Desde
que entró el nuevo Gobierno hemos visto
nombramientos que, poco más o menos, no han perdido dinero respecto a su
anterior actividad, pero, en no pocos casos, el paso de la actividad
profesional a la
Administración les ha supuesto un recorte bastante grande en
sus ingresos. Por ejemplo, el de un secretario de Estado, que ha pasado a ganar
unos 65.000 euros/año, cuando en su cargo en una gran empresa financiera, en la
que se encargaba del Gabinete Jurídico, ganaba 1.500.000 euros/año.
Además,
los políticos y su sueldo están en el punto de mira de la opinión pública. De
ellos se pretende que sean los mejores en sus respectivos campos, pero que
cobren por ello menos que un trabajador medianamente cualificado. Se confunde
en ellos los privilegios del poder con los del dinero, pues si tienen de lo
primero, desde luego muy poco de lo segundo.
Aunque
en España consideramos rico a quien gana un euro más que nosotros y, desde ese
punto de vista, los altos cargos políticos son más ricos que los que ganan
menos de cuatro (secretarios de Estado) o cinco mil euros al mes (ministro).
Pero muy pocos ejecutivos de empresas o profesionales están por debajo de esa
cifra. Y, lo pongamos como lo pongamos, al menos habrá que considerar en la
categoría de ejecutivos a los miembros del Ejecutivo.
Aquí
queremos políticos de altura, baratos, y si puede ser que sean altos, rubios y
con los ojos azules. Y, milagrosamente, en algún caso lo conseguimos, porque la
llama del poder atrae a veces más que la del dinero. Pero no podemos engañarnos
por el populismo barato. Nuestros políticos tienen retribuciones relativamente
austeras que, en algunos casos, sólo se justificarían por la posibilidad de
incrementarlas a su salida del Poder por el currículum agrandado en la Administración , lo
que no es, necesariamente, bueno porque su actividad pública dejaría de ser un
servicio para convertirse en un muelle que le catapulte profesionalmente.
La
profesión, porque es una profesión, de político no es, precisamente, un
negocio, y cuando se interpreta así se llega a la corrupción, excepción
llamativa pero afortunadamente escasa entre nuestros dirigentes. Por ello, más
preocupante que el dinero que se gasta en políticos es la calidad profesional
de éstos. Pues con el deseo de proletarizar la política, ésta sólo se convierte
en tentación cuando conduce a un muy alto cargo, pero no cuando lo hace en los
puestos intermedios aunque decisivos en la Administración
pública. Por lo que la tendencia resultante, no hay lugar a dudas será mediocre
y hasta viciada de oscurantismo.
Ya
estamos acostumbrados a ver como determinados empresarios que, también, roban más
que los políticos y ganan 20 veces más que ellos. También es cierto que cobran
con toda justicia y lo hacen, además, de empresas privadas que son muy libres
de pagar lo que quieran. Pero el origen de los sueldos no impide que se hagan
las cuentas. Se pague de una empresa o del dinero público, la cantidad neta es
la que es, y nuestros políticos están a años luz de lo que se consideran
ingresos profesionales, son deficientes mentales en su mayoría.
Mirta Nora |
¿Cuántos
años llevan los socialistas con la igual por abajo? Lo que ellos llaman
progreso o progresista y solo ha llevado a eso, falta de progreso. Porque el
socialismo confundió la igualdad de oportunidades con la igualdad de recompensas. Lo que importa
es la nómina, y no el trabajo, la dedicación o el sacrificio para conseguirla.
Se recuerda la máxima marxista de “a cada uno según su necesidad” y se olvida
la otra parte de ella: “a cada uno según su capacidad”. Una cosa es ayudar a la
subsistencia de los más desfavorecidos y otra criminalizar a quien progresa
desde su entrega y su lucha. Envidiar a quien más tiene es la forma de ocultar
la falta de ambición o dedicación para conseguir más de lo necesario.
El
empecinamiento de que un Ministro gane lo que un electricista o un periodista
es muy enternecedor, pero con ello sólo se podrá fichar para un Gobierno a un
periodista o a un periodista, en todo caso, al final nos encontramos en la
lista de los fichables a unos cuantos profesionales de prestigio y a una
infinidad de funcionarios a las órdenes del de partido, que pueden ser más o
menos competentes pero a veces no han sido responsable de una sola actividad
productiva en la realidad.
Solo
hay que ver el historial académico y profesional de los nuevos cargos del PP
para saber que están a años luz de los del anterior Gobierno del PSOE. Pero
incluso ahí, pocos de ellos han llevado un mínimo proyecto empresarial. Y
tienen en sus manos la empresa España a la que, por cierto, hay que sacar de la
quiebra. Claro que lo de Zapatero fue impresionante. Hasta el mismo presidente
del Gobierno pasó de tener una secretaria a tres millones de empleados. Y por
lo menos él, terminó la carrera, los otros casi ninguno.
Pero,
realmente, por lo que están
desprestigiados nuestros políticos es por su falta de preparación y nivel
cultural, no por su sueldo. Si por a relación de ambos términos. España con un
65% de los diputados que no pasan el nivel académico de grado medio, no puede
salir, nunca adelante. Y, si bien deberían dar cuenta de sus errores de
gestión, y aún más del derroche fraudulento del dinero de todos, también sería
justo que se premiara sus aciertos, aunque pocos o ninguno tienen.
Sr. Juan, los pocos estudios de los Socialistas, ¿podrían ser la causa o la justificación de todos los fracasos del socialismo? ¿Podría explicar eso porqué el Psoe lleva a España a la ruina cada vez que puede?
ResponderEliminarHay pocos empresarios que no sean unos autenticos sinvergüenzas. Hay honrrosas excepciones, que pronto se arruinan, eso si. Por lo que esto no es garantía de que serían buenos políticos.
ResponderEliminarLos políticos cobran poco, puede ser. Pero es que hay demasiados. Tal vez si se suprimieran las autonomias, el senado y otras inutilidades, se les podría pagar mejor.
Y para qué servirá la carrera de Ciencias Políticas? será para los albañiles? Qué estudios se les exige a un político? Se les exigen algunos?
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