Para no ser menos que
otros movimientos políticos, el liberalismo está sujeto a
diversos conceptos e interpretaciones del término. Como bien define, el docto
LIBERAL, D. Antonio Garrigues Walker, nadie debe arrogarse ni la definición ni
la representación del liberalismo auténtico. Sería ciertamente poco liberal.
Una vez aceptado lo anterior, conviene aclarar algunas otras cosas porque en
este mundo político, confuso y revuelto, la ideología LIBERAL viene sufriendo
manipulaciones sectarias, groseras y abusivas.
No se puede negar que
tanto en la forma como, en alguna medida, en el fondo, socialistas y
conservadores -o en el lenguaje actual, centro derecha y centro izquierda- se
han visto forzados a aceptar la superioridad intelectual y la mayor eficacia
práctica de las concepciones liberales en casi todos los terrenos y de manera
muy especial en el económico. Nadie puede negar esa realidad. Lo que sí puede y
debe negarse categóricamente es que la simple aceptación, tan forzada como
parcial, de principios liberales, les convierta, sin ningún otro esfuerzo, en
liberales. El liberalismo conservador y el socialismo liberal tienen algo -y a
veces mucho- de contradicción en términos. Existe un componente antiliberal en
ambas ideologías que es imposible disimular. No tienen, en síntesis, fe en el
individuo ni están dispuestas a centrar en él la acción política básica.
Estas ideologías han
cumplido un papel decisivo en la historia y que lo seguirán cumpliendo porque
responden todavía a tendencias y aspiraciones básicas del ser humano. Pero
están viviendo momentos muy difíciles. El colapso del marxismo, la aceleración
de los cambios culturales, económicos y tecnológicos, la progresiva dilución
del concepto Nación/Estado unida a la explosión de los nacionalismos, y el
aumento de los niveles de complejidad en las sociedades avanzadas, tienen
sumidos a conservadores y socialistas en un proceso de renovación y adaptación
para el que no están preparados en forma alguna. No saben ni qué hacer ni cómo
empezar. Por ello han decidido ganar el mayor tiempo posible aferrándose al
liberalismo en lo que les conviene y en todo lo demás al pragmatismo y al
oportunismo más absolutos, aún cuando ellos les conduzca -sobran ejemplos- a
posiciones radicalmente contrarias a su esencia ideológica tradicional.
Por mucho que intenten ocultar, sus características básicas acaban emanando de una u
otra forma. A los conservadores les sigue gustando conservar y a los
socialistas, socializar. Y por ahí, ciertamente, no se va ni se llega al
futuro. La historia no está siendo escrita, ni va a ser escrita a medio o largo
plazo, en socialista o en conservador. La guía ideológica básica va a ser
liberal. «El liberalismo no es otra cosa -viene afirmando desde hace tiempo
Ralf Dahrendörf- que una teoría política de la innovación y el cambio» y por
ello es el sistema de pensamiento que mejor se adapta a una época en la que el
ser humano tiene que estar decidido a liberarse (el liberalismo libera) de toda
estructura que oprima los nuevos valores, la nueva cultura y las nuevas
opciones que están surgiendo en esta época fascinante que va a estar dominada
por desarrollos científicos y tecnológicos espectaculares.
Pero hay que por de
pronto, varias cosas. No es, desde luego, LIBERAL la persona que confiesa y
defiende sentimientos xenófobos o racistas como hace en estos momentos un alto
porcentaje de la ciudadanía del mundo occidental; no es liberal la persona que
pretende poseer, nada más y nada menos, que la verdad absoluta; no es liberal,
en concreto, quien afirma que su religión además de ser verdadera, es la única
verdadera y que, por ende, las demás son falsas o como poco, menos salvíficas;
no es LIBERAL el que defiende tradiciones o privilegios aunque sean causa
importante de desigualdades; ni tampoco el que acepta esas desigualdades como
inevitables, e incluso naturales a la condición humana; no es liberal el que
coloca a la sociedad como un valor superior al individuo y a la igualdad como
un principio que prevalece sobre el de libertad; no es liberal -y merece la
pena aclarar bien este tema- el que mitifica y sacraliza el mercado como la
panacea universal.
