TALLERES DE JUSTICIA RESTAURATIVA EN LA CÁRCEL: "Para que presos de ETA dialoguen con familiares de sus víctimas".
Cada paso que da el Gobierno
para contentar a lo peor de cada aliado más mete la pata y más crispa al
pueblo. Esta medida data de Zapatero, pero siempre y cuando ETA hubiese
entregado las armas, mostrado pruebas de arrepentimiento y sin delitos de
sangre. O sea, para colaboradores de la banda terrorista.
Pero Pedro Sánchez, como
siempre hace la cagada del más allá. Tanto es así que los presos de violencia
de género no pueden asistir a dichos encuentros. Si asesinos son unos, “mataores”
son los otros. El código Penal dice que ni unos ni otros pueden progresar de
grado, o sea, tienen que cumplir 25 años de condena para obtener un simple
permiso “vacacional”, ahora con la escasez de turistas, igual bajan el tiempo
de condena ininterrumpida y los ponen a repoblar hoteles y playas.
Veinte de los 190 miembros
de ETA recluidos en cárceles españolas han solicitado participar en los
talleres de justicia restaurativa puestos en marcha por Instituciones Penitenciarias
para que los condenados por todo tipo de delitos se sienten cara a cara con sus
víctimas y les pidan perdón, según fuentes políticas vascas y confirmado por
instituciones penitenciarias. El objetivo, a semejanza de los celebrados en
2011 con reclusos arrepentidos o en vías
de arrepentirse acogidos a la llamada Vía Nanclares (Prisión de Álava), es que
las víctimas consigan una reparación, al menos simbólica, por el daño sufrido
y, a la vez, facilitar la reinserción de los presos haciéndoles conscientes del
dolor que han causado.
Pero llegó el Gobierno de
Rajoy y dijo que en aquellos “diálogos
restaurativos” no encajaban los presos de ETA ni los penados por violencia de
género y delitos sexuales. Fuentes oficiales de Instituciones Penitenciarios el interés de un grupo de etarras por
intervenir en estos talleres y el respaldo del Ministerio del Interior a la
iniciativa. “La justicia restaurativa es, sobre todo, un derecho de las
víctimas, pero también una oportunidad de reinserción para los condenados,
incluidos los presos de ETA, que tienen el mismo tratamiento que el resto de la
población reclusa”.
Vuelve el contacto PSOE/BILDU y como que los presos etarras que
han solicitado participar en estos encuentros están recluidos en las cárceles
de Asturias, Burgos, Logroño y El Dueso (Cantabria), en las que en la
actualidad hay 66 integrantes de la organización terrorista, por lo que están
localizados –solo bastaba que un preso no estuviese localizado- pueden y deben
participar en dicho encuentros restaurativos,
aunque la asistencia de familiares de las víctimas sea escasa o nula. Para
efectos de beneficios penitenciarios, solo basta con que les remitan una carta de arrepentimiento a algún familiar
de su víctima.
Los reclusos de ETA ya han
sido informados de que su participación en el taller, de momento, no les supondrá ni una reducción de la pena ni
el acceso a beneficios penitenciarios, hasta que la Junta de Tratamiento no
observe que la evolución ha sido positiva. . Es la forma de garantizar que su
interés es sincero, que no buscan ninguna ventaja que vaya más allá del plano
estrictamente personal. No obstante, Instituciones Penitenciarias admite que
los equipos de tratamiento de las cárceles sí tendrán en cuenta esta actividad
a la hora de hacer las valoraciones para, por ejemplo, progresar al tercer
grado o semilibertad o acceder a permisos a los presos.
Esta iniciativa se pone en
marcha después de que Interior pusiera fin de un modo simbólico, el pasado 1 de
julio, a la política de dispersión con el anuncio del traslado de los cuatro
últimos reclusos de la organización terrorista que permanecían en cárceles de
Andalucía. Ahora todos los presos están en cárceles del norte, más cercanas al
País Vasco. La medida se ha visto acompañada también de un paulatino cambio en
el régimen de vida al que estaban sometidos los reclusos etarras, de los que
solo quedan tres clasificados en el primer grado o régimen cerrado, el más
duro. Estas medidas se han visto acompañadas de un cambio también significativo
en la actitud de los etarras dentro de prisión, que, en algunos casos, se ha
traducido en cartas de arrepentimiento.
