Barcelona se muere y los antisistema de Ada Colau la llevan a enterrar.



Hoy por hoy, lo que menos preocupa a los barceloneses es el independentismo. Lo más angustioso es la reacción en cadena que está provocando la encubierta gestión en favor del incivismo de Ada Colau, el salvajismo de CUP –único apoyo que le queda- y la rebelión golpista de los manteros. Hasta el punto de que a primeros de Septiembre el ejército de la que nunca tuvo que ser alcaldesa de Barcelona, piensan bloquear todas las entradas y salidas a Barcelona e incluso las principales arterias de la ciudad condal. Y si pueden llevarlo a cabo, puesto que su fin es la instauración de un comunismo libertario que ellos llaman anarquía y nosotros guerreros del sistema.

Poco parece preocuparle a Ada Colau  que se ha venido de vacaciones  a la Isleta del Moro (Níjar, Almería) cerca de donde estoy escribiendo- Ella despotrica de los turistas que visitan Barcelona y nosotros, los almerienses estamos obligados a albergarla por que su padre,  su madrastra y dos o tres perros que tienen –todos con una pinta de innobles que espantan.

Ni el desgobierno, ni la inseguridad, ni el incivismo, ni los planes del separatismo para bloquear la ciudad en septiembre, ni la convocatoria urgente de la comisión de Seguridad del Ayuntamiento por la oposición han logrado que Ada Colau haya retrasado unas horas el inicio de sus vacaciones. Como si la ciudad no estuviera viviendo su peor crisis política, económica y social jamás conocida.

Los que no se fueron de vacaciones el lunes son los convocantes de la comisión de Seguridad del Ayuntamiento de Barcelona. Es decir, todos los grupos de la oposición, con la mencionada excepción de la CUP. Olvidando por un día sus diferencias políticas, separatistas, constitucionalistas y tibios votaron este miércoles pedir la dimisión de la alcaldesa como responsable de Seguridad y su sustitución por un nuevo responsable "de reconocido prestigio y con experiencia acreditada que cuente con el visto bueno de los grupos municipales".

La tenencia de alcaldía de Ada  Colau está amortizada, sin ideas y sin salida para solucionar la crisis de incivismo y seguridad que vive Barcelona. A favor de la dimisión de la alcaldesa votaron Ciudadanos, PP, PSC, ERC y PDeCAT. La CUP prefirió no hacer acto de presencia en la comisión al considerarla "un acto de precampaña electoral que no tiene ninguna intención de incidir en las condiciones de vida de los vecinos". A día de hoy, la CUP es el único partido que apoya a Ada Colau.

El desprecio de Ada Colau por los grupos de la oposición y su rechazo a hacerse cargo de la grave crisis desatada durante su mandato fue compartido por su segundo de a bordo, Gerardo Pisarello. Porque el teniente de alcalde tampoco hizo acto de presencia en la comisión de Seguridad al encontrarse de viaje por Argentina y Uruguay, donde firmó un acuerdo de cooperación entre el Ministerio de Industria, Minería y Energía de Uruguay y el Ayuntamiento de Barcelona en materia de innovación.

Según Carina Mejías, líder del grupo municipal de Ciudadanos, la ausencia de Colau y de Pisarello es la prueba de que el suyo es un gobierno "agotado y que no puede aportar soluciones".

La comisión se convocó en medio de un clima de tensión sin precedentes en Barcelona. A las ya habituales amenazas del separatismo, que planea colapsar la ciudad a partir del próximo del 11 de septiembre con bloqueos, acampadas, escraches y huelgas, se suman la agresión de los manteros a un turista, el acuchillamiento de un ciudadano en el barrio del Raval, la proliferación descontrolada de la prostitución y los narcopisos, o el acoso del Ayuntamiento a comerciantes, vecinos y turistas.


De la acelerada degeneración de la Barcelona de Ada Colau, que este verano ha alcanzado cotas tercermundistas, dan fe los titulares de la sección de local de cualquier diario barcelonés. 

—"Incivismo e inseguridad en Barcelona dejan al descubierto la falta de policía".

—"Venta ilegal continua de mojitos, cervezas y pareos en la arena".

—"Una oleada de robos y asaltos angustia a los comerciantes del Borne".

—"El PP denuncia que el Ayuntamiento de Barcelona no cobra el 68% de las multas por incivismo".

—"Catálogo variado de drogas en el principal escaparate de la ciudad".

—"Un modelo de seguridad obsoleto".

—"Aparecen más de una decena de taxis de Barcelona con los cristales rotos".

—"Una brutal paliza en el Raval acaba con un herido de arma blanca".

—"La crisis del top manta afecta a la imagen exterior de Barcelona".

—"El Born contrata vigilantes ante la ausencia de la Guardia Urbana".

—"Los bicitaxis ilegales dan el salto hacia la Diagonal".

—"Los problemas de incivismo se extienden al Turó de la Rovira".

—"Indignación vecinal por la retirada de un 'ninot' de una horchatería centenaria en Barcelona".

—"Los comerciantes exigen más presión policial sobre los manteros de Barcelona".

Son titulares de las últimas 48 horas. Si se eliminan de ellos las referencias locales, podrían ser los de cualquier periódico local de Río de Janeiro, Caracas o la Buenos Aires de las villas miseria. Pero es Barcelona, una ciudad europea con un PIB de casi 80.000 millones de euros y hasta hace apenas dos años, la ciudad más coqueta y con más atractivo turístico del Mediterráneo. Hoy, una ciudad señalada por muchos medios internacionales como antipática, hostil y violenta.


La petición de dimisión como responsable de Seguridad es la tercera reprobación que recibe Colau en el plazo de apenas cuatro meses. En abril, los grupos de la oposición condenaron la pasividad del Ayuntamiento respecto a los narcopisos. En julio, el descuadre de los presupuestos municipales, que obligó a aplazar algunas de las inversiones previstas.

Por si eso fuera poco, esta es la segunda vez que se convoca de urgencia la comisión de Seguridad durante el mandato de Colau. La anterior fue hace ahora un año, cuando radicales de Arran atacaron un bus turístico armados con navajas, desalojaron a la fuerza a los pasajeros y reventaron las ruedas del vehículo. Nadie fue capaz de identificar a los culpables y el ataque quedó impune. 




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