Con el incremento de la ineptitud de los
políticos de izquierdas y el paso muy a la derecha, rozando el fascismo, de la derecha.
El estatus de la ciudadanía ha cambiado
sustancialmente en los últimos tiempos, en los que se ha producido una merma de derechos sociales y una transformación de la
relación entre el ciudadano y el Estado, con una evidente
pérdida de soberanía de la ciudadanía. Así lo ha expuesto Saskia
Sassen en algunas de sus más
conocidas obras, entrevistas y debates. Y por eso, el encuentro ciudadano celebrado con la Premio Príncipe de
Asturias de Ciencias Sociales 2013, prometía. Lástima que la amenaza de
lluvia hiciera que el acto, que en principio iba a celebrarse en la calle,
tuviera que ser trasladado al atrio del Museo Arqueológico de Asturias, un cambio
que condicionó tanto el desarrollo del evento como el coloquio posterior con
los ciudadanos.
Saskia Sassen , socióloga holandesa se
refiere a la Ciudad Global como un lugar estratégico, indeterminado, un
espacio “del poder” pero también “de los sin poder”, de bordes
sistémicos (sistemic edges) en
la terminología de la propia Sassen, pero en el que ya es visible la huella
urbana del capital global en forma de expulsiones. Desde los años ochenta la
lógica es la expulsión y las políticas de austeridad no han hecho sino acrecentar
este proceso, ensanchando la desigualdad y expulsando del espacio
económico a muchas personas.
Sassen suele ir siempre más allá, por
eso no se conforma con contextualizar sino que trata de aportar soluciones a
los problemas que encara la ciudadanía. Una de ellas es la relocalización de los medios de producción, una afirmación un
tanto voluntarista pero que cobra mucha actualidad en Asturias, donde se está
destruyendo gran parte del tejido industrial debido a las deslocalizaciones, una práctica ante la
que los gobiernos autonómicos y locales (también el central) se sienten
impotentes. Para Sassen es posible un crecimiento en un espacio más pequeño,
que permita compensar los desequilibrios producidos por la globalización.
Las capabilities, opina,
son cosas del pasado, hoy se opera con otras lógicas. Por eso, dice, la
ciudadanía se ha transformado a medida que los ciudadanos han ido perdiendo
derechos, y aquí está el germen de una política informal.
Pero ¿quién se ha quedado con los
derechos sociales? Las políticas fascistas de la derecha e igual con necedad de las de izquierdas han acabado con lo que quedaba del Estado de Bienestar (Welfare State), pero también las clases
medias. Una afirmación, ésta, que
puede resultar un tanto polémica. Las clases medias han sido, quizás, las
mayores beneficiarias del Estado del bienestar, pero también las mayores
contribuyentes netas. O quizás sería mejor decir que gracias al Estado de
Bienestar las clases medias se engrosaron. No en vano, asistimos desde el
comienzo de la actual crisis a un adelgazamiento sustancial de su contingente. Causa y efecto.
Para Sassen “la ciudadanía no está
despolitizada sino alienada ante un Estado que no la escucha”. De ahí que los movimientos
sociales sean también objeto de sus investigaciones. En esta ocasión, se
refirió a los movimientos de indignados, a los que reprochó, sin embargo, una
ausencia de objetivos políticos. Pero hacer ciudadanía significa una forma diferente de hacer
política, basada en prácticas ciudadanas en el espacio urbano, tal y como la ha
definido la propia Sassen en otras ocasiones, con un término que me gusta
mucho, “micro-transformaciones en el nivel de la vida cotidiana”. Por eso los
movimientos de indignados, y en concreto el 15-M, o los “15 emes”, como le
gusta decir a un colega, trabajan con esa lógica que va más allá de la protesta
frente al poder. Una lógica de visibilización pero también de trabajo en red.
Por ejemplo, en España, esa efervescencia de
las movilizaciones pasó, pero ha quedado el poso. Podríamos decir
que hoy el 15- M funciona como “células dormidas” y ha derivado en
grupos de trabajo, movimientos vecinales y plataformas ciudadanas que como la
PAH están obteniendo victorias parciales, por ejemplo, frenando desahucios.
¿Acaso no son ese tipo de
micro-transformaciones a las que se refieres Saskia Sassen cuando habla de
recuperar lo público para cambiar una política institucional que ha expulsado del espacio económico a muchas personas? Sennett, que ejerció para la
ocasión como distinguido consorte, y de quien echamos de menos un mayor
protagonismo en el acto, nos había dado la clave para hacer ciudadanía: “la pérdida
de derechos no es un destino”. Sin moral la política se hace miserable
No tiene desperdicio. Gracias, Juan.
ResponderEliminarLa realidad escrita.
ResponderEliminarJuan es buenísimo.
ResponderEliminarEse es el modelo a seguir
ResponderEliminarLindo muy lindo, Juan.
ResponderEliminarMucho me temo que dejen de privatizar y sean privados de libertad.
ResponderEliminarMuy cierto, Juan
ResponderEliminarEvidentemente, eso se lleva haciendo desde Aznar y Zapatero hizo una cosa magnífica, PRIVATIZÓ LO QUE DABA DINERO CON LO QUE SE QUEDARON LOS DE SU SECTA y nos dejó lo que daba pufos para que lo pagáramos los españoles
ResponderEliminar