INSTITUCIONES
PENITENCIARIAS, estatuto de la víctima ¡Manda huevos¡
Los talleres de justicia
restaurativa que van a seguir los presos etarras no son nuevos. Contemplados en
el artículo 15 del Estatuto de la Víctima, se realizan desde 2016, aunque
entonces solo se ofrecían a condenados que cumplían sus penas a través de
medidas alternativas, no dentro de prisión. Además, los encuentros no se realizaban
con víctimas directas, sino con otras que habían sufrido la misma infracción
penal por la que habían sido condenados. En enero de 2020, Interior extendió la
iniciativa a aquellos que cumplen sus penas privados de libertad y, además,
incluyó la posibilidad de que fuera con las víctimas de sus delitos. En lo que
va de año, han participado en ellos 258 condenados (17 de ellos mujeres) por
delitos que van desde el homicidio y el asesinato a las lesiones o los robos
con fuerza.
El programa contempla para
los presos 10 sesiones de preparación de cuatro horas de duración cada una que
se celebran semanalmente dentro de prisión. Al término de las mismas, son los
mediadores, junto a los técnicos penitenciarios, los que deciden si, una vez
terminadas las sesiones, los reclusos están preparados para celebrar el
encuentro con la víctima o si, por el contrario, se les saca del programa o es
necesario que asistan a más sesiones de las inicialmente previstas.
En el folleto informativo
que se facilita a la víctima antes de iniciar todo el proceso, Prisiones
detalla que el objetivo del encuentro es que esta pueda explicar en persona al
recluso “cómo vivió [el delito] y qué consecuencias se han derivado de aquella
vivencia”. También se busca que el condenado se responsabilice de su acción y
pida perdón. El programa contempla que el encuentro —que está previsto que se
celebre en una o dos sesiones como máximo— sirva para acordar “medidas de
reparación del daño derivado del delito” reales o simbólicas.
Instituciones Penitenciarias
hace una “sesión de seguimiento” final con la víctima para, antes de cerrar
todo el proceso, constatar que esta ha recuperado la “tranquilidad personal”.
El documento recalca que en ningún caso se pide a la víctima que perdone al
delincuente, aunque el folleto señala que “en ocasiones esto deviene de forma
natural en el encuentro”. En el caso de los presos, serán los profesionales de
la cárcel los que valorarán si el arrepentimiento del delincuente es “sincero”.
El protocolo de la justicia
restaurativa recalca tanto la “confidencialidad” de todo el proceso como el
carácter “voluntario” de la participación de la víctima, con la que se
contactará para hacerles el ofrecimiento a través de la Fiscalía o las oficinas
de atención a las víctimas de las comunidades autónomas. También se recoge que
tanto la persona afectada como el condenado pueden decidir “en cualquier
momento” no seguir adelante.
INFORME:
A finales de 2008, el
Ministerio del Interior empezó a trasladar a los presos de ETA críticos con la
banda a prisiones próximas al País Vasco. Los que daban un paso más y firmaban
una carta rechazando la violencia, pidiendo perdón y comprometiéndose a hacer
frente a las indemnizaciones, fueron enviados a la cárcel alavesa de Nanclares
de Oca, donde en 2011 surge la iniciativa de encuentros con las víctimas, la
Vía Nanclares.
Josu Elespe, hijo de Froilán
Elespe, primer concejal socialista asesinado por ETA, se reunió con un
disidente de la banda; Maixabel Lasa, con dos de los asesinos de Juan María
Jauregui, su marido; Emiliano Revilla, con su secuestrador, Joseba Urrusolo
Sistiaga; Rosa, víctima de Hipercor, con Rafael Caride, condenado por el
atentado. También participaron en estas entrevistas los exmiembros de ETA Iñaki
Recarte, Fernando de Luis Astarloa o Valentín Lasarte.
En 2011, el PP ganó las
elecciones y el nuevo Gobierno no siguió la línea iniciada en Nanclares. Los
encuentros con mediación previa se frenaron.
Comentarios
Publicar un comentario