Resultado del sondeo de Metroscopia-Henneo, Enero 2019 que con cocina real, significa un triunfo rotundo de la derecha. PP y VOX podrían sacar mayoría absoluta.
Comparativo de credibilidad para metroscopia, último sondeo elecciones autonómicas andaluzas.
El sondeo está más
manipulado que los de Tezanos (CIS). Pero a título informativo démosle la
confianza que ofrece una empresa socialista Henneo/Metroscopia. Este sondeo
cocinado con números reales, significa un triunfo rotundo de la derecha. PP y
VOX podrían sacar mayoría absoluta.
El sondeo de Metroscopia refleja una tímida recuperación de los partidos tradicionales,
especialmente del PSOE, tras el fuerte ajuste que tanto populares como socialistas
sufrieron en los últimos meses de 2018. Según la encuesta -que se realizó
después del pacto de PP con Ciudadanos y Vox en Andalucía, pero antes de la
salida de Iñigo Errejón de Podemos y de la convención nacional del PP- el PSOE
ampliaría su posición de liderazgo, al alcanzar un 23,7% de los apoyos y sacar
más de 4 puntos al siguiente partido. La consolidación del partido de Pedro
Sánchez en el primer puesto llega junto a una novedad en la segunda plaza. El
PP volvería a recuperar ese segundo puesto, que había perdido en diciembre en
favor de Ciudadanos. El partido que lidera Pablo Casado estaría empezando así a
recuperar terreno tras la irrupción de Vox, que le supuso en solo un mes una
caída de más de seis puntos. Castigo a Cs La ligera recuperación del PP está
acompasada por una caída de 2,7 puntos por parte de Ciudadanos. La formación de
Albert Rivera es la más castigada en el sondeo que se realizó entre el 9 y 15
de enero. Hay que tener en cuenta que fue en plena negociación paralela del PP
con Ciudadanos y Vox. Podemos también cae, pero de forma muy limitada.
Así, pasa de contar con el
17,9% de los apoyos el pasado diciembre frente al 17,1% actual. La quinta
formación es Vox, que sigue creciendo. La diferencia respecto a los sondeos
anteriores es que el ritmo es bastante más moderado. Subiría 0,6 puntos,
llegando al 12,1% de los apoyos. Es una cifra muy significativa, pero ya lejos
del nivel de crecimiento que tuvo entre octubre y diciembre.
Prácticamente 40 años con
solo dos partidos alternándose en el poder sin ningún competidor que los
hiciera sombra electoralmente, y en menos de cinco años, España ha abandonado
el bipartidismo (imperfecto, pero bipartidismo, al fin y al cabo) para pasar a un
cuatripartidismo competitivo y encaminarse, ahora, hacia un pentapartidismo.
Un sistema con cinco
partidos inédito hasta estos momentos en nuestro país desde la restauración de
la democracia: nunca antes, en las últimas cuatro décadas, España había contado
con cinco fuerzas políticas que superaran el 10% de los votos sin que ninguna
de ellas alcance el 25%.
En estos momentos, según el
Clima Social de Metroscopia para Ultima Hora, el PSOE sería la fuerza más
votada con el 23.7% de los votos; VOX, con el 12.1%, ocuparía la quinta
posición. Una diferencia de 11.6 puntos. En las elecciones de 2016 la
diferencia entre el primero (el PP) y el quinto (ERC) fue de 30.4 puntos.
Es cierto que todavía se
trata de un penta partidismo demoscópico. Hasta que no se celebren las próximas
elecciones generales no se podrá saber —y en qué medida— si se produce o no. No
obstante, todo hace pensar que este esquema de cinco partidos, más o menos
competitivo, será el que surja de las urnas tras los próximos comicios
generales.
