Errejón: “En Venezuela comen tres veces al día”. Zapatero: “En Venezuela hay escasez de alimentos de lo mucho que comen” Califica a estos energúmenos.
A diferencia de mis conciudadanos y muchos amigos españoles
que me expresan su inmensa preocupación, a mí, después de tragar grueso por la
indignación, me parece estupendo que políticos como Iglesias digan que le da
“envidia” los que vivimos en Venezuela o que ¡Chávez es Dios!. Celebro amigos
que Errejón exprese que España “necesite mucho” ese “cálido viento” proveniente
de Venezuela y que en mi país la cosa marche bien porque hacemos “tres comidas
al día”. Trago grueso, pero no me voy a poner a rebatir cifras en mano lo que
cualquier español puede ver en un telediario sobre mi país, o los millones que
abandonan en gigantescas oleadas el “estado de bienestar chavista” o rebatir
que la culpa es de un bloqueo yanqui, cuando es Donald Trump quien paga todo el
dinero que tiene Venezuela y que, cuando los chinos no quisieron prestar más,
fue Goldman Sachs quien le dio el dinero, entre otras cosas, para pagarle las
cuentas a los asesores españoles.
De hecho, amigos, una vez superada la lógica indignación me
atrevo a explicar que lo que necesita España es precisamente eso, que no paren
de hablar, que no callen como lo hicieron aquí, porque ya en mi país lo hecho,
hecho está, pero esas palabras son estupendas para evitar que pasen como lo
hizo Chávez, engañando al planeta entero sobre sus verdaderos proyectos e
intereses.
Tampoco, y debo ser honesta, los voy a responsabilizar de
que estamos así en Venezuela por su culpa, pues a los que les ha ido mal es a
ellos por haber aceptado el corrupto y envenenado dinero de Venezuela, del que
hoy -como toda buena mafia- no se pueden escapar y están obligados a defender
lo indefendible. Tampoco me santigüé el día que nos enteramos que Juan Carlos Monedero
había asesorado a Chávez, porque cualquiera que lea sus libros pensaría de
inmediato que “a este le va a ir muy mal”, porque a fin de cuentas lo que
pretendía Chávez no era otra cosa que implementar sus críticas a la Alemania
comunista. Así que Monedero la tenía cruda, pues el destino de sus clientes no
era otro que perder toda la legitimidad, cuando incapaces de producir y
causándoles pánico a los cuatro gatos que trabajaban, terminaría “paralizado,
estancado, carente de movimiento”, mantenido “merced al uso exclusivo de la
represión” (Monedero, en 1993)
Pero Monedero dijo lo mismo que todos los anteriores
asesores y lo despidieron, teniendo que contratar a otros de menor calado y
mayor amplitud, lo que bien vale una explicación. Verán, el asunto que pocos
conocen es que la petrochequera convocó primero a los mejores pensadores rusos
y de la RDA a partir del año 99, quienes
le explicaron a Chávez que lo que pretendía hacer era una autentica salvajada.
¿Cómo podía una nación que no producía ni un tornillo decir que era el futuro
de la revolución? Una cosa es que el venezolano siempre dijera que “no era
suizo” pero otra cosa -cercana al insulto- era tratar de decir que una nación
cuya mayoría vivía en casas de cartón, sin trabajo y con una educación media
equivalente a la de un niño de once años, podía alcanzar lo que no hicieron los
industrializados rusos y alemanes. En fin, que el insulto no podía ser más
evidente, cuando desde la jungla explicaban implícitamente que les darían una
lección a esos idiotas revolucionarios europeos.
Más tarde y frente al portazo en la cara, el gobierno trató
de contratar a las mejores mentes de los satélites soviéticos, cortejando entre
otros al mismísimo Istvan Mezarosh, quien les contestó públicamente y en
televisión que los que hacen socialismo en países sin desarrollo “son unos
loquitos (…), fue inconcebible en la URSS o en una nación del tamaño de China.
(…) Ese es un pensamiento que lleva al desastre (…), tratar de implementar el
socialismo sobre la base de una economía extremadamente atrasada es terrible”.
Finalmente llegaron, por descarte, los comunistas pirenaicos
de menor calado, porque una vez descartados a los del sentido común, siempre se
puede encontrar en los Pirineos a algún profesor de menor calado francés o
español que por algunas pelas -hoy eurillos- defienda las teorías de Idi Amín o
Dos Santos de cómo hacer revolución en el Tercer Mundo y le aplauda -como a
Amín- los conceptos de guerra económica o que aplaudan la “justa repartición de
la riqueza” en Angola, sin importar que posteriormente la hija de Dos Santos
termine en la lista de billonarios de la revista Forbes, en señal de cómo
terminan en realidad las teorías europeas en el Tercer Mundo y en especial la
de las justas reparticiones socialistas.
Pero la suerte, si podemos llamarla así, es que nunca había
ocurrido que esos asesores conformaran un partido político, y eso es
extraordinariamente beneficioso para España, así que digan todo lo que tengan
que decirle a los votantes españoles, porque algo bueno hay que sacar de todo esto.
Y es que gracias a Chávez -entre muchas otras cosas y errores – esos mismos
asesores pasaron de tener el primer partido en votos (barómetro del CIS), aquel
que “lleno de energía transformadora” era una “gigantesca amenaza para barrer
al bipartidismo”, a un Frankestein de la política conformado por decenas de
piezas de cadáveres políticos. Gracias a Chávez, después de haber sido un
partido emergente con concepción propia, originado y apoyado en la indignación
de millones de españoles, pasaron a ser una coalición que representa el pasado
europeo más obstinado y arcaico. De ser los mas jóvenes, a representar las
ideas más viejas.
Repito que hay que celebrar esas palabras y sobre todo la
suerte que tiene España, que no es otra que los asesores de Venezuela y de
Podemos -me disculpan el sarcasmo- son los mismos
Así que sigan hablando bastante del chavismo, porque es
bueno para España; que no se detengan, celebremos y publiquémosle todo lo que
tengan que decir de las “bondades” del chavismo y su revolución. Hablen, para
que las bases democráticas e independientes de Podemos entiendan bien el
concepto de “Chávez es Dios” y luego comparen al ver el estalinismo más
recalcitrante en el seno de su partido. Hablen, no se detengan, para que la
base industrial y comercial española vea su futuro reflejado en las industrias
venezolanas arrasadas y culpadas de hacer la misma guerra económica que
señalaban Amín y Dos Santos. Hablen, para que los medios de comunicación
españoles sepan el futuro que les depara la “libertad de expresión” que
proponen. Hablen para que sepan cómo será exactamente el futuro programa de
“respeto a la oposición”.
Que hablen, que no se callen, porque la mera existencia de
esas ideas en Podemos ayuda nada menos que a enterrar lo que había mal y rescatar
lo mejor de la política española. Porque el español, ese que sueña con un mejor
porvenir, que desea con fuerza progresar, no se conforma con hacer solo tres
comidas al día, importadas y entregadas por una caja de cartón -pagadas por
Trump-. Por eso el extremo de esos asesores parlanchines es precisamente lo que
permite descubrir, con auténtica precisión, que parte del cuerpo político es el
que proviene el olor de ese “cálido viento” y hace que la aplastante mayoría de
los votantes españoles simplemente se tape la nariz.
Repito que hay que celebrar esas palabras y sobre todo la
suerte que tiene España, que no es otra que los asesores de Venezuela y de
Podemos -me disculpan el sarcasmo- son los mismos.
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