El Papa Francisco pide a la la iglesia que incluya el lavado de pies como tradición a mujeres y niños
Lavado de pies en la catedral de L.A.
A pedido del Papa Francisco la iglesia incluye en ésta tradición a mujeres y niños
Con total solemnidad, decenas de fieles católicos vivieron hoy la misa y el lavatorio de pies —una tradición antigua de los tiempos de Jesucristo— como preámbulo al Triduo Pascual de la Semana Santa que se conmemora con la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús durante el Viernes Santo, Sábado de Gloria y Domingo de Resurrección.
Como respuesta al pedido del papa Francisco de incluir en la vida de Iglesia a los jóvenes, este jueves en la Catedral Nuestra Señora de Los Ángeles, el arzobispo José Gómez lavó los pies a seis hombres y seis mujeres —incluídos servidores voluntarios de la catedral, feligreses y jóvenes— en representación de los 12 discípulos de Jesús.
“Es importante que la Iglesia nos tome en cuenta”, dijo Juan Montero, un inmigrante nacido en Guadalajara, Jalisco (México).
“Nosotros somos el futuro de la Iglesia y para mí ha sido un honor que el señor arzobispo me haya lavado los pies”, señaló este hombre de 35 años de edad, quien ha servido como monaguillo en la catedral desde hace 10 años.
En los tiempos de Jesús, un servicio de los esclavos era lavar los pies a los reyes y gobernantes. No obstante, él decidió llevar a cabo este ritual para enseñarle a sus discípulos la virtud de la humildad y el servicio a los demás, tal como lo hizo este viernes el arzobispo Gómez.
La Semana Santa es un período de ocho días que inició el Domingo de Ramos y concluye el Domingo de Resurrección, también llamado Domingo de Pascua.
En la celebración del Jueves Santo, primer día del Triduo Pascual, los católicos de todo el mundo recuerdan la Última Cena de Jesucristo; el lavatorio de los pies; la institución de la Eucaristía y de Sacerdocio y la oración de Jesús en el Huerto de Getsemaní, antes de ser entregado para morir crucificado en la cruz.
“Para nosotros ha sido un honor que el arzobispo haya invitado a nuestra hija al lavatorio de pies”,comentó Karen Zamora, madre salvadoreña de la niña Leslie Celeste Melgar, de 9 años. “A mi niña la bautizamos aquí en la catedral y hemos visto que su fe ha crecido bastante”.
“Lo que más me gustó es cuando el sacerdote leyó la biblia”, dijo la pequeña, a La Opinion.
La Última Cena y lavatorio de pies
Por la mañana del jueves, en todas las catedrales de cada diócesis, el obispo reúne a los sacerdotes en torno al altar y, en una misa, se consagran los Santos Óleos que se usan en los sacramentos del Bautismo, Confirmación, Orden Sacerdotal y Unción de los Enfermos.
Por la tarde, antes del ofertorio, el arzobispo Gómez celebró la misa de la Cena del Señor con sus apóstoles la noche antes de ser crucificado.
En la Última Cena, Jesús instituyó el sacramento de la Eucaristía -el Cuerpo y la Sangre de Cristo-, así como también el sacerdocio.
Gómez lavó los pies de seis mujeres y seis hombres, entre ellos Juan Montero y la niña Leslie Celeste Melgar.
Para este Viernes Santo, el purpurado celebrará la liturgia de la pasión y muerte de Jesucristo, un día en que los cristianos conmemoran la crucifixión del Hijo de Dios.
Durante la solemne liturgia, Gómez cargará una cruz a la Catedral. Se ofrecerán oraciones especiales por las necesidades de la Iglesia y del mundo, la cruz será venerada y la sagrada comunión será distribuida a los fieles.
“En la Semana la Semana Santa, vemos a Nuestro Señor sufriendo por su amor a Dios”, dijo el arzobispo.
“Reflexionemos sobre su beatitud final: “Bienaventurados los que son perseguidos. No enfrentamos nuestras pruebas solos. Vamos con Jesús, que lleva su cruz delante de nosotros y nos da fuerza y coraje en nuestras debilidades”.
Un acto de humildad
El mismo ritual se llevó a cabo en la Iglesia Nuestra Señora Reina de Los Ángeles, en la Placita Olvera, donde el padre Arturo Corral y los sacerdotes Roberto Raygoza y Heriberto Serrano tomaron una toalla y una bandeja con agua y lavaron los pies de 12 varones, recordando el mismo gesto de Jesús con sus apóstoles en la Última Cena.
“En señal de humildad, Jesús hizo dos cosas insólitas: se levantó de la cena, se quitó su manto y tomando una toalla se la ciñó en la cintura y comenzó a lavar y besar los pies a sus discípulos”, explicó el padre Serrano.
“Y aunque el apóstol Pedro no quería, Jesús les dijo que tenía que hacer eso y si él como maestro lo hacía, les indicó que ellos también deberían lavar los pies los otros”.
De esa forma —agregó el sacerdote— Jesús muestra su humildad y la vida de servicio que enseñó a sus discípulos, “promulgando un mandamiento del amor de Dios: que se amen los unos a los otros como él nos ha amado”..
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