Por lo pronto, Vox ya ha
entrado en el Parlamento andaluz. La decisión de presentarse a estos comicios
en un territorio con ocho circunscripciones y una fuerte competencia electoral
—cuatro partidos por encima del 20% de los votos según los sondeos previos—
parecía una apuesta demasiado arriesgada para un partido sin apenas estructura
y sin cuadros políticos. Las elecciones al Parlamento Europeo, en las que la
circunscripción es única, parecían, en principio, un escenario mucho más
propicio. Y, sin embargo, el partido de Abascal logró en Andalucía 12 diputados
(con representación en todas las provincias).
Es probable que la eclosión
de Vox en las elecciones andaluzas se haya producido porque son las primeras
que se han celebrado tras la llegada de Pedro Sánchez al Gobierno de España (y,
por tanto, después de la salida de Rajoy de la dirección del PP que obligó a
los populares a una importante recomposición interna). Si los comicios se
hubieran celebrado en otra Comunidad, la irrupción de Vox hubiera sido
probablemente similar (aunque, sin duda, la peculiar idiosincrasia política de
Andalucía —única Comunidad en la que siempre ha gobernado el mismo partido— ha
podido suponer un aporte de votos adicional para Vox en estas elecciones).
De hecho, el auge de Vox en
el conjunto de España—siempre a la sombra de la situación política en Cataluña—
ya había sido detectado en el Clima Social que Metroscopia realiza para Henneo
y que fue publicado en octubre, justo antes de las elecciones andaluzas. Ahora,
transcurridas estas —y una vez alcanzado el acuerdo entre los tres partidos de
la derecha para propiciar el cambio en el Gobierno andaluz— la formación
liderada por Abascal sigue creciendo en el conjunto de España hasta situarse ya
por encima del 12% de los votos.
La reciente experiencia
española muestra que las nuevas formaciones políticas que irrumpen en la escena
política logran vivir una luna de miel con una parte sustancial del electorado
que les impulsa en los sondeos durante varios meses consecutivos. Le pasó a
Podemos tras las elecciones al Parlamento de 2014 —llegó a situarse durante
algunos meses como primera fuerza política en intención de voto— y le pasó a
Ciudadanos cuando decidió dar el salto a la política nacional. Si esto mismo
sucede con Vox, las elecciones locales, autonómicas y europeas que se celebran
dentro de apenas cuatro meses le van a pillar en la cresta de la ola. De ser
así, lo más probable es que esta nueva formación política consiga no solo
entrar en numerosos parlamentos autonómicos y ayuntamientos, sino que es
probable, incluso, que logre llegar a formar parte del Gobierno en alguno de
ellos. Un escenario claramente favorable para encarar unas elecciones generales
y para modificar, de nuevo, el sistema de partidos español.
El cambio del bipartidismo
al pentapartidismo puede llegar a producirse sin que haya cambiado el sistema
electoral. Si bien este hecho habla, probablemente, muy bien de la fortaleza de
las estructuras del sistema, obliga, al mismo tiempo, a un replanteamiento
futuro del mismo. Sobre todo, teniendo en cuenta que, en estos momentos, 20 de
las 52 circunscripciones electorales españolas tienen asignados cuatro escaños
o menos y en conjunto reparten 64
escaños (lo que supone el 18% del total del Congreso de los Diputados). En esas
circunscripciones, alguno de los cinco)
Prácticamente 40 años con
solo dos partidos alternándose en el poder sin ningún competidor que los
hiciera sombra electoralmente, y en menos de cinco años, España ha abandonado
el bipartidismo (imperfecto, pero bipartidismo, al fin y al cabo) para pasar a un
cuatripartidismo competitivo y encaminarse, ahora, hacia un pentapartidismo.
Un sistema con cinco
partidos inédito hasta estos momentos en nuestro país desde la restauración de
la democracia: nunca antes, en las últimas cuatro décadas, España había contado
con cinco fuerzas políticas que superaran el 10% de los votos sin que ninguna
de ellas alcance el 25%.
