Los Jordis se han dado cuenta de que España es un Estado de derecho y es que la cárcel obliga a meditar y, de paso, a expulsar la rabia contenida producto de la intoxicación cerebral.
Los secesionistas falsean la
realidad económica, social e histórica de Cataluña para lograr que más individuos" les hagan palmas.
La pulsión separatista de
Cataluña era una realidad muy minoritaria desde el retorno de la democracia.
Hasta el año 2012. Ese es el verdadero punto de inflexión en el que la
Generalitat, presidida por Artur Mas, abandonó su tradicional pragmatismo y
renunció a su papel de comodín político en Madrid con enormes retornos
económicos para pasarse al bando separatista, algo de lo que siempre había
huido el histórico Jordi Pujol. Mas hizo un cálculo estratégico para intentar
sumar una mayoría social que le perpetuara en el poder, le ayudara a superar el
acoso social y político derivado de los recortes provocados por la crisis, y
sobre todo, dejara en segundo plano los casos de corrupción que azotaban con
fuerza a Convergència. Para tejer el nuevo relato, la Generalitat y sus
satélites políticos se emplearon a fondo en la distorsión de la realidad, con
una sucesión de falsedades y medias verdades con las que intentaban conseguir
el máximo apoyo ciudadano a partir de la distorsión de la historia y de la
convivencia.
A continuación, un breve relato de las mentiras más repetidas por
la Generalitat y sus satélites. 1. «No estaremos fuera de la UE ni un minuto». De
poco han servido las palabras del presidente de la Comisión Europea, Jean
Claude Juncker, del de la Eurocámara, Antonio Tajani, y las de todos los
comisarios comunitarios. Mucho menos, claro, el análisis de las normas de
pertenencia a la UE. Artur Mas, Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y Raül
Romeva, entre otros próceres del independentismo, han repetido en numerosas
ocasiones que la permanencia en la UE no estaba en discusión con todo tipo de
argumentos, casi siempre inverosímiles, como el de que una Cataluña
independiente sería el segundo contribuyente neto del bloque, solo superada por
Holanda. Angela Merkel, Emmanuel Macron y hasta Theresa May, impulsora del Brexit,
han desmentido ese ensueño en las últimas semanas. 2. «Los bancos no se irán de Cataluña. Las
empresas se pelearán por venir a hacer negocios aquí». Los cerebros del desafío
secesionista nunca pensaron que la burguesía catalana, uno de sus grandes
mentores, fueran a dar la espantada a las primeras de cambio.
El temor a perder
las vías de financiación del Banco Central Europeo, el miedo al impacto
negativo en sus productos de un posible boicot en el resto de España y la
posibilidad de un corralito económico, anunciada por una de las portavoces de
la CUP, desataron una migración en masa de las grandes empresas. Caixabank, el
buque insignia, dio el pistoletazo de salida a la huida masiva junto al Banco
Sabadell. Desde el 1 de octubre, han cambiado su domicilio social a fuera de
Cataluña más de mil empresas, incluidas todas las del Ibex 35, excepto Grifols,
una farmacéutica cuyos principales intereses están en Estados Unidos. Se ha ido
hasta Codorniu, la empresa más antigua de la comunidad, originaria de
1515. 3. La represión policial y los más
de mil heridos del 1-O. La batalla propagandística por el apoyo internacional
llevó a la Generalitat a multiplicar el número de supuestas víctimas de la
violencia policial en las cargas del 1-O. La cifra oficial de heridos se
disparó hasta llegar más de 1.000, aunque finalmente fuentes oficiales tuvieron
que reconocer que solo dos de ellos precisaron ingreso hospitalario. Hasta los
diarios The Washington Post y The Guardian han tenido que pedir perdón por el
uso de información falsa, como muchas de las imágenes utilizadas para denunciar
las agresiones de las fuerzas del orden que, en realidad, eran de otros
conflictos e incluso de otros países. 4.
«En España hay presos políticos». El ingreso en prisión de los Jordis, Sánchez
y Cuixart, presidentes respectivamente de la Asamblea Nacional Catalana y de
Òmnium Cultural, multiplicó el vocabulario victimista del argumentario
secesionista. «Son presos políticos», se apresuraron a definirlos los
principales líderes separatistas en un discurso solo apoyado en el resto de
España por los principales líderes de Podemos y sus confluencias.
