A primeros de marzo terminé la redacción de un libro donde intentaba probar la convergencia entre el irrefrenable narcisismo político de Pedro Sánchez, «la pasión por sí mismo» y el diseño de un régimen donde al concentrar la capacidad de decisión en su persona , como titular del ejecutivo, la separación de poderes fuera eliminada. De ahí el subtítulo: «Anatomía de un dictador». El inevitable vaciado de la democracia se apoyaba en el recurso clásico desde los tiempos de la República de Roma, hasta Putin o Erdogan : una voluntad de perpetuación en el poder, más allá de los límites constitucionales. En el caso de Sánchez, ello implicaba el recurso a dos componentes del instrumental totalitario contemporáneo: a) la manipulación sistemática del lenguaje , con un LPS, un Lenguaje de Pedro Sánchez, esto es, un lenguaje de Estado al servicio suyo, utilizado de modo sistemático con los medios públicos y allegados, como fuera el del Tercer Reich analizado por Klemperer, y...
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