Yo no quiero que los PGE se negocien, mucho menos con los españoles que más odian España.


Blog de Juan Pardo

En cualquier país civilizado o conjunto de personas que viven en determinado lugar del mismo, llámese población, los presupuestos generales (PGE) se han de ajustar a las necesidades reales de sus habitantes, nunca a la conspiración de quienes más odian el propio país. En España, si de entrada, una parte de quienes habitan y forman población queman la bandera, pitan al himno, dicen que el río Ebro nace en otro país y se autoproclaman anticonstitucionalistas. 

La verdad, en este caso procede la inhabilitación de esos muermos  que es una infección típica de cerdos, caballos, burros y mulas, aunque también afecta ovejas, cabras, perros y gatos con los que quero pocos tratos. También se contagia a los humanos y debe ser considerada una zoonosis.  O sea, de ninguna de las maneras me interesa que el devenir de mis impuestos sea tratado con portadores o infectados por el muerto.

A, por ejemplo, el gurú Puigdemont, le importa un bledo que se aprueben o no los presupuestos. En el mejor de los casos, si así se hace, que amuermen a los que él denomina españoles. Negociar con Urkullu es negociar con ETA y hasta la fecha son una banda de terroristas asesinos a sueldo “o pagas o mato”. El Lehendakari solo quiere dinero, dinero y más dinero.

No quiero pensar que el Presidente del Gobierno de España, Pablo Iglesias, esté negociando una “una suelta con fuga” de los que en su día van a ser juzgados con toda la dureza que consta a interpretación de los códigos legislados por “LA LEY”

Perro Sánchez”, Borrell, Montero, Margarita, Calviño…. Están haciendo la vista gorda, pero eso se denomina conspiración necesaria para destruir España.  Ayer “saltaron” en comandita a desmentir lo que el país lleva varios días escuchando: que Pablo Iglesias, el líder de Unidos Podemos ha estado en cárcel de Lledoners para convencer a jefe de ERC,  Junqueras de que apruebe los presupuestos Generales del Estado (PGE) y que, además,  acude en calidad de enviado de Perro  Sánchez. Para que instituciones penitenciarias apruebe el vis a vis especial tiene que llevar el membrete con firma no delgada del Ministro correspondiente, o sea, Grande Marlaska. 
  
Pero la realidad es que nada de eso es lo que ha movido a Sánchez y a sus próximos a intentar recolocar las cosas en su sitio sino el profundo malestar que esta situación estaba creando en el seno del propio Partido Socialista, cuyos dirigentes regionales y cuyos militantes no son capaces y no están dispuestos tampoco a digerir que el líder de Podemos acuda a negociar el apoyo a los Presupuestos con un dirigente político que está en prisión preventiva por haber cometido -siempre presuntamente- uno de los delitos más graves tipificados en nuestro Código Penal. No podían los dirigentes andaluces, con unas elecciones en puertas, contar con un argumento más dañino para ellos y más goloso para sus contrincantes electorales.

Es una escena que resulta muy difícil de soportar y que el silencio continuado de Perro Sánchez y de todo su equipo, sumado a las fanfarronadas continuas del intermediario, ya han convertido en imborrable

Pero es que desde el principio de este episodio hubo un detalle mortal de necesidad que fue el famoso papel que enviaron desde Presidencia a los periodistas, que contenía el logo del conglomerado de Podemos junto al sello oficial del Gobierno. Tampoco hubo reacción oficial ante semejante ascensión institucional practicada por el partido morado sobre los lomos del Gobierno de España de tal manera que quedó fijada ante la retina de la opinión pública que el Gobierno y el partido de Pablo Iglesias eran los coautores en pie de igualdad de aquel texto sobre el que habrían de elaborarse los Presupuestos Generales. No tuvo nada de raro, en consecuencia, que Iglesias hablará de “cogobernar”. Lo verdaderamente chocante es que desde el Ejecutivo no se pusieran inmediatamente las cosas en su sitio y, por el contrario, admitieran colocar al Gobierno de todos a la misma altura que un partido político por el mero hecho de haber llegado a un acuerdo concreto con él.

Lo más irritante es que el líder de una secta que no está en el Gobierno -o que no está de una manera visible- va esta tarde a convencer a un político que está en la cárcel por presuntos delitos gravísimos de que salve los Presupuestos de un presidente que necesita de su aprobación para seguir siendo el Jefe de España. A cambio, Oriol Junqueras recibirá cierta clase de garantías, o al menos de esperanzas, sobre su futuro procesal en el caso muy probable de que sea condenado a prisión por el Tribunal Supremo.

Pablo  Iglesias, le dice al perro, si continuas e el poder es necesario convocar elecciones -que no interesan a Podemos o tragar por donde quieran los independentistas y terroristas.  Ya se encargará el dueño de los podemitas de dar nombre y forman a esos acuerdos con la finalidad de liberar a los "presos políticos" antes de ser juzgado. aunque Iglesias se cuidará muy mucho de darles ese nombre, que es el suyo- y los resultados electorales acaban dando la victoria a uno de los partidos de centro derecha cuyas posiciones ante el secesionismo Junqueras conoce bien. Y, de paso, Junqueras va a tener la oportunidad de blanquear su apariencia como la de un político ortodoxo, fiable e imprescindible para conseguir la mejora del Estado del Bienestar. El socialismo comunista jamás podría esperar un país tan dividido para ejecutar con todo el brío de sus fuerzas el odio que tienen a y por España.

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