El Grito de MUNCH |
En estos seis últimos años, lo que ha predominado sobre la crisis
ha sido el miedo. Miedo a quedar atrapado en redes económicas y financieras
incomprensibles, a perder los ahorros o el puesto de trabajo. En particular, en
los países del sur de Europa, a partir del momento en que se hizo creíble una
eventual desaparición incontrolada del euro -un abismo ante lo desconocido- el
factor miedo se extendió entre sectores sociales muy amplios. No hay en ello,
en realidad, novedad alguna: siempre ha ocurrido así en las grandes crisis.
Recuérdese, por ejemplo, que durante la Gran Depresión el presidente Roosevelt
se refirió a ese hecho con una de las frases más célebres de su época: «No
debemos temer sino al miedo, a la aprensión, al recelo».
Ahora bien, en estos últimos meses algo importante puede estar
cambiando. Nuestros problemas económicos siguen siendo muy graves, pero al
menos el miedo o la fuerte aprensión ante un descalabro financiero se han
atenuado considerablemente, lo que tiene que ver sobre todo con que ahora
apenas hay apuestas por la voladura del sistema del euro. La relajación de la
prima de riesgo, seguida con tanta ansia hasta hace bien poco, contribuye a un
cierto sosiego, aunque en verdad estamos igual o peor que en la primavera del
2011. Aunque creo que más desgastados, más deshilachados. Por
ejemplo, hasta hace algo más de un año, la mayoría de los recortes se hicieron espontáneamente
con improvisación, mirando siempre de reojo y con angustia a la prima de
riesgo; lo cual explica su carácter indiscriminado y falto de criterio. Ahora,
sin embargo, aunque sigue funcionando el hacha tanto como el bisturí, el
Gobierno central y algunos autonómicos dan más la sensación de que saben por
qué hacen lo que hacen. En algunos casos, constituye una estupenda noticia,
pero en otros es más bien lo contrario: cada vez hay menos dudas de que se está
aprovechando la presión externa para impulsar proyectos ideológicos cuando
menos discutibles, como la discutida privatización sanitaria, entre otros.
¿qué puede traer consigo
una menor presencia del miedo? En primer lugar, algo que debiera propiciar la
reactivación, eliminando barreras mentales que bloquean el consumo y la
inversión, pero estamos muy lejos de la paridad. Pero hay una segunda posible
repercusión, acaso más importante: si el miedo ha tenido un efecto paralizante
durante los últimos años sobre amplios sectores que han sufrido en sus carnes
los fatales impactos redistributivos de la crisis, ahora todo eso podría
cambiar: liberados de la presión del miedo, no sería raro que algunos sectores
bascularan en mayor medida hacia el conflicto, sobre todo cuando todos los días
oyen hablar de una recuperación que sus bolsillos no acaban de notar; así al
menos ha ocurrido con frecuencia en el pasado. Ya digo, NOS ESPERA UNA
PRIMAVERA CALIENTE.
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ResponderEliminarEperemos que el año que entre sea mucho mejor que este para todos!!!
ResponderEliminarFenomenal Juan
ResponderEliminarComo todos, creatividad no te falta.
ResponderEliminarQue razón llevas.
ResponderEliminarMiedo, miedo y más miedo. Pero el español siem`re ha sido bravo ya lo verás.
ResponderEliminarBlanca Luz Reiki Felicidades, excelente poeta Juan Pardo, por este reflejo pleno del contexto social económico una realidad crítica...!!
ResponderEliminarCreo que las grandes empresas se siguen aprovechando del miedo de sus trabajadores gracias a la reforma laboral. El despido a bajo precio es una espada que nos pone entre la espalda y la pared...así que a seguir "tragando",
ResponderEliminarEL GRITO LO DAREMOS CUANDO VUELVA LA IZQUIERDA ,PERO GRITO DE TERROR
ResponderEliminarEL GRITO LO DAREMOS CUANDO VUELVA LA IZQUIERDA ,PERO GRITO DE TERROR
ResponderEliminarEL GRITO LO DAREMOS CUANDO VUELVA LA IZQUIERDA ,PERO GRITO DE TERROR
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