Almudena Grandes, uno de los
nombres más conocidos de la literatura en español, ha muerto este sábado a los
61 años de edad, como consecuencia de un cáncer. Hace poco más de un mes la
escritora anunciaba en una de sus columnas que padecía esta enfermedad, de la
que finalmente no ha podido recuperarse. La literatura española se despide así
de una de sus más importantes figuras, por su capacidad de conectar con los
lectores, por su colmillo político y por su narrativa procomunista.
Le escuche una vez en
Granada, tierra de su marido, Luis García Montero, decir: “Ser social sin ser
de izquierdas es casi imposible”. Luis, su marido era poeta, poeta donde los
haya. Alumno aventajado de Alberti, pero un poco “demasiado” dictadorcillo y
polémico con sus propios compañeros, dijo “en Granada que la poesía lorquiana
había servido como caldo de cultivo ideológico para la poesía del fascismo. Le contestaron,
Luis, igual no te has enterado que hay más libros publicados de poesía que
lectores, tu vives de la política de los fracasados.
Almudena, para no ser menos
que su marido, siempre ponía un acento especial en sus escritos “de lo social y
de “lo comunista”. Hace unos años, igual presagiaba este trágico, por temprano,
final y decía que quería ser enterrada en el Cementerio Civil de Madrid, junto
a los suyos. Un cementerio creado a mediados del siglo XIX para albergar a
librepensadores, ateos, sindicalistas, heterodoxos, protestantes, masones,
suicidas y judíos. Es como si Almudena, tan rica en amigos en vida, quisiera
estar rodeada de amigos también en la muerte. Junto a los presidentes de la
Primera República, Estanislao Figueras, Francisco Pi y Margall y Nicolás
Salmerón. Junto a Pablo Iglesias y otros líderes políticos de la izquierda como
Julián Besteiro, Francisco Largo Caballero, Dolores Ibárruri, Marcelino
Camacho, y otros muchos con los que hubiera trabado una buena amistad, como
Francisco García Lorca, Blas de Otero, Julián Grimau, Rosario la Dinamitera y
Eduardo Benot, entre otros.
Almudena era quien mejor
escribía en narrativa pura y abierta. Su “tropezón” siempre era el mismo, ese
triste recuerdo de la guerra, donde para ella, solo murieron republicanos y
comunistas. Zapatero, precisamente, no es un vivo ejemplo del comunismo y
bastantes veces, le has enaltecido por su sociedad social.
Triste, muy triste es que
Almudena Grandes se le recuerde más por su fracaso político que por su narrativa
pura. DEP.
Comentarios
Publicar un comentario