La derrota de Sánchez, justicia poética para los saharauis
Cuando vi el resumen de las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo y la clara derrota del PSOE, me acordé de aquella votación en el Parlamento Europeo sobre los derechos humanos en Marruecos y el Sáhara Occidental. Los socialistas españoles votaron en solitario en el Parlamento Europeo contra el respeto básico a la libertad de opinión, expresión y movimiento. Uno de los valores básicos sobre los cuales se asientan las democracias europeas.
Debo admitir que como saharaui me sentí consternado. Cada vez que oía a Sánchez hablar del derecho a la vivienda, de las políticas sociales, de igualdad y de la agenda progresista, dudaba de su discurso, de los gestos y las palabras en cada mitin. Me sentía golpeado por su política exterior hacia el Sáhara Occidental. Había roto la histórica postura de defensa del derecho a la autodeterminación de un territorio no autónomo. Cuando vi la renuncia del diputado Odón Elorza de las filas socialistas, algo se movió en mi interior. Al menos vi a un diputado socialista sacrificar su carrera política, en defensa de la libertad del pueblo saharaui.
Los titulares son para Bajmut e Ucrania; ésa es la guerra que preocupa al presidente Sánchez que visitó Kiev y mostró su solidaridad con ese pueblo. Los bombardeos de los aviones no tripulados marroquíes y la matanza de civiles saharauis no figuran en el discurso de Sánchez. Más bien el silencio ensordecedor y la indiferencia ante una ocupación militar, ese es el lenguaje que se le ofrece a un pueblo que lleva más de 40 años exiliado en la hamada inhóspita de Tinduf.
Esta derrota electoral del PSOE es una justicia poética que el destino ha otorgado al pueblo saharaui, un pueblo que busca cruzar un muro de minas construido por Marruecos y volver a su tierra. Un pueblo que busca la justicia de Moisés cuando atravesó el mar Rojo.
El 23 de julio tendremos de nuevo las urnas, los demócratas deberán expresarse a favor de la justicia, no nos dejemos engañar. Los derechos humanos son universales. La libertad es cuestión de vida o muerte, de dignidad y perseverancia. Sánchez y el PSOE deben aprender bien esta lección.
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