El PSOE dispuesto a dividir la Iglesia Católica.... CON LA IGLESIA HA TOPADO.

  


   El diario La Razón, eficazmente dirigido por Francisco Marhuenda, Rocío Esteban ha publicado una entrevista con el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida. Se trata de un documento periodístico de primer orden que subraya la calidad profesional de la periodista que lo ha realizado.

 Entre cien afirmaciones en las que el alcalde demuestra su sagacidad política, quiero referirme a esta por su actualidad: “La izquierda no adora al Papa Francisco. Solo quiere sembrar discordia dentro de la Iglesia”. Acierta Almeida. Seguramente hay excepciones, pero el espectáculo de los intelectuales, políticos y periodistas de izquierda y de extrema izquierda volcados en el elogio al Sumo Pontífice Francisco apenas encubre el propósito de dividir a la Iglesia Católica para resquebrajarla. El divide y vencerás es una fórmula política utilizada mil veces desde Julio César, casi siempre con resultados positivos.

 Después de la Monarquía japonesa, la Iglesia Católica es la institución más antigua de la Historia. Ha superado los más varios embates y todas las maniobras sectarias y excluyentes. Los cardenales que ayudarán al Espíritu Santo a elegir al nuevo Pontífice lo saben muy bien y aunque incluso las personas más inteligentes si no se tragan el elogio al menos lo paladean, votarán conforme a lo que consideren lo mejor para la Iglesia Católica. El nuevo Papa podrá diferenciarse en matices de Juan Pablo II o de Francisco, pero la doctrina de Cristo permanecerá, como ha sucedido a través de la continuidad de los siglos. Los ataques desmesurados de algunos representantes de la ultraderecha contra el Papa fallecido, los elogios reiterativos de cualificados hombres y mujeres de la izquierda y la ultraizquierda, no van a alterar la serenidad del Cónclave. Tampoco distorsionarán la marcha de la Iglesia Católica. La anécdota es circunstancial, la categoría permanente. El divide y vencerás puede hacer daño, pero no ensombrecer la realidad de una Iglesia que el domingo demostró su ecumenismo, su universalidad y su libertad. Porque, conforme al Evangelio de San Juan, es la verdad lo que nos hace libres.

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