Puede gobernar Puigdemont o Junqueras. Pero lo más serio y probable es que gobierne el art. 155 de nuestra Constitución.
Estas son las únicas
alternativas: Puede gobernar Cataluña un prófugo de la justicia sentado en otra Pica de Flandes y por medios telemáticos. O, también, puede hacerlo un delincuente desde su celda en
cualquier cárcel de España. Pero lo más previsible es que gobierne el artículo
155 de la Constitución, tanto por el bien de los extranjeros que, para comer,
muerden y se denominan separatistas; como por el bien de los españoles que demasiado
estamos aguantando a esta raza pirenaica. Mejor que siga gobernando el 155.
Hay, del todo, razones y
fundamentos que resulta espantoso
pretender que pueda asumir la responsabilidad de gobernar una comunidad
autónoma un individuo como Puigdemont, imputado por delitos gravísimos tras
atentar contra los pilares de nuestro sistema democrático, sobre el cual pesa
una orden de detención que se hará efectiva en cuanto ponga un pie en el país.
No podría hacerse cargo ni de su comunidad de vecinos. (La verdad es que
tampoco antes de la imputación estaba especialmente dotado… aunque ésa es
materia para otro artículo.) ¿De verdad cree poder regir los destinos de sus
paisanos vía skype, o es que busca desesperadamente salvarse de la cárcel a
través de la Presidencia? En cualquiera de los supuestos está descalificado
para ocupar el despacho al que aspira. Y lo está, además, porque ha demostrado
utilizar ese cargo para conculcar conscientemente el ordenamiento jurídico que
juró proteger al tomar posesión del mismo, lo que constituye otro argumento de
peso en favor de mantener plenamente operativo el citado artículo de la Carta
Magna.
Ahora hemos conocido que, al
menos, 15 millones de euros procedentes del Fondo de Liquidez Autonómica y
destinados al pago de servicios indispensables para los ciudadanos fueron a
parar al proceso secesionista, en flagrante violación de las condiciones
establecidas para acceder a ese dinero. Somos conocedores porque la Policía
Nacional detectó hace algún tiempo una furgoneta de los Mozos de Escuadra llena
de documentos destinados a la trituradora e impidió que los agentes locales
llevaran a cabo su propósito de eliminarlos. Los documentos en cuestión
acreditaban la malversación de esos fondos y el hecho de que la policía
autonómica estuviese colaborando en la comisión de un delito como es la
destrucción de pruebas demuestra hasta qué punto ha penetrado la ponzoña
secesionista en la administración catalana. Lo corrompida que está y cuán
necesario resulta limpiar a fondo esa organización antes de devolvérsela, o no,
a unos gestores que no han vacilado en emplear todos los instrumentos que pone
en sus manos el Estado para tratar de hacerlo saltar en pedazos.
Digo “al menos” 15 millones
porque probablemente serán más, aunque de momento resulta imposible saberlo ya
que el Ministerio de Hacienda ha fracasado en su obligación de velar por la
correcta utilización de ese crédito. La justicia está investigando las cuentas,
con la ayuda de la UCO, y llegará al fondo del asunto. Entonces conoceremos
toda la verdad y Puigdemont, junto a sus cómplices, habrá de responder de sus
actos. Precisamente el segundo implicado en esa gestión fraudulenta se
encuentra en prisión preventiva, lo que no le impide optar igualmente a la más
alta magistratura autonómica. Oriol Junqueras, vicepresidente y consejero de
Economía y Hacienda, sabía perfectamente dónde iba a parar el dinero del FLA.
¿Vamos a brindarle los medios para que vuelva a las andadas?
juanpardo15@gmail.com
https://blogdejuanpardo.blogspot.com.es/
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