Zapatero: Lógicamente, los presos políticos serán indultados. Venezuela es un ejemplo de democracia y buen hacer.
No por habituales dejan de
ser inaceptables las intromisiones de Rodríguez Zapatero en el funcionamiento
de las instituciones democráticas. Si el pasado mes de septiembre, con la
intención de normalizar el diálogo con los independentistas vascos, se reunió
con el ex terrorista Arnaldo Otegi en el caserío de Txillarre de Elgoibar
-donde tuvieron lugar los primeros contactos entre dirigentes de ETA y del PSOE
autorizados por el ex presidente-, ahora pretende hacer lo propio con los
secesionistas catalanes. Ayer confesó haber mantenido conversaciones con Oriol
Junqueras -al que el Tribunal Supremo sitúa como el principal impulsor del
golpe institucional de 2017- y defendió la política de diálogo con quienes
pretenden romper el consenso constitucional.
La cosa va a más. En
declaraciones a la emisora Rac-1 también habló de indultos, mostrándose
partidario de otorgarlos en caso de condena -señalando así a Pedro Sánchez cuál
debería ser la estrategia política- y dijo desear, en lo que no puede
interpretarse sino como un claro mensaje a los magistrados del Supremo, una
sentencia que "no comprometa el diálogo" y "que nos permita
recuperar la necesaria y saludable convivencia". Es intolerable que un ex
presidente del Gobierno se entrometa de esta forma en el funcionamiento de la
Justicia, despreciando la independencia de los jueces marcándoles el paso. Pero
también resulta sorprendente su desprecio al Estado de derecho. Los intereses
partidistas no pueden estar nunca por encima de la ley, que en democracia marca
los límites de lo que es o no posible. Y sería una estafa a los ciudadanos
deshacer con bastardas decisiones políticas lo que con tanto esfuerzo y
determinación han ido elaborando los jueces y fiscales.
Zp, al que parece no
bastarle su inicuo papel de mediador en Venezuela, ignora intencionadamente que
el procés no ha concluido y que los independentistas no han depuesto su
desafiante actitud. El lunes el presidente del Parlament, Roger Torrent, hizo
un llamamiento a la movilización popular para condicionar a los magistrados del
Supremo. Además, ayer mismo, justo cuando el Gobierno anunció un recurso contra
la reapertura de ocho embajadas catalanas, en una clara muestra de provocación
la Generalitat abrió tres nuevas delegaciones en el extranjero: en México,
Túnez y Argentina. Por último, en el frente municipal, Ada Colau ha puesto a
disposición de Òmnium los espacios publicitarios en el metro y los autobuses de
Barcelona para que la organización independentista difunda su campaña de
presión al Supremo: "Lo volveremos a hacer". Esperemos que Pedro
Sánchez no siga la senda marcada por un Zapatero que, en sus años de
presidente, alentó con su irresponsabilidad política el discurso de los
independentistas.
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