Cada 4 años, en EEUU, empieza una guerra
mediática donde todo vale y esta vez no va a ser menos, igual copian a España o
vete tu saber. La campaña electoral USA/2004 se vio animada por el escándalo
Swift Boat. El candidato demócrata John Kerry fue denunciado por manipular su
pasado y mentir sobre las medallas recibidas durante su participación en la
guerra de Vietnam, en España esto es un pecado venial. Da igual ahora la
opinión que tengamos de aquella guerra o de la ideología de aquel candidato
demócrata. Lo significativo es que se orquestó una campaña de calumnias para
desacreditar de forma meticulosa a un político. El millonario que financió la
campaña es hoy uno de los grandes donantes en el apoyo económico a Romney, el
candidato republicano actual. Esto se llama ideología pura.
La transparencia
y la rigurosa son las principales claves de la soberanía civil. La información
difundida por Wikileaks reafirmaron que EE.UU tiene por costumbre actuar de
forma oscura en muchos asuntos habituales de la política internacional y los gobiernos
del mundo, democráticos o no, suelen plegarse a sus presiones, aceptando el
juego de la oscurantismo estadounidense. Tratados como niños, los habitantes de
las democracias son invitados a renunciar al conocimiento de la verdad y a las
actuaciones éticas en nombre de la seguridad. Gracias a Wikileaks, por ejemplo,
nos enteramos de que el Gobierno de España entorpeció la libre investigación
del asesinato en Irak del periodista José Couso por el ejército norteamericano.
Tan papistas somos que cotribuimos para que lo maten en cualquier cárcel
americana.
El fundador de
Wikileaks, Julián Assange, tardó poco en sufrir una campaña de desprestigio.
Una inconsistente denuncia por violación fue aceptada en Suecia. La Justicia inglesa lo
persiguió para extraditarlo a aquel país, que completará el proceso
extraditándolo después a Estados Unidos para que sea castigado por sus
impertinencias. Ecuador, un país tratado con desprecio en muchas informaciones,
le ha dado refugio en la embajada de Londres y está a punto de concederle asilo
político. Grandes valedores oficiales de la democracia como Gran Bretaña y
Estados Unidos presionan al humilde Ecuador. La desvergüenza de este caso es
tan notable que, si no está pronto en los Estados Unidos para ser juzgado, es
de temer que la realidad se transforme en una mala película de espías y Assange
sufra de pronto un accidente desgraciado. Correa acaba de afirmar que no tiene
otra opción.
Los nobles, los
pelbeyos y los puros del lugar se precipitarán a recordarme nuestra sabiduría:
de qué te sorprendes, qué te esperabas, las cosas están así. ¿Qué me esperaba?
¿Qué sigo esperando? Una versión decente de la democracia y una mayoría
dispuesta a defenderla. Es decir, un modo menos tramposo de entender la palabra
rigor.
Cuando nos
ponemos a enjuiciar la realidad y de intervenir políticamente en ella es más
importante la referencia del sentido común de las mayorías que la opinión de
los iniciados. En los debates sobre las causas y las salidas de la crisis es
muy común que los defensores del poder establecido desprecien en nombre de la
seriedad cualquier interpretación que presente verdaderas alternativas. Siguen
sintiéndose portavoces de la seriedad los que han degradado la vida de los
ciudadanos con sus políticas inquisidoras y luego la han rematado con sus
presuntas soluciones.
Todo esto
funciona así porque el sentido común de la mayoría, por fatalidad, miedo o
ignorancia cultivada, tiene la costumbre de confundir la palabra seriedad con
los preceptos interesados de las élites dominantes. Alguien puede afirmar que
si la gente cree en las recetas y las explicaciones de los poderosos es porque
algo tendrán de cierto. Pero comprender la historia supone admitir que las
mentalidades sociales han servido durante siglos para justificar los
privilegios de dioses, supersticiones, tiranos, dueños de esclavos, señores
feudales y reyes injustos. Supone también aceptar que las sociedades sólo han
avanzado y se han hecho más justas cuando un nuevo sentido común ha justificado
los momentos de rebeldía.
Esta revolución es imprescindible que la gente
refunde su experiencia, sea consciente de su realidad y rompa el predominio
virtual de la seriedad establecida. Tenemos hoy más de mil motivos para reírnos
con lágrimas negras de esa seriedad que va de mentira en mentira, de atropello
en atropello, de robo en robo. Ahora se trata de formular otro tipo de
seriedad, la seriedad de una democracia decente y con fundamentos.
Es curioso como los países demócratas tienen los mismos vicios que las mas oscuras dictaduras...es como si regodearan en el engaño.
ResponderEliminarGrande juan.¿ version decente de la democracia ? Tus escritos me han hecho reflexionar, es un disfraz mal puesto de democracia, intentan qye no se vea el fondo, pero como esta tan mal puesto, se les van saliendo las ropas reales, que no pueden tapar el disfraz, y asi, van pasando las "democracias", gracias por compartir conmigo,
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarVos crees q yo me voy a poner todas esas pelotudeces q no tengo nada para hacer??? Pensa lo q quieras yo sigo sosteniendo lo q pienso, NO VOY A CAMBIAR!!!
ResponderEliminarSuerte!
Con valor añadido.
ResponderEliminarMuy bueno, Juan.
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