Pedro Sánchez acepta una moción de confianza dirigida por separatistas, proetarras y gente de "mal vivir"



El testaferro de Ábalos, Zapatero, Santos Cerdán,... Pedro Sánchez se ha refugiado este fin de semana en la finca toledana Quintos de Mora para “reflexionar”, para buscar una salida al cataclismo sufrido por su partido y su Gobierno. Para salvar el pellejo antes de que puedan aparecer pruebas que le incriminen personalmente. Es consciente de que de nada ha servido la pantomima lacrimógena de la rueda de Prensa en Ferraz. Sabe que tiene que actuar para salir pronto del atolladero. Resulta evidente que el adelanto electoral está descartado, pues supondría un suicidio para el PSOE. Pero baraja la opción de presentar una moción de confianza, que aunque al principio negó, podría ser un balón de oxígeno. Pues contaría con el apoyo de sus socios de legislatura, que aunque se harían de rogar, podrían extorsionarle definitivamente dada la debilidad absoluta del presidente del Gobierno. Junts, Bildu, ERC, el PNV y, no digamos, Yolanda Díaz han disfrutado como nadie de los favores del Gobierno gracias a su apoyo parlamentario. Con Sánchez fuera de La Moncloa lo perderían todo. Y, sobre todo, al igual que Podemos, lucharán con todas sus fuerzas para impedir que el PP de Feijóo llegue a La Moncloa. Una victoria de Pedro Sánchez en la cuestión de confianza le serviría para resurgir de sus cenizas. Son dos los obstáculos que amenazan la Presidencia de Pedro Sánchez: la Justicia y los dirigentes y barones socialistas que quieren echarle para impedir la destrucción del PSOE. Según los investigadores, la UCO guarda más pruebas que podrían incriminar directamente a Pedro Sánchez, para empezar el conocido pucherazo que le permitió ganar las primarias en 2014. Pero también, podría tener evidencias de haber, al menos conocido, las corruptelas de la banda del Peugeot. Sin olvidar su presunta responsabilidad en la filtración del fiscal general del Estado y la posible participación en los enjuagues de su mujer y de su hermano. El presidente, pues, corre el riesgo de terminar sentándose en el banquillo de los acusados. De ahí, la celeridad de Sánchez en blindarse en La Moncloa. Los socialistas más críticos con las barrabasadas políticas y morales de Pedro Sánchez intentan organizarse para emprender una ofensiva que pueda echarle de la secretaría general del partido. Pero de momento sólo hacen ruido. Porque el autócrata ha tomado al asalto el Comité Federal del PSOE. Y, al menos de momento, nadie es capaz de echarle. Pedro Sánchez, pues, parece estar dispuesto a satisfacer todos los caprichos de separatistas y proetarras para salvar el pellejo y salir victorioso de esa cuestión de confianza. Puigdemont, a la espera de su amnistía, exigirá, junto con Junqueras, la celebración de un referéndum de autodeterminación. Otegui irá después. Y Yolanda Díaz sería feliz con tal de mantener su puesto en el Gobierno. Y así, Sánchez terminará de desguazar la Constitución y la democracia. Pero seguirá plácidamente en La Moncloa al menos dos años más.

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