Los altos comisionistas son muy ricos con dinero de los pobres.

 




En mi web y en este blog se puede leer, Mayo 2021, cuando se acentuaba el saber de las tropelías sobre comisiones ilegales del hijo de José Bono y su novio, Aitor. Con la velocidad del rayo y la chispa eléctrica, la censura oficial, reportó todas las publicaciones: “No está demostrado que Bono Jr y Aitor hayan cobrado comisiones por la compra venta de mascarillas”. Más tarde, 2 ó 3 meses, si consta que el yerno del Ministro, Aitor Gómez (24) tuviese relaciones comerciales con varias empresas de vacunas y test. Este muchacho ha aprovechado más el tiempo en la universidad que Adriana Lastra.    

 

Lo ocurrido con las mascarillas, los guantes y los test de Madrid no sé si será un delito, pero fue una obscenidad. Me preguntaba el viernes aquí mismo si sería el único caso, y cada día nos acercamos un poco más al peor de los temores: quizá no haya muchos más; puede haber muchísimos más. Según cuentas oficiosas, las compras apresuradas de material sanitario durante aquellas semanas trágicas, se elevaron a 2.000 millones de euros y la estafa al Ayuntamiento de Madrid “solo” ha sido de 15 millones. Hoy mismo La Vanguardia informa que la Fiscalía investiga una docena de contratos para esclarecer si hubo más fraudes. Y la posibilidad de cometerlos fue y sigue siendo evidente, porque el decreto de 14 de marzo de 2020 permitía a los organismos públicos contratar sin sujetarse a los requisitos de las leyes de contratación. ¡Contratos sin control, eso es lo que hubo! ¡Robar puede haber sido legal! Parecía un decreto para “listos”, como les llama Feijóo. Lo sorprendente sería que, ante esa oportunidad forzada por la necesidad, solo dos tipos, un autor intelectual y un cómplice, la hayan aprovechado. Si no hubo más, casi dan ganas de felicitarnos: somos un país sanísimo. Es decir, no me lo puedo creer.

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