Iceta, el Zerolo independentista ha pactado con ERC a cambio liderar el Orgullo Gay de la República Catalana.
Sí, ya sabemos que estamos
en campaña electoral, y una especialmente intensa, donde se hace de todo por
capturar un voto, pero hay líneas que ni aun así se deberían cruzar. Miquel
Iceta, con su propuesta de indulto preventivo, cruzó una de ellas. Lo explicábamos
aquí: en el PSC todavía no saben que se trata de superar el nacionalismo, no de
indultarlo.
La inmensa mayoría de los
socialistas no gays, para nada están de acuerdo en que el Sexsimbol de la barceloneta
utilice promesas demagogas para captar el voto de independientes atorados por
las neuronas y por el culo. Votar se vota porque los elementos de la cuántica –ideología-
indican a quien y porqué tienes que votar.
Las bombas que está lanzando
el Zerolo catalán en plena campaña electoral es un ataque en toda la regla a
los esfuerzos del Estado por restituir la normalidad y el respeto a las leyes
que el procés hizo saltar por los aires. Si para “cerrar heridas”, como
voluntariosamente explica Iceta, es necesario indultar a los independentistas
ahora perseguidos por la justicia, el mensaje es nítido, y alarmante: jueces y
policías están perdiendo miserablemente el tiempo intentando aplicar una ley
que se sabe de antemano que se puede violar impunemente.
La aplicación y la defensa
de la ley han tenido un alto coste para el Estado español y las fuerzas
constitucionalistas. El desafío secesionista y sus consecuencias sociales y
económicas, la persecución judicial de los delitos cometidos y la hábil
propaganda independentista han erosionado la imagen exterior de España. La
defensa del Estado de derecho, antipática en ocasiones contra esta supuesta
revolución democrática de las sonrisas, ha lanzado, por el contrario, un
mensaje crucial, propio de una democracia: las aspiraciones políticas de cada
uno deben discurrir siempre bajo la legalidad. Esa es la única posición posible
para restaurar la convivencia futura en Cataluña y reforzar la democracia
española.
La propuesta de Iceta
contiene dos torpedos de grueso calibre contra dos pilares básicos de una
democracia. Torpedea el principio de la separación de poderes por cuanto
descalifica o convierte en inoperante la actuación de la justicia y fulmina el
principio de igualdad ante la ley por cuanto distingue a los delitos “de origen
político”, merecedores de medidas de gracia. Todo el trabajo iniciado por el
constitucionalismo, echado por la borda en favor de un tacticismo electoral
imprudente, inoportuno y cuya rentabilidad electoral es más que discutible.
Iceta debilita al frente
constitucionalista y sitúa al PSOE en una difícil coyuntura. El partido
socialista no solo no debería avalar con su silencio o su tibieza la idea del
indulto, sino que está obligado a rechazarlo contundentemente por lealtad a la
justicia, a su propio compromiso constitucionalista y a su electorado en toda
España. No es tiempo de ambigüedades. El procés ha tenido una virtud: ha
generado una nueva conciencia política en contra de la tradicional complacencia
de la izquierda española hacia los nacionalismos periféricos. El PSC vuelve,
sin embargo, a las andadas después de la grave fractura liderada por los que
ahora quiere ver indultados. Lo sucedido en Cataluña demuestra que el llamado
“soberanismo moderado” es una entelequia. Jugar a esa carta es un craso error.
Los indultos dependen de la
discrecionalidad del Gobierno de turno, por lo que su adopción debería ser una
medida infrecuente que aprecie situaciones personales y coyunturales de los
condenados muy extraordinarios. Es una injerencia en la separación de poderes
que, afortunadamente, España aplica cada vez menos. De momento, lo importante
es dejar actuar a la justicia, que investiga a unos procesados por gravísimos
delitos, como son la rebelión, la sedición y la malversación de fondos
públicos. En términos políticos, lo que necesita Cataluña son propuestas que
eviten tropezar de nuevo con la misma piedra. No lo contrario.”
“La figura del indulto es un
torpedo en toda la línea de flotación de la separación de poderes (el Ejecutivo
enmendándole la plana a la vez al Legislativo, que hizo la ley, y al Judicial,
que la aplicó) y, por tanto, tiene que usarse con nocturnidad y alevosía,
cuando todo el mundo esté olvidado o pensando en otra cosa. Iceta, al sacar la
cuestión en medio de la campaña… está forzando a que todo el mundo se retrate.
Y todos lo hacen en contra, naturalmente, muy dignos e indignados… Iceta ha
desarticulado los indultos mediante el simple mecanismo de prometerlos.
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