Famous love stories. The whole story and rare photos ( rare) Moroe Marilyn , Kelli Grace, Natalie WOD ( Kills unresolved )
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Blog Juan Pardo ZURGENA
La muerte de Paco de Lucía ha dejado un montón de
huérfanos en el mundo del flamenco y de la música en general. Paco ha sido el
más grande de los tocaores. Como a Camarón en el cante, a él le debemos la
universalización del flamenco a partir de su popular tema «Entre dos aguas».
Si
alguna vez se ha preguntado cómo resultaría vivir siendo un dios, piense en
Paco de Lucía: un hombre considerado, sin discusión alguna, sin debates, como
el supremo arquitecto de un arte, las seis cuerdas del flamenco; un señor que
acostumbraba a leer frases como "Decís que soy una leyenda de la guitarra,
pero no tenéis ni idea; sólo hay dos o tres leyendas de la guitarra, y por
encima de todas está Paco de Lucía" -una cita atribuida a Keith Richards
pero que muchos otros han pronunciado en similares términos-. Inmediatamente
uno piensa en la responsabilidad de ser un dios, en la crueldad que supone
haber alcanzado la perfección y, entonces, sentirse tirano de ella. Eso le
ocurría al gaditano, que llegó a afirmar, explicando la tensión que supone
tocar siempre al límite de sus capacidades, que la guitarra es "una hija de
puta". Porque a él, lo que le gustaba, lo que más le gustaba era
"estar tumbado", pescar y comer lo pescado, etc. Cosas sencillas. Las
"cositas buenas" que titularon su último disco, el póstumo. A veces
uno llega a pensar que Dios creó la Tierra simplemente para sentirse con el
derecho a poder descansar a pierna suelta el séptimo día. Para vivir como dios,
aunque sólo fuera por una jornada. Pero los dioses no viven como dioses.
Una vez, un periodista le preguntó a
Paco de Lucía cómo era sentirse un mito viviente, y él respondió: "Yo sólo
soy un trabajador especializado. Entonces se propuso ser el mejor guitarrista
de flamenco, como una salida laboral, como una forma de llenar su tripa y la de
los suyos -mención especial a su padre, un coronel Parker inflexible guiando
sus pasos-. Pero esto del arte por el hambre no es nada nuevo, oigan:
"¡Bach estaba siempre tieso y cada semana tenía que componer una fuga para
la catedral de Leipzig!", repetía Paco de Lucía como ejemplo de que la
creación no sólo es esa cosa tan mitificada de la inspiración, de la magia y el
duende; también es un trabajo. Que se lo digan a todos los flamencos que por
aquella época hacían de las propinas de los pijos y cortijeros en tablaos
semiclandestinos su único 'modus vivendi'.
Por el camino hacia la perfección, Paco
se convirtió en el mejor seiscuerdas de todos, en ese payo que callaría las
bocas de los gitanos -como su futuro otro yo artístico, Camarón de la Isla, que
sostenía que los pielcanela no tenían exactamente lo que hay que tener- y el
que supo hacer entender al jondo con Falla y Albéniz, la rumba con el jazz
fusión? Este ávido lector de Ortega y Gasset -en los últimos años se pasó a la
novela histórica- sacó el flamenco de los márgenes de la intelectualidad y lo
llevó a teatros, palacios de deportes y, cómo no, plazas de toros; que los
flamencos sean considerados hoy artistas y no simple bandasonoristas de juergas
se debe, entre muchos otros, a gente como Paco de Lucía.
También por el camino Paco de Lucía se
volvió "un poco majarón", una persona un tanto "metiíta pa
dentro": durante un tiempo sudaba cada vez que sonaba el teléfono de su
casa; era el ruido que le recordaba que había un mundo ahí fuera que le
requería, que le buscaba y él sentía miedo. Sólo pudo encontrar el silencio en
la alejada de casi todo Toledo, donde restauró un palacio del siglo XV para
convertirlo en residencia-refugio-monasterio y poder alejarse del bullicio que
siempre rodea al jondo; lástima que, cuentan sus vecinos, le martirizara la
campana de una iglesia cercana -el guitarrista no se sentía católico sino más
proclive a las religiones orientalistas-. Quizás por eso le gustaba tanto la
pesca submarina, que practicó durante casi cuatro décadas: ya se sabe que el
silencio del mar es el más elocuente de todos. Allí, ayer, en ese México donde
solía ir para pescar y tumbarse en la hamaca un dios encontró su silencio.
Que dos monstruos dos mitos ole ole y ole y el que no diga ole no entiende de arte
ResponderEliminarLa que estarán liando, estén donde estén. Para poder verlo...
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