Oriol Junqueras vs García Margallo.

En política, hoy en día, todo es debatible y ya si se trata de independentismo catalán se admiten duelos como los del Oeste americano. Oriol  Junqueras y García Margallo se han retado, de momento, sin armas de  fuego visibles a menores de edad. De entrada, todos sabemos el ganador del duelo, pero también sabemos el ganador de las urnas. España está atolondrada, pero Cataluña está agilipollada. El  Ministro García Margallo, el más inteligente de la terna del PP, hará una ponencia impecable y llena de argumentos y razones, pero el mermado de Junqueras se enrocará con cualquier gilipollez y ahí se  puede dar por zanjado del debate.

¿Por qué los de Génova han permitido tal innobleza oratoria? Cuando con decir cualquier mentira piadosa desde la sede se evitaría perder donde se puede ganar o quedar a la altura. Para mi que García Margallo –hombre docto y bravo- se la va a jugar por su cuenta y riesgo. 

Aunque, realmente,  hay ruidos raros de fondo. Hay razones muy serias para que partido y Gobierno se opongan al debate. Por ejemplo, un ministro del Gobierno de la nación no debiera rebajarse a discutir con el número cinco de una lista electoral de una región. Con más rigor, la ruptura de la integridad territorial de España no es discutible para la Administración del Estado porque es algo que está en la Constitución y se asume sin derecho a réplica. Y algo más: un ministro no debiera debatir algo que incumple las leyes de forma evidente y pública ni con quien está haciendo campaña para anular esas leyes en su territorio. Las leyes, empezando por la Constitución, se cumplen, no se debate su cumplimiento, porque es obligatorio.

Quizá haya otras razones menos confesables, pero reales. La principal es miedo: miedo a que el debate favorezca al separatista, tal como está la opinión en Cataluña; miedo a esa imagen de que los asuntos de Cataluña ya se discuten con el Ministerio de Asuntos Exteriores, igual que se tratan con Merkel, Cameron u Obama y no con el Ministerio de Administraciones Públicas; y probablemente miedo a que se convierta en el debate que menos interesa al Partido Popular: que Junqueras le recuerde al ministro sus propuestas de política fiscal, financiación y reforma constitucional y por qué el perverso Mariano Rajoy se las hizo retirar.


Esos son los temores que suscita el debate. Y al fondo de todo, la gran discrepancia: El Ministo de Interior, no representa la línea dominante de dureza del Partido Popular. Margallo es un centrista partidario del diálogo y el pacto, como viene diciendo desde que empezó el lío. Margallo es un «equidistante», palabra que se ha convertido en insulto. Margallo es un hombre que está dispuesto a atender las razones del adversario. El Ministro es la suavidad en la forma y jamás insultará a su contrincante. No me extrañaría que se suspendiera el debate. 

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