Que
prácticamente al mismo tiempo la ejecutiva federal del PSOE (por
unanimidad) y la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, tan distintos,
tan distantes, tan embarrados en la bronca política de cada día,
coincidieran este lunes en reclamar la inmediata entrega del acta de
diputado al exministro, José Luis Ábalos, es una prueba viva del
declinante proceso que envenena los sueños del presidente del Gobierno y
secretario general del Partido Socialista Obrero Español.
Al
cumplirse los primeros cien días de un Gobierno asentado sobre un
balcanizado pedestal de partidos empiezan a ser muy visibles las grietas
en una estructura de poder que opera sobre un PSOE amordazado por
Sánchez y un Sánchez sometido a las exigencias del independentismo.Lo
relevante es el efecto multiplicador del llamado Caso ‘Koldo’. Hablamos
de un pícaro empotrado en las estructuras de poder por su cercanía
personal a Ábalos, Santos Cerdán y el propio Sánchez. Tres nombres
cosidos al ‘sanchismo’, como categoría política y mediática ya
convertida en lugar común.
Así que la previsible entrega
del acta de diputado por parte de Ábalos (su partido le ha dado 24
horas, pero no se ha producido a la hora de entregar este comentario) no
cancela un escándalo que ya está judicializado y que afecta a las más
altas torres de ese sanchismo definido por Savater como “variante
venenosa del socialismo”. Nada menos que el presidente del Gobierno, la
presidenta del Congreso, el ministro del Interior y el secretario de
Organización del PSOE.
Todas esas torres (Sánchez, Cerdán, Ábalos,
Marlaska, Illa, Puente, Armengol, etc), huelen a pólvora porque el tal
Koldo García no era un simple pícaro cuya actuación empezaba y terminaba
en la censurable conducta personal que le han llevado ante los jueces.
Imposible explicar eso sin la impunidad que otorgaba la proximidad al
poder.
El caso Koldo no existiría sin la desidia culpable de la
Administración ampliamente documentada por el abogado Ramiro Grau.
Quizás no era desidia sino condescendencia culposa. Al menos por no
haber detectado lo que ocurría delante de sus narices y que descalifica
para el ejercicio de un cargo público.
Tal vez el asunto vaya más
allá de la mirada distraída ante un caso flagrante de dinero público
desviado al particular bolsillo de unos cuantos pícaros organizados al
calor de cercanía a las autoridades). Ergo, no descartemos en absoluto
que estas prácticas corruptas, encabezadas por quien ha acreditado su
desempeño como mano derecha de José Luis Ábalos estuvieran perfectamente
detectadas en las alturas, aunque nadie tuviera interés en echarse
tierra encima desde el punto de vista político. No me negarán ustedes
que la sospecha está cargada de lógica.
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