El liberalismo entiende
que, por regla general, el mercado es el sistema que permite una asignación más
eficiente de los recursos y por ende el que mejor facilita no sólo la creación
sino también la distribución de la riqueza. Pero si por cualquier razón ello no
fuera así, el liberalismo ha defendido y defenderá inequívocamente la actuación
del sector público y su intervención directa, con tal de que no tenga carácter
permanente y el proceso pueda ser controlado en todo momento por la sociedad
civil. El liberalismo se opone, sin la menor reserva, a toda forma de
concentración de poder económico, sea público o privado, y por ello reclama una
aplicación estricta de las leyes antimonopolio y de las normas que defienden
una competencia leal. El liberalismo no tiene nada que ver con el llamado
«capitalismo salvaje» ni con ningún sistema que provoque la indefensión y la
opresión del ciudadano. El liberalismo protesta contra un mundo en el que se
están acentuando las desigualdades tanto a nivel internacional como nacional,
justamente porque se falsifican y se adulteran las reglas del mercado en
beneficio de los más poderosos.
No hay peor ni más falso
liberal, dicho sea con el mayor respeto, que aquel que limita su liberalismo al
mundo económico. Se es liberal en todo no se es LIBERAL en nada. El liberalismo
no es simplemente ni fundamentalmente una teoría económica. Al liberalismo le
importa mucho más el ser que el tener y aunque respeta profundamente el deseo
de tener, la propiedad privada y el interés particular de cada ser humano,
concede un valor decisivo a los planteamientos morales sin los cuales el
sistema se encanalla y se derrumba, como está sucediendo con el sector
financiero y el inmobiliario. Ni uno sólo de los grandes pensadores y filósofos
de liberalismo (y en especial Adam Smith y Hayek) han dejado de insistir en
esta idea. No podemos olvidar, como dice Röpke, que «las cosas auténticamente
decisivas son las que están más allá de la oferta y de la demanda, aquellas de
las que depende el sentido, la dignidad y la plenitud interior de la
existencia».
Abramos con estas y otras
ideas un debate serio y bueno. Un debate culto y civilizado en el que merecería
la pena investigar por qué, a pesar del triunfo ideológico, los liberales -yo
soy un buen ejemplo- hemos sido tan torpes y tan incapaces en la acción
política y en cómo lograr penetrar en ese mercado político dominado fuertemente
por un estéril bipartidismo. Sería un debate refrescante en el aburrido
escenario actual. Ya está en marcha, lento, pero seguro, un nuevo proyecto como
Centro Democrático Liberal (CDL) que aunque tendrá que aprender mucho de los
errores pasados y prepararse para una batalla que en términos objetivos la
tienen al alcance de su mano. Debe animarles en su lucha el hecho de que Rosa
Díez haya logrado ya, y además con excelencia, ese género de imposible y
asimismo la decreciente credibilidad de nuestros estamentos políticos. Ya no
hay la menor duda o los liberales le planta cara a la tiranía del bipartido o
en España habrá otra primavera islámica, sencillamente, los miembros y miembras
del bipartido han sitiado España, para vivir del pueblo, sin servir al pueblo. ¡Quizá
haya llegado, por fin, el momento! ¡AHORA O NUNCA¡
Tentei lêr tudo atentamente, mas me perdi lá pela metade.Vou ter que voltar outra hora para me situar melhor.Um abraço.
ResponderEliminarUn artículo intelectualmente muy por encima de la generalidad de los lectores. Pero es la pura verdad.
ResponderEliminarNo sé si CDL representa eso que dice ud, pero lo cierto es que eso que dice, suena muy bien.
Un placer leerle, Sr. Pardo.
Pues muy bien, pero podrías decirme si en Almería puedo votar al CDL y si vas en la lista
ResponderEliminarExcelente articulo. Enhorabuena.
ResponderEliminarExcelente articulo. Enhorabuena
ResponderEliminarHojala sigais haciendo articulos como estos.
ResponderEliminaren hora buena juan, sin mas por ahora tu amigo HAMES Vilvaldeux
yo siyo en mis trece no canbio nada de lo dicho anterior total no sirve de nada todos hacen lo que ledes de la santimas ganas mentirosos todos ellos ahora el agua manda narices j..... edicho anteor que todos fuera y ahi queda eso buenas noches
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