Zapatero dejó las cifras de paro en torno al 32%. La certera reforma laboral
la ha reducido ya al 18,7%, a pesar de los vaticinios de los sindicatos de que
el paro se incrementaría de forma imparable. Mariano Rajoy supo mantenerse
firme frente a las presiones, las huelgas y la desmelenada actividad sindical
para detener una reforma laboral que nos imponía Europa bajo la amenaza de la
intervención y de la troika.
Mariano Rajoy proyecta
reducir el paro en el año 2021 a un solo dígito. Todavía ese 9% sería alto pero
ya digerible. Para ello necesita mantener una política económica firme y una
reforma laboral estable. No le resultará fácil desde la debilidad actual del
Gobierno. Pero las cifras le acompañan. Aparte de la reducción del paro en diez
puntos, la Seguridad Social ha pasado de 16.996.000 afiliados en el año 2012 a
17.190.000 en 2016. Crecen además los contratos laborales indefinidos, mientras
el déficit cumple con las exigencias europeas, la prima de riesgo ha pasado de
los 638 puntos básicos en 2012 al entorno de los 100 y el PIB español crece por
encima del que se conoce de las grandes naciones europeas: Alemania, Francia e
Italia.
Negar todo esto es un ejercicio
voluntarista de cerrar los ojos ante la realidad. A Mariano Rajoy le ha
acompañado en su gestión el éxito económico, a pesar de la deuda alarmante, y
no así el político, que le ha hecho retroceder en medio centenar de diputados.
La cachaza, la lenidad y la falta de decisión en varios asuntos sustanciales y
de forma especial en el catalán, le han pasado factura y es necesario que
reaccione con más viveza e intensidad que lo ha hecho hasta ahora. La política
arriólica de “no hay que hacer nada porque el tiempo lo arregla todo y lo mejor
es tener cerrado el pico” parece a muchos una sandez. Como es sandez considerar
a Pablo Iglesias y sus simpatizantes como “unos frikis” y a Albert Rivera y su
Ciudadanos como “insignificantes”.
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