Con grabación y doblaje en 8 idiomas van a superar los 20 millones €. En España, solo la Sexta. Se dejará grabar durante todo un año.
Como presidente del Gobierno, Pedro Sánchez ha resultado un
fiasco. Pero como actor, es insuperable. Habla con desparpajo y transmite
credibilidad (a los que no le conocen, claro). Y más que un Gabinete de
Presidencia, cuenta con un equipo de productores, asesores de imagen, guionistas
brillantes y sin escrúpulos, además de a media docena de maquilladores que
camuflan las ojeras y patas de gallo que empiezan a horadar su bello rostro.
Las malas lenguas comentan que, como Marilyn Monroe, no sale a la calle sin que
le empolven pómulos y frente. También dispone de coreógrafos y diseñadores que
se ocupan de que la puesta en escena sea digna de una estrella de la gran
pantalla. Como cuando convocó a la Prensa a una declaración institucional tan
solo para anunciar el uso obligatorio de las mascarillas. No faltaba ni la
alfombra roja.
Pero el gran mérito de Pedro Sánchez no es su rítmico
bamboleo al caminar, ni su adorable sonrisa. La clave de su éxito consiste en
recitar con seguridad y convicción el guión preparado por su equipo de
propaganda. Habla de todo como si supiera de algo. En sus apariciones
institucionales, que son la mayoría, siempre propone la unidad en busca del
consenso político de los partidos, aunque luego solo pacta con los amateurs de
golpistas y los herederos de ETA, los que le han llevado a La Moncloa y los que
ahí le mantienen. Pero tiene la desfachatez de escandalizarse por el pacto del
PP y Vox en Castilla Y León. También se atreve a asegurar que ha puesto a
España en la senda del crecimiento económico, a pesar de que nuestro país está
a la cola de la recuperación en Europa y como líderes en la tasa de desempleo.
Y, lo peor, ha aprovechado impúdicamente la pandemia y, ahora, la guerra de
Ucrania para tapar sus muchos errores. Lo inaudito, sin embargo, es que muchos
le creen. De ahí, su arte escénico.
Unos productores espabilados se han fijado en esas dotes
artísticas del presidente y preparan una “docuserie” al estilo de la de la
impar “Rociíto”, pero rodada en el Palacio de La Moncloa. Se trata de colar las
cámaras en la residencia oficial y grabar minuto a minuto cómo transcurre la
vida cotidiana y hogareña de nuestro protagonista. Como un “reality” de Tele-5,
pero con Pedro Sánchez en lugar de Belén Esteban. Veremos qué desayuna, si té o
café; asistiremos a sus correteos gimnásticos por los jardines de palacio
acompañado por su simpática perrita; contemplaremos con qué concentración lee a
Joyce en su sillón favorito, como si entendiera algo. Y luego, el equipo de
grabación le perseguirá hasta el Congreso de los Diputados o el Parlamento
europeo para filmar cada gesto, cada sabia palabra que sale de su boca. El
equipo de rodaje le va a filmar durante un año entero. Sí. Un año entero,
mañana, tarde y noche. No perderán ni un detalle de su vida íntima y de sus
actuaciones políticas. El éxito está asegurado. Turbas de españoles y foráneos
harán cola en los cines o se agolparán frente al televisor para contemplar a su
estrella. No es casual, que la emisión esté prevista para 2023; esto es, poco
antes de las elecciones generales.
Pero el gran estadista, no contento con pasar a la posteridad
por protagonizar la película del siglo, se dispone ahora a hacer un tour por
Europa para convencer a sus homólogos de que posee una receta secreta para
sortear la devastación económica que se avecina por la guerra de Ucrania. Muy
secreta debe de ser, porque hasta ahora, en España no hemos disfrutado de sus
genialidades. Pero el presidente arrastrará también a las televisiones del
entero planeta para que el mundo descubra con qué desparpajo se desenvuelve en
la alta política. Eso sí, proponga lo que proponga, y aunque los presidentes
europeos se partan de la risa al escucharle, después de cada cumbre, aparecerá
en carne mortal ante los medios de comunicación, acicalado, maquillado y demás,
para lanzar a los cuatro vientos su verborrea de estadista. Porque el papel lo
borda.
España ha sufrido la primera ola de la pandemia más mortal
del mundo por culpa de la torpe y sectaria gestión de Pedro Sánchez. La
inflación se ha disparado antes de que Putin sacara un solo tanque, aunque ya
ha echado la culpa al dictador ruso. Tenemos el Gobierno más siniestro de la
democracia, con un puñado de comunistas en el Consejo de Ministros que solo
quiere proclamar la República, encarcelar a los ricos (por el mero hecho de
serlo) y a los hombres que miren de reojo a las mujeres (por hombres y por
acosadores en potencia). Y, pese a todo, Pedro Sánchez deslumbrará en las
pantallas de todo el mundo con sus rítmicos andares a lo John Wayne, con esa
cara de estadista que pone al hablar y con los muchos besos y abrazos que
intercambia con los dirigentes europeos o con su perrita. No será un buen
presidente de Gobierno. Pero guapo, a rabiar.
juanpardo15@gmail.com
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