Los Jordis
están detenidos y en prisión provisional por varios delitos, no por sus
posturas políticas. También hay numerosos cargos públicos de casi todos los
partidos que han pasado por trances similares en diferentes operaciones
policiales. 5. Un movimiento pacífico. Los organizadores de la parafernalia
separatista hacen especial hincapié en subrayar que el movimiento independentista
tiene un carácter pacifista. Sin embargo, en los últimos meses se han
multiplicado a las amenazas a los discrepantes, con pintadas insultantes y
amenazadoras en casa de familiares de Albert Rivera y otros cargos políticos,
el acoso a alcaldes y otros líderes no independentistas, ataques a sedes de los
partidos constitucionalistas y el destrozo de mobiliario público. En documentos
incautados a los separatistas se habla de la necesidad de incrementar la
presión ciudadana. Destacados dirigentes de la CUP decían al dejar la sede del
Parlamento tras la fallida DUI que el único camino hacia la independencia era
la pelea en la calle. 6. Una mayoría
social. Desde la multitudinaria Diada del 2012, los secesionistas han intentado
hacer ver que la mayoría de los 7,5 millones de habitantes de Cataluña respalda
la independencia. Ese relato no encontró refrendo en las urnas, donde en los
comicios del 2015, presentados como plebiscitarios, la suma de los separatistas
se quedó en el 47 % de los votos emitidos, ni en la calle, donde el pasado 8 de
octubre se pudo ver en Barcelona por primera vez una masiva manifestación de
personas afines a la Constitución y a la unidad de España que demostró la
presencia de otros sentimientos en la sociedad catalana. 7. Las apelaciones al diálogo. Uno de los
mantras más repetidos por Puigdemont y sus aliados es su predisposición a
negociar con el Gobierno central y reclaman para ello una mediación
internacional. Sin embargo, los independentistas no renuncian a la secesión y
solo pretenden fijar en esas charlas las condiciones para un teórico divorcio
amistoso. 8. El respeto a la legalidad. En las últimas semanas, la actitud de
la Generalitat y sus satélites han presumido del máximo respeto a la legalidad
en todas sus actuaciones, cuando, en realidad, no han sido capaces de respetar
ni las propias leyes del referendo -que se celebró sin junta electoral, sin
censo y sin mesas electorales aprobadas- o de transitoriedad aprobadas en el
Parlamento catalán, por no hablar de la vulneración permanente de varios
principios constitucionales, las trampas al Ministerio de Hacienda en el uso de
partidas económicas para pagos no relacionados con la actividad diaria de la
Generalitat y otros artículos del Código Penal.
9. «España nos roba». Uno de los principales mitos de la historiografía
independentista es el supuesto perjuicio que su bonanza económica ocasiona a
los catalanes: con sus impuestos, denuncian, sufragan la solidaridad
territorial en el resto de España. «España nos roba» fue una frase muy utilizada
por Jordi Pujol y Artur Mas, aunque las llamadas balanzas fiscales, la
diferencia entre lo que paga cada comunidad y lo que recibe, muestran que no es
verdad, e incluso otras comunidades, como Madrid, aportan mucho más.
Irónicamente, la respuesta de algunas de las comunidades afectadas por las
críticas de Cataluña les ha respondido que «quien os roba son los Pujol y los
del 3 %». 10. Una historia manipulada. El
relato de los independentistas intenta crear una mitología propia de un gran
estado que inició su declive en 1714.
Los datos reales de los investigadores
desmienten todas esas apreciaciones. Barcelona fue un condado importante en la
España previa a los Reyes Católicos, pero siempre dependiente de la Corona de
Aragón. El fin de la dinastía de los Austrias en 1700 abrió un período de
guerra civil en España hasta 1714. Barcelona se alineó en el bando perdedor,
contra los Borbones, aunque amplios territorios del interior de Cataluña y el
valle de Arán también apoyaron al candidato francés. El héroe de aquellos días
al que se rinde homenaje en la Diada -instaurada como fecha a conmemorar solo
desde 1901- era el patriota español Rafael Casanovas, que llamaba a sus
paisanos a luchar para defender las libertades de España frente al esclavismo
que pretendía imponer Francia. El mando recae en la segunda generación de
inmigrantes. Un estudio del censo publicado hace escasas semanas revelaba que
de los veinte apellidos más repetidos en Cataluña, 18 eran de origen
castellano: García, Pérez, Sánchez, Fernández...
El primero netamente catalán
sería Vila, en el puesto 16. Esa realidad se traslada a los nombres de los
principales dirigentes de los separatistas, que son hijos o nietos de
inmigrantes procedentes de toda España, lo que en el vocabulario de Gabriel
Rufián, hijo de jienenses, serían los charnegos. La familia del mayor de los
Mossos, Josep Lluís Trapero, llegó desde Valladolid, mientras que la de Jordi
Sánchez, de la ANC, lo hizo desde La Alpujarra granadina.
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