En estos momentos, según el
Clima Social de Metroscopia para Ultima Hora, el PSOE sería la fuerza más
votada con el 23.7% de los votos; VOX, con el 12.1%, ocuparía la quinta
posición. Una diferencia de 11.6 puntos. En las elecciones de 2016 la
diferencia entre el primero (el PP) y el quinto (ERC) fue de 30.4 puntos.
Es cierto que todavía se
trata de un pentapartidismo demoscópico. Hasta que no se celebren las próximas
elecciones generales no se podrá saber —y en qué medida— si se produce o no. No
obstante, todo hace pensar que este esquema de cinco partidos, más o menos
competitivo, será el que surja de las urnas tras los próximos comicios
generales.
Por lo pronto, Vox ya ha
entrado en el Parlamento andaluz. La decisión de presentarse a estos comicios
en un territorio con ocho circunscripciones y una fuerte competencia electoral
—cuatro partidos por encima del 20% de los votos según los sondeos previos—
parecía una apuesta demasiado arriesgada para un partido sin apenas estructura
y sin cuadros políticos. Las elecciones al Parlamento Europeo, en las que la
circunscripción es única, parecían, en principio, un escenario mucho más
propicio. Y, sin embargo, el partido de Abascal logró en Andalucía 12 diputados
(con representación en todas las provincias).
Es probable que la eclosión
de Vox en las elecciones andaluzas se haya producido porque son las primeras
que se han celebrado tras la llegada de Pedro Sánchez al Gobierno de España (y,
por tanto, después de la salida de Rajoy de la dirección del PP que obligó a
los populares a una importante recomposición interna). Si los comicios se
hubieran celebrado en otra Comunidad, la irrupción de Vox hubiera sido
probablemente similar (aunque, sin duda, la peculiar idiosincrasia política de
Andalucía —única Comunidad en la que siempre ha gobernado el mismo partido— ha
podido suponer un aporte de votos adicional para Vox en estas elecciones).
De hecho, el auge de Vox en
el conjunto de España—siempre a la sombra de la situación política en Cataluña—
ya había sido detectado en el Clima Social que Metroscopia realiza para Henneo
y que fue publicado en octubre, justo antes de las elecciones andaluzas. Ahora,
transcurridas estas —y una vez alcanzado el acuerdo entre los tres partidos de
la derecha para propiciar el cambio en el Gobierno andaluz— la formación
liderada por Abascal sigue creciendo en el conjunto de España hasta situarse ya
por encima del 12% de los votos.
La reciente experiencia
española muestra que las nuevas formaciones políticas que irrumpen en la escena
política logran vivir una luna de miel con una parte sustancial del electorado
que les impulsa en los sondeos durante varios meses consecutivos. Le pasó a
Podemos tras las elecciones al Parlamento de 2014 —llegó a situarse durante
algunos meses como primera fuerza política en intención de voto— y le pasó a
Ciudadanos cuando decidió dar el salto a la política nacional. Si esto mismo
sucede con Vox, las elecciones locales, autonómicas y europeas que se celebran
dentro de apenas cuatro meses le van a pillar en la cresta de la ola. De ser
así, lo más probable es que esta nueva formación política consiga no solo
entrar en numerosos parlamentos autonómicos y ayuntamientos, sino que es
probable, incluso, que logre llegar a formar parte del Gobierno en alguno de
ellos. Un escenario claramente favorable para encarar unas elecciones generales
y para modificar, de nuevo, el sistema de partidos español.
El cambio del bipartidismo
al pentapartidismo puede llegar a producirse sin que haya cambiado el sistema
electoral. Si bien este hecho habla, probablemente, muy bien de la fortaleza de
las estructuras del sistema, obliga, al mismo tiempo, a un replanteamiento
futuro del mismo. Sobre todo, teniendo en cuenta que, en estos momentos, 20 de
las 52 circunscripciones electorales españolas tienen asignados cuatro escaños
o menos y en conjunto reparten 64
escaños (lo que supone el 18% del total del Congreso de los Diputados). En esas
circunscripciones, alguno de los cinco.
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