Ardo en deseos de hacer el sacrificio de no leer el nuevo libro de Irene Lozano, escrito bajo el seudónimo de «Pedro Sánchez». Irene vende muchos más libros con el seudónimo que firmando con su nombre y apellido. Resulta curioso por cuanto «Pedro Sánchez» es un seudónimo vulgar y de evolucionado desprestigio en el mundo de la literatura, pero el mercado actúa según le va, y en ocasiones suena la flauta.
Irene
Lozano es una de las enchufadas mayores del Reino. De ella leí un
bodrio que escribió en defensa de la militar podemita maltratada por la
difunta ministra de Defensa, Carmen Chacón. Ignoro dónde se halla y a
qué se dedica últimamente, pero le deseo desde aquí suerte y fortuna.
Irene es la escribidora de los libros del dictador, y nos anuncia su
nueva maravilla. Tierra firme se titula. Me figuro que editado por la misma editorial que sacó a la calle su Manual de resistencia.
Un ensayo novelado por Irene Lozano con el seudónimo de «Pedro Sánchez»
y con un título tan prometedor se venderá en las librerías como
churros. Y estamos a un paso de las fiestas de Navidad, apoteosis de los
regalos culturales. Y en ese dolor, y no en otro, consistirá mi
sacrificio navideño. Cerrar los ojos cuando deambule por las cercanías
de una librería y renunciar a la lectura apasionada de Tierra firme, que también podría haber sido titulado Faro resistente, Muro de dignidad o Consuelo de Hamás,
si bien esta última opción fue rechazada por los editores. La obra de
Irene Lozano es harto diferente a la de la chica de Ónega, ganadora del
último Planeta. Puedo prometer y prometo, sin haber leído ni una línea,
que Tierra firme no va de mujeres gallegas de infancia infeliz y precaria situación social. Y ese detalle honra a la autora de Tierra firme.
Pero
estoy seguro de la existencia de un ávido lector. Nuestro presidente
del Gobierno lleva el mismo nombre que el seudónimo de Irene Lozano. Uno
y otro se llaman «Pedro Sánchez». Y conociendo a nuestro líder mundial,
seguro estoy de que lo leerá convencido de haberlo redactado él.
Gracias a su elección de seudónimo, Irene Lozano ha llegado a altísimos
enchufes políticos, todos ellos llevados a cabo con absoluto
desconocimiento de sus contenidos y atribuciones, pero simultáneamente,
con dulce sumisión, gratitud y provecho.
Para mí, que Tierra firme
va de tierra firme. Puede tratarse de un libro «ecológico y
sostenible». Un ensayo-novela de firmeza rocosa, de tierra adentro.
Porque una costa arenosa con mareas que transforman la escasa
resistencias de las dunas, puede ser ecológica, pero no sostenible. Las
dunas no se sostienen. Cambian, mutan, crecen, menguan, se ensanchan, se
estrechan, pero no son sostenibles. Se cuenta la historia de la célebre
ecologista alemana Greta Hendewassen, que levantó su casa con
materiales sostenibles sobre una duna aparentemente sostenible y en una
costa sostenible de plena sostenibilidad. Una mañana amaneció en su casa
y en su duna, pero a cinco millas de su ubicación original. Es decir,
que Tierra firme, la nueva aportación literaria de Irene Lozano
–tan generosa que ha renunciado a los derechos de autor a favor de un
beneficiado anónimo–, no se va a ocupar de las dunas, lo cual lamento
profundamente. Es posible que el título del ensayo sea figurativo y
metafórico. En tal caso, nada tengo que opinar.
Auguro
éxito seguro. Irene es escritora paciente, concienzuda, mal
documentada, y libre de censuras e imposiciones. Escribe lo que siente, y
ello resulta a todas luces, en tierra firme o en mar abierto,
emocionante. Su seudónimo le garantiza, al menos, una extensa relación
de clientes frenéticos. En Madrid, al menos, tiene asegurados nueve mil
ejemplares vendidos. Se merece el triunfo, y con afecto, muy lejano ya,
felicito a la autora del libro con el seudónimo de «Pedro Sánchez» por
la belleza de su título. Tierra firme. Genial hallazgo.
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