José Guirao Cabrera, exministro de cultura sanchista ha muerto a los 64 años



José Guirao, exministro de Cultura del primer Gobierno de Pedro Sánchez, ha fallecido en Madrid este lunes a los 64 años, víctima de un cáncer, ha confirmado en un comunicado la Fundación Montemadrid, en la que trabajaba actualmente. Dedicado a la gestión cultural desde los 24 años, Guirao ha sido un referente para los diferentes ámbitos de la creación, a los que ha podido tratar desde la dirección del Museo Reina Sofía (entre 1994 y 2001) o La Casa Encendida, el invento cultural más exitoso de las últimas décadas. Después de su salida del Ejecutivo socialista se había reincorporado a la Fundación Montemadrid.

 Por Juan Pardo

juanpardo15@gmail.com

https://blogdejuanpardo.blogspot.com/

Blog de Juan Pardo

José Guirao era el menor de cuatro hermanos de una familia de clase media de Pulpí (Almería), un pueblo en el que sigue viviendo su madre, Mercedes Cabrera, de 93 años, a la que Pepe (así se le conocía en su entorno amistoso y familiar) visitaba cada vez que podía. Como ocurre con muchos de los que han sufrido infancias enfermizas, Guirao fue un lector incansable de todo aquello que caía en sus manos: aventuras, historia, tebeos. Se los suministraban su madre y hermanos mayores o los tomaba prestados en la parroquia del pueblo.

 

Interesado por todo tipo de temas (cultura, medio ambiente, infraestructuras) y dueño de unas precoces dotes diplomáticas, Guirao fue tentado muy pronto por la política, aunque formalmente no tuvo el carné socialista hasta las últimas elecciones generales.

 

Su bautismo en el mundo de la gestión y de la política fue en Almería. Allí estuvo al frente del Área de Cultura de la Diputación Provincial entre 1983 y 1987, un cargo que le permitió el contacto directo con las necesidades culturales más básicas de la ciudadanía, desde bibliotecas hasta teatros o conservación del patrimonio. Apenas un año después se instaló en Sevilla al ser nombrado director general de Bienes Culturales de la Junta de Andalucía y desde ahí saltó a Madrid para ocupar uno de los cargos intermedios más importantes del Ministerio de Cultura, la dirección general de Bellas Artes y Archivos.

 

Entre 1994 y 2001 fue director del Museo Reina Sofía, un cargo que mantuvo con gobiernos de PSOE y del PP. Fue nombrado en septiembre de 1994 por Carmen Alborch, en sustitución de María Corral. Su temple y don de gentes le permitieron pacificar un museo que en aquellos tiempos vivía entre sobresaltos. “Mi primer objetivo fue dar normalidad al museo como tal. Esa dicotomía esquizofrénica que había entre centro de arte con exposiciones temporales y museo era terrible, al margen de los asuntos más polémicos, como la colección, y creo que lo he conseguido”, contaba entonces a este periódico. Con él, el museo pasó a producir la mayor parte de sus exposiciones, con el consiguiente abaratamiento de los presupuestos y transformó radicalmente la colección permanente. Hizo posible un recorrido por el arte del siglo XX, contextualizando el arte español con el internacional a partir de Picasso, Miró, Julio González y Dalí, entre otros. Los artistas europeos pasaron a tener mucha más presencia y se atrevió a cerrar la sala dedicada exclusivamente a Julian Schnabel, una decisión que mantuvo pese a las críticas porque “tampoco tiene sala en el MOMA y no me consta que haya protestado”.

Guirao, en una entrevista en el Ministerio de Cultura cuando fue nombrado su responsable, en junio de 2018.

Su siguiente salto fue La Casa Encendida, un museo que muchos califican “de autor” porque fue allí donde supo amalgamar su interés por el arte más joven, más cosmopolita y también más modesto. La Casa se convirtió en un revulsivo en el multicultural barrio de Lavapiés (Madrid) en el que está situada. Su filosofía básica es que todo el que tuviera algo que decir, allí tenía su escenario y los medios para conseguirlo. Allí estuvo desde 2002 hasta 2014, año en el que pasó a ocuparse de la gestión integral de la Fundación Cajamadrid.

 

Su llegada al Ministerio de Cultura en junio de 2018 fue una sorpresa que rompió su tranquilidad en la Fundación. Su amiga Carmen Calvo, en ese momento vicepresidenta, le conocía bien y no dudó en dar su nombre para resolver la crisis abierta con Màxim Huerta, que dimitió poco después de ser nombrado. Valiente y trabajador, Guirao se metió en los muchos charcos del ministerio, en el teatro, la música o las artes. Al llegar las elecciones generales, hizo campaña con los socialistas por Almería.

 

Pero cuando se estaba formando el nuevo Gobierno, se llevó uno de los mayores disgustos de los últimos años. Preguntó directamente al presidente si contaba con él y Sánchez respondió que no porque buscaban otro perfil más implicado con el deporte. Guirao, que no había medrado para ser ministro, se quedó sin poder rematar los muchos proyectos que había puesto en marcha en todos los ámbitos. El sentimiento de estupor general puede resumirse en las palabras de Miguel Falomir, director del Museo del Prado: “Ha intentado ayudar en una tesitura que no era fácil”.

 

Con la desilusión también llegó el coronavirus y Guirao se instaló en su casa rural de la Vera (Extremadura), en la que pasaba largas temporadas. Allí, cuidaba de su jardín japonés y se perdía en largos paseos por el campo, solo con sus perros o junto a sus vecinos y amigos Lola Moriarty y Borja Casani. La Vera siempre fue su hogar y su refugio.

 Por Juan Pardo

juanpardo15@gmail.com

https://blogdejuanpardo.blogspot.com/

Blog de Juan Pardo

Comentarios