Pablo Iglesias y Albert Rivera dicen que no pactarán con Sánchez. Pablo Iglesias y Rivera hará lo que diga su “dueño”, el okupa de La Moncloa
Pero repasemos sin olvidar y mañana lo veremos, la única base electoral del PSOE es ir de víctima, como así, en su día lo hizo Zapatero. Cuando, también el
líder de Ciudadanos prometió con solemnidad que jamás volvería a pactar con
Sánchez. En ese instante, el equipo de campaña del presidente del Gobierno se
frotó las manos al contemplar ante sí todo el espacio de centro listo para ser
ocupado. Y en eso está Sánchez. En eso y en evitar cualquier pifia –por
ejemplo, en un debate televisivo– que dé al traste con una estrategia
milimétricamente trazada.
Una vez rescatado el voto
que se le fugó a Podemos, se trataba de recuperar apoyos por el otro lado. Y
para ello, tanto Sánchez como María Jesús Montero, su enviada todoterreno a
esos debates en los que siempre se puede meter la pata, restan carga ideológica
al discurso con el fin de atraer, no ya al votante entusiasta, sino al que
deposita su papeleta como un mal menor. Captar el voto radical y el moderado al
mismo tiempo es el gran reto. Es también el empeño de ERC en Catalunya, aunque
a Gabriel Rufián le cueste embutirse en el traje de político prudente y
comedido. ¿Y el resto de partidos?
A estas alturas de la
campaña, los demás se definen en función de un posible gobierno de Sánchez. El
PP y Ciudadanos piden el voto para impedir que el socialista se alíe con el
secesionismo y haga pedazos España; Podemos reclama apoyo para que Sánchez no
se asocie con la derecha de Rivera, y los independentistas lo hacen para que en
la Moncloa no se olviden de que tienen un problema en Catalunya. ¿Y Sánchez?
¿Cuál es el gobierno que persigue el líder del PSOE?
Obviando la meta casi
imposible de una mayoría absoluta, el objetivo de Sánchez es conseguir un
resultado que le permita gobernar en solitario con el apoyo de Podemos, el PNV,
Compromis y los catalanistas. Ese es el escenario que en la Moncloa consideran
factible y más cómodo. ¿Por qué no el del pacto con Ciudadanos?
Un acuerdo del PSOE con
Rivera no es descartable si de las elecciones del 26M –municipales y
autonómicas en 12 comunidades– resulta un escenario en el que ambos partidos se
jueguen gobiernos clave. Pero Sánchez es muy consciente de lo que le ha costado
taponar la fuga de votos hacia la formación de Pablo Iglesias, un empeño al que
se aplicó desde el primer día que tomó posesión como presidente con el anuncio
de un gobierno feminista hasta el último de los “viernes sociales”. Y un pacto
con Cs volvería a poner en riesgo el flanco izquierdo del PSOE, seguramente el
más frágil, el que se desmoviliza con mayor rapidez ante cualquier desencanto.
Dejaría despejada a Iglesias la autopista de la izquierda. Es probable que el
líder de Podemos reclame entrar en el Gobierno, algo que no está ahora mismo en
los planes de Sánchez. ¿Y el independentismo?
La campaña de ERC y JxCat
consiste en combatir el voto útil hacia los socialistas como freno de la
derecha. Para ello, Oriol Junqueras redactó una carta en la que abría el camino
a votar una eventual investidura de Sánchez sin condicionarlo a la negociación
de un referéndum de autodeterminación. Al difuminar la principal línea roja, el
independentismo transmite el mensaje de que el gobierno de izquierdas está
garantizado si de ellos depende, pero que conviene que lo sea condicionado para
que aborde el conflicto catalán. Por eso, los republicanos consideran esencial
ganar estas elecciones generales en Catalunya. Ahora mismo las encuestas
arrojan un resultado igualado entre el PSC y ERC.
La intención de Sánchez es
continuar con la política de diálogo y desinflamación con la Generalitat,
aunque sin discutir un referéndum. Su objetivo es rebajar el malestar de la
sociedad catalana con el Ejecutivo central para contribuir a cambiar el
panorama político en el Parlament. Tanto en la Moncloa como en ERC y JxCat son
conscientes de que tendrán por delante dos hitos: la gestión política de una posible
condena penal de los políticos independentistas procesados y el resultado de
unas elecciones catalanas que probablemente sufran un adelanto a los próximos
meses. Queda mucho camino por delante.
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