La Ética política a la deriva


El beso. Gustav Kimt.  Todo ética
Por muchos inyecciones de moral que nos intenten “meter” Botín y su lacayo, Rajoy. Hay crisis y lo que es peor se está engendrando otra crisis, en esta se debe incluir la de valores.  Pero nuestros males no tienen remedio -y esto es lo peor- no solo nos estamos quietos a verlas venir, nos obligan por Ley. Porque no solo atravesamos una crisis económica, sino también otra quizá todavía peor: una crisis ética infecunda. Basta escuchar a algunos mamelucos de la política para percibir la dimensión del mal. Me refiero por igual a los interesados demagogos del “todo va bien” como a los líderes de verbo incendiario que solo hablan de derechos, fomentando así la insensatez social y el desequilibrio mental de otros tantos.
 No solo me quiero referir a los atracadores de banco con llave y autorización gubernamental, a los eres, a que el Gobierno esté comprando armas para los fascistas de la  Fundación Francisco Franco, al endeudamiento comunitario, al por culo que dan los catalanes, etc.   También manifiesto a tipos marginales y estrafalarios como Cañamero o Sánchez Gordillo, y a otros que tienen a mucha gente sensata detrás. ¿Cómo entender que, en plena crisis, jamás se les pase por la cabeza eso de los sacrificios necesarios para superar la situación? ¿No se dan cuenta de que sus ocultaciones y mentiras solo ceban la crisis ética que nos debilita? Por estancamiento.

Es meridianamente lógico que algunas personas caso de Ada Colau, que se ha declarado de profesión «activista»- se apunten a ello. Es su oportunidad de ser oportunistas. No por oportunismo de la oportunidad.  Pero lo cierto es que no hay ética sostenible en los apaños en beneficio propio ni en exigir derechos y ocultar las contrapartidas de deberes u obligaciones. ¿De qué sociedad hablan? ¿Dónde triunfó su virtuosa ecuación?

La ética no es una cuestión menor. No en vano supone una racionalización de la moral, del deber y de la felicidad de los seres humanos y de los pueblos. En su base no pueden estar las falacias ni las ocultaciones, que contradicen el propio hecho moral. Sin embargo, algunos pretenden incansablemente que ese hecho moral -es decir, la ética- sea la parte más débil, si no excluida, de la actual argumentación política en España.


¿Dónde quieren que vayamos a comer, cagar , beber y mear?  El desprestigio de la política y la laxitud moral de nuestra sociedad. Si miramos en derredor, veremos que la mayor parte de nuestros políticos ya no se esfuerzan en disimular sus intereses, y menos aún aquellos que ya consideran la ética una vetusta por vieja y maltratada. Pero ojo, vetustos e innobles políticos, disparamos o mordemos




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