Foto oficial del Papa, Francisco |
Unida a Cristo, la
Iglesia es, en medio del mundo, "sacramento"; es decir, signo e
instrumento, de la cercanía y de la proximidad de nuestro Dios. La Iglesia es
la "realidad compleja" - humana y divina - , el canal de la gracia, a
través del cual se difunde en el mundo el amor misericordioso de Dios.
Quien quiera conocer
qué es la Iglesia que contemple su liturgia, su culto. Una antigua máxima
cristiana reza: "Lex orandi, lex credendi", la norma de la oración se
corresponde a la norma de la fe. Los contenidos se la fe se expresan
plásticamente en las palabras y en los ritos que conforman el culto cristiano.
Así sucede en la
"Santa Misa para la inauguración del ministerio petrino", la
celebración solemne en la que el nuevo Obispo de Roma, el Papa, comienza su
tarea de Pastor de la Iglesia Universal. Esta Misa no es un discurso, es una
acción sagrada cargada de simbolismo.
En el Papa se hace hoy
presente el ministerio de Pedro: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia". El Sumo Pontífice, acompañado por los Patriarcas de
las Iglesias Orientales, baja al sepulcro de San Pedro, en la Basílica
Vaticana, para orar, y para incensar la tumba del Príncipe de los Apóstoles.
Desde allí se inicia la procesión hacia la Basílica, mientran se cantan las
"Laudes Regiae", Las Letanías de los Santos. Una invocación que pone
de manifiesto que el Papa no está solo. Es más, ningún creyente está solo, sino
siempre acompañado, guiado y conducido por los amigos de Dios, por la muchedumbre
inmensa de los santos.
Al Santo Padre se le
impone el palio, una insignia de lana blanca que pende de los hombros sobre el
pecho. Es una señal de yugo suave de Cristo, que no nos hace esclavos sino
libres y, asimismo, una imagen del Buen Pastor que carga sobre sus hombros la
oveja perdida. La misión del Papa es una misión de amor, de misericordia, de
compasión, que prolonga en el tiempo el amor misericordioso del Señor.
Al Papa se le entrega,
además, el Anillo del Pescador, el "sello de Pedro", el Apóstol que
manifestó su esperanza echando las redes en el mar de Tiberíades y a quien
Jesucristo confió las llaves del Reino de los cielos. El Papa, Sucesor de
Pedro, habrá de seguir echando las redes para rescatar a los hombres en el mar
de la historia y atraerlos al agua pura, vivificante, del Evangelio.
Una representación de
los cardenales prestan obediencia al Santo Padre y, a continuación, se celebra
la Santa Misa, el sacramento que es centro y cumbre de la vida cristiana
mediante el cual el Señor Resucitado sigue edificando su Iglesia.
Lo invisible se hace
visible. La Palabra de Dios resuena en la predicación viva del Evangelio. Y el
oficio de Pedro se perpetúa en el oficio del Papa. Hoy, Francisco. Que San
José, Esposo de la Virgen María y Patrono de la Iglesia Universal, guíe los
pasos del Papa, Obispo de Roma, Sucesor de Pedro, Cabeza visible del pequeño
rebaño del Redentor
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