aspirante. Como el
ganador no alcanzó la mayoría absoluta, pero se quedó muy cerca, ¿qué estaría
haciendo en este momento? Quizá estaría pensando en proponer un acuerdo a algún
minoritario; pero lo que nunca se le pasaría por la cabeza sería ofrecer una coalición
al otro gran partido con el que acaba de competir. Si se le ocurriera, el otro
gran partido le diría que se las apañe como pueda, pero que no cuente con él.
España se dispondría a ser gobernada en minoría, y para hacerlo más presentable
implantarían los algoritmos de Zapatero o la geometría plana de Rajoy. El
ensayo político.
En cambio, En Alemania, ocurre todo lo contrario. Al faltar un socio
natural para completar la mayoría, el ganador no tiene inconveniente para
ofrecer un acuerdo al segundo partido. Lo primero que hizo Ángela Merkel nada
más levantarse después de la noche de su triunfo fue coger el teléfono y llamar
a Sigmar Gabriel, presidente del SPD, para ofrecerle un pacto. Dentro de una
semana, más o menos, empezarán las negociaciones, pero el pueblo alemán ya ha
dicho en las encuestas que desea ese acuerdo y nadie se atreve a pensar que no
será posible. Los socialdemócratas, aunque conserven un mal recuerdo de su
anterior coalición y de cómo Mérkel se apropió de sus éxitos, no podrán negarse
a colaborar. La política que sirve al pueblo. En España se sirven del pueblo.
Es curioso, pero todos se preguntan ¿Por qué
esta diferencia entre Alemania y España? Porque los alemanes han sido formados
en la cultura del pacto y los españoles nos hemos habituado a la cultura de la
confrontación. Los alemanes han sabido unirse en una gran coalición cada vez
que la nación lo necesitaba desde los tiempos de Adenauer, y la oposición
española siempre ha sentido como primera necesidad derribar al Gobierno y
deteriorar a su presidente. Y, finalmente, los alemanes están diciendo que
necesitan un Gobierno fuerte, mientras que aquí, cuando necesitábamos fortaleza
ante el hundimiento de la economía, un miembro del actual Gabinete decía: «Si
España se hunde, ya vendremos nosotros a salvarla». O sea, tocados o hundidos,
pero jodidos.
Ya viene de atrás, en Alemania y muchos
países donde los candidatos son personas.
Ese es el contraste entre nuestros dos países y esa es la nueva lección que
Alemania se dispone a darnos. No quiero pensar que los políticos alemanes
tienen más amor a su patria que los españoles. No quiero suponer que a los
partidos españoles les importa más el interés propio que el interés general de
la nación, al revés de lo que aparentan los alemanes. No quiero pensar ni
suponer nada, pero hemos de reconocer que los alemanes dan envidia cuando
tratan de trabajar juntos. Hasta parecen más patriotas, cuando no son ni
españoles. |
Perdona amigo por lo que voy a decir pues puedes que no estes de acuerdo me da asco esta foto y el pesidente de mi pais lo siento
ResponderEliminarAhí tan poquito...para poder hacer...vaya otoño.
ResponderEliminarhttp://www.abc.es/...
ResponderEliminar«Antes de detener a un cargo político, avisen a un superior»
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