José María Aznar, jefe de la trama Gürtel y patrocinador/dueño de Cs se lo ha tragado la tierra, pero aparecerá.
No es nada fácil por ilógico
que un tontorrón como José María Aznar favorezca descaradamente a Cs y
perjudique deliberadamente con chantaje incluido al PP. Si piensa ganar las
elecciones con ese equipo, está totalmente equivocado; es más volverán al
puesto de donde proceden. Al final lo van a cazar y va a pagar como todo su
equipo de tropelías.
Esta jugada es de Aznar: Solo
hay que mirar el retrato de los condenados por el caso Gürtel sin dejar de
prestar atención al tribunal sentenciador (José Ricardo de Prada y Julio De
Diego –socialistas- que intentaron emitir el fallo 48 horas antes de aprobar
los presupuestos sin contar con el voto del ponente, Ángel Hurtado –PP- El
propio Hurtado tuvo que reaccionar dejando claro que se emitiría la sentencia
más tarde y que esas prisas le parecían sospechosas. Las prisas llamaron la
atención. Y es que no había ningún motivo ni objetivo para tener que acelerar
de esa forma el fallo que, además, aún no estaba revisado.
¿Dónde estás, José María?
¿Se te ha tragado la tierra? No me digas que precisamente esto es lo único
sobre lo que no tienes opinión. Es muy sano no tener opinión. Y más aún no
darla sobre cualquier asunto a la primera de cambio. En el país que inventó el
cuñadismo, tendencia a opinar sobre cualquier asunto, queriendo aparentar ser
más listo que los demás. A veces el silencio es la novena sinfonía de
Beethoven. Pero en este caso, José María, tu silencio está resultando sonoro.
¿De verdad no tienes nada
que decir sobre la foto que se repite estos días los periódicos y las redes
sociales, con la orla de tus consejos de ministros que parece la lista de los
más buscados por el FBI? Los chavales jóvenes no tienen ni idea de cómo
llegaste a la primera línea de la política, tras un ataque furibundo al
socialista Demetrio Madrid, que en un gesto inédito dejó la presidencia de
Castilla y León para defenderse en un juicio menor del que posteriormente salió
absuelto. O cómo tensaste la política española entre 1993 y 1996 para sacar a
Felipe de La Moncloa, «váyase, señor González», en un período que quedó para la
historia como los años de la crispación. Las trifulcas de hoy en día de
Hernando, Montero y Rufián son el juego de la oca comparado con el ambiente
parlamentario de aquellos años. Llegaste al poder como el Messi de la política
(y eso que aún no le habías copiado la tableta de chocolate). No le caías bien
a casi nadie, pero a ti te daba igual, porque tenías una misión. Limpiar el
país (ya se sabe que los políticos de derechas no necesitan robar, porque ya
vienen forrados de casa), modernizar su economía e irte para casa.
Precisamente esa cuerda que
tú solito te echaste al cuello, prometiendo ocho años como máximo, es la que te
ha acabado de agriar el carácter. Si como presidente te parecías más a tu guiñol
que a ti mismo, como expresidente te has convertido en alguien que habla desde
una atalaya moral, que se cree que camina por encima de las aguas, aunque,
mirando tus huellas, tu legado, se ve que en realidad avanzabas sobre el fango.
En el fondo piensas, como todos los políticos de tu generación que surfearon la
gran ola del ciclo económico expansivo (Clinton, Blair), que todo lo que va mal
(Trump, brexit, Cataluña) se debe a que tú ya no estás. Y que todo se
arreglaría si los tuyos se tragaran su orgullo y te pidieran que volvieras a
coger las riendas.
¿De verdad piensas que todo
lo que ocurre en la política española no tiene nada que ver contigo? El
Parlamento hecho añicos, la mitad de Cataluña odiando a España sin complejos,
el país pagando todavía la factura de la burbuja… ¿En serio te vas a seguir
haciendo el sueco, queriendo hacernos creer que había que ser Sherlock Holmes
para olerse lo de Zaplana?
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