A los catalanes se les debe mirar con cara de asco, apuntando con el dedo “vete a cagar” chabacano estafador,
A los catalanes se les debe
mirar con cara de asco, apuntando con el dedo “vete a cagar” chabacano
estafador, Después de todo lo que han
hecho con las leyes, con la sociedad, con la economía, con la fractura interna,
con la unidad nacional y con el prestigio de nuestro país en el exterior, ahora
ponen en marcha la etapa del cachondeo. Lo que decíamos el día de la
declaración de Carmen Forcadell: ¡Ay, señoría!, todo era una broma. Ahora
cambia un poco la letra: ¡Ay, señores!, la verdad es que no estábamos
preparados.
No estaba preparado el
Gobierno catalán ni estábamos preparados los partidos independentistas. Lo dijo
la señora Ponsatí, consejera de Educación destituida. Lo repitió ayer un
portavoz de Esquerra Republicana. Y Puigdemont concedió una entrevista en un
bucólico bosque belga para comunicar a la humanidad que caben alternativas a la
independencia. Pero Puigdemont es tan confuso que no dejó claro si es ahora
cuando caben o era antes de la que montó. Naturalmente, a toda esta tropa donde
ahora abundan los arrepentidos y los acongojados ante la toga de un juez, hay
que preguntarles por qué no lo han dicho antes de provocar todo el daño que
provocaron.
Porque lo sabían. Lo sabía
perfectamente el astuto de profesión llamado Artur Mas, que hace algo más de un
mes declaró al Financial Times que Cataluña no estaba preparada para la
independencia. Lo sabía la alcaldesa Ada Colau, que ahora les pide
explicaciones a los gobernantes de la época nefanda de Puigdemont por las
falsas promesas que habían hecho. Y lo sabían esos gobernantes que conocían
mejor que nadie que tendrían que salir de la Unión Europea o que ningún país
reconocería su república y, sin embargo, siguieron con la matraca del engaño
programado e irresponsable.
Pero ¿sabéis por qué dicen
ahora que no estaban preparados? Leed lo que expresó ayer el portavoz de
Esquerra: porque no contaban con la violencia del Estado, «de un Estado
autoritario sin límites para imponer la violencia». ¿Se puede ser más falso?
¿Se puede manipular más la realidad? ¿Cuál ha sido la violencia del Estado?
¿Unos empujones en un colegio? ¿Los alcaldes amenazados por independentistas
para que facilitaran la celebración del referendo? ¿O quizá la aplicación de la
ley? ¿Hacer que se cumpla la ley es un acto de violencia? Creo que en la
Cataluña de la utopía separatista cumplir la ley es, efectivamente, un uso
autoritario de la violencia. Esto es lo último de la aventura soberanista.
Momento de repliegue, pero momento vergonzante. Momento en que sale a la luz
todo el engaño, uno de los grandes montajes, una de las grandes mentiras de la
historia de España. Y esas 750.000 personas que el sábado se manifestaron en
Barcelona con la buena voluntad de pedir la liberación de sus héroes, las
grandes engañadas. No me quiero quedar corto: las grandes estafadas.
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