Pablo Iglesias no admite más mentiras de Pedro Sánchez.

 



El poder es la más fuerte argamasa que se conoce para unir a partidos diferentes, a distintos planteamientos ideológicos. Frente a los que vaticinaban que la coalición PSOE-Podemos no duraría tres meses, pronosticamos algunos su prolongación. Pedro Sánchez se extasía con el poder y en él quiere permanecer. Las ministras y los ministros de Podemos no caben en sí del gozo que les produce manejar presupuestos millonarios, vivir como duques, gastar sin tino y colocar a parientes, amiguetes y paniaguados en puestos suculentos.

 

Pero todo tiene sus límites. Pablo Iglesias, que es hombre sencillo y razonador, ha explotado ante el giro sanchista en favor de Estados Unidos y en contra de Rusia. Ciertamente España forma parte de la OTAN y tiene obligaciones que cumplir, pero el aspaviento de Pedro Sánchez de movilizar una fragata y aviones de combate, sin que nadie de relieve se lo pidiera, ha irritado al antiguo líder de Podemos que amenaza con quebrar la coalición que sostiene a Pedro Sánchez porque los podemitas no solo aportan 35 escaños, sino también todos los que corresponden a los partidos antisistema, salvo tal vez los del PNV.

Conocedor de su gran potencia en el Congreso de los Diputados, Pablo Iglesias no quiere que el Gobierno se comprometa contra Rusia y, desde luego, estaría dispuesto a fracturar la coalición si Pedro Sánchez extendiera su política internacional contra China, contra Cuba o contra Venezuela.

 

Crisis anteriores fueron solo fuegos artificiales. La actual entre PSOE y Podemos, con Rusia, Ucrania y Estados Unidos al fondo, parece mucho más seria y podría desembocar en la quiebra del sanchismo. Desde hace unas semanas, Pedro Sánchez se proclama socialdemócrata. Y lo que quiere Pablo Iglesias es un Gobierno firme que supere los convencionalismos europeos.

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