Los mártires de la República de Cataluña y presos políticos del Reino de España, serán indultados por Pedro Sánchez, “dueño” de lo que quedará de España.
Es tal la fuerza que ejerce
la catalanista sobre el debilitado Gobierno socialista que este se verá abocado
a indultar a los presos de la República catalana y bueno es el pretexto para convocar
elecciones anticipadas (otoño) no sin antes aprobar el ansiado referéndum
catalán con pillaje y villanía antes, en la votación y después del recuento de
votos.
Pedro Sánchez es poco
inteligente, pero solo es tonto de complemento. La jugada, la estrategia que en
mi opinión nunca le saldrá ni meridianamente bien es crear varios estados en
vías de independizarse que acaudillará su socio de Gobierno, Pablo Iglesias.
No sabemos a estas alturas
-la tarde-noche del lunes 10- cómo saldrá Pablo Iglesias de su entrevista con
el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. Pero de lo que sí
tenemos constancia es de la formidable imprudencia y de la disparatada pretensión del líder de Podemos
porque, a su reiterada reclamación de que su partido entre a formar parte del
futuro gobierno, ha añadido en la mañana del lunes mayores precisiones: él
quiere ser el próximo ministro de Trabajo.
Independientemente de su insistencia en que varios de los suyos se
empotren en la estructura gubernamental, no alberguen ustedes la menor duda de
que, con esa cartera debajo del brazo, el señor Iglesias se daría por mucho más
que satisfecho en sus reivindicaciones.
El señor Iglesias
blande ante los dirigentes socialistas
sus 42 diputados como si fueran un arma de destrucción masiva pero lo único que
tiene es un puñado de petardos porque, como ha dicho muy crudamente el secretario
de Organización del PSOE y ministro de Fomento en funciones, con esos escaños
“no llegamos”. Y tiene razón, los 42 diputados de Podemos no le resuelven a
Sánchez la investidura. No sólo eso: esa coalición podría no sólo no sumar sino
incluso restar apoyos, ha dicho José
Luis Ábalos, que ha rematado con fría
crueldad: “No vamos a aceptar ese chantaje”. Porque eso exactamente es lo que
hace Iglesias con el agravante de que no tiene cartas suficientes para llevarlo
a cabo.
¿Se imaginan ustedes teniendo
como ministro del Gobierno de España a un señor que sostenga como sostiene
impávido el líder morado, que en España hay presos políticos? ¿Y que diga que
la calidad de la democracia española es deplorable? Con un planeamiento
político de esa naturaleza Pedro Sánchez no sólo firmaría automáticamente su
más profundo descrédito institucional
sino que provocaría la indignación de la mayoría de los españoles además
de meter en su propio equipo a un elemento con altísima capacidad disolvente.
Imaginemos lo que haría y diría el Pablo Iglesias ministro cuando se conozca
este otoño la sentencia del Tribunal Supremo que salvo sorpresa extraordinaria,
será una sentencia condenatoria.
Imaginemos lo que haría y
diría el Pablo Iglesias ministro cuando se conozca este otoño la sentencia del
Supremo que, salvo sorpresa, será una sentencia condenatoria
Una de dos: o Pablo Iglesias
se cambia fulminantemente de chaqueta e, imbuido del influjo institucional que
produce formar parte del Poder Ejecutivo, se cae del caballo y empieza a
predicar su fervor por la altísima calidad de nuestro sistema -que todo podría
pasar- o, por el contrario, mantiene su estilo habitual y se dedica a criticar
al Alto Tribunal, a reclamar la inmediata puesta en libertad de los
independentistas condenados y a presionar al Gobierno para, caso de que no se
admitieran sus exigencias, empujar a ese
futuro Gobierno a indultar sin falta a los reos.
Hay que ponerse en la
tesitura de imaginar que todo eso saldría de la boca de un ministro de Trabajo,
que es lo que él ha pedido ser. Pedro Sánchez no es un loco y mucho menos es un
suicida, de manera que hay que dar por hecho que las pretensiones del señor
Iglesias, que él repite sin cesar pensando que eso va a aumentar la presión
sobre el presidente, no se van a traducir en la realidad. Otra cosa resultaría
increíble, inadmisible y disparatada.
Por lo tanto, tenemos que
situarnos en el acto de la sesión de
investidura y calibrar si, llegado el momento de apretar el botón del “sí” o
del “no” los diputados de Podemos se inclinan por denegarle su apoyo a Pedro
Sánchez. Y aquí entra la amenaza esgrimida por Ábalos en el sentido de que, si
no sale la investidura ni en primera ni en segunda vuelta -y hay dos meses para
seguir intentándolo tantas veces cuanto sea menester-, habría que convocar
nuevas elecciones.
Eso, además de resultar una
intolerable tomadura de pelo a los ciudadanos españoles, es como una pistola
apuntando a la cabeza de Iglesias -y no sólo a la de Iglesias, pero ahora
estamos hablando de él- porque a nadie le puede caber ninguna duda de que, en
esas condiciones, el partido morado se quedaría en las raspas de lo que ahora
es, y eso que hoy es ya la mitad de lo que fue. A ese escenario no se puede
asomar Pablo Iglesias porque sabe que se precipita por el barranco. De manera
que lo tiene mal el aspirante a ministro de Trabajo. Como decía mi abuelo,
“aspirante a pretendiente de ayudante de escribiente” y va que chuta con eso.
Convocar nuevas elecciones,
además de resultar una intolerable tomadura de pelo a los ciudadanos, es como
una pistola apuntando a la cabeza de Iglesias
Pero de su actual situación
él es el único responsable porque con sus posiciones respecto al problema con
el independentismo catalán le han cerrado irremisiblemente las puertas de su
cielo particular, entendiendo que para él el cielo está en una silla del
Consejo de Ministros. Porque con esos
antecedentes y esa posición política no es posible integrar al líder de Podemos
en el Gobierno de España. Eso sin contar con sus pretensiones de reforma
laboral, sobre pensiones -fue el partido morado el que impidió en el último
instante el acuerdo en el Pacto de Toledo, que estuvo a punto de cerrarse en la
anterior legislatura- y en materia fiscal. Pero todo eso resultaría más
manejable en términos políticos y en el ámbito de la gestión. Lo otro no.
¿Qué pasa entonces con el PP
y sobre todo con Ciudadanos? Evidentemente la presión sobre los de Albert
Rivera va a ir en aumento en cuanto queden despejados y cerrados los pactos
para los gobiernos en las autonomías y en los ayuntamientos. El líder de Ciudadanos no puede argumentar que
con Pedro Sánchez no se puede ir ni a la vuelta de la esquina porque él ya ha
ido y lo ha publicitado con un acuerdo que ambos, Sanchez y Rivera, calificaron
en su día de “histórico”.
Si Pedro Sánchez se viera
forzado a ir rascando apoyos entre los grupos minoritarios y a negociar un
pacto en cualquier modalidad con los independentistas catalanes, pacto que no
sólo no sería gratis sino que tendría un altísimo precio; o si, por el
contrario, se viera forzado a convocar nuevas elecciones porque no le
salieran los números, sabiendo como
sabemos todos que en la mano de Ciudadanos está el evitar ambas hipótesis, ya
puede tener por seguro el señor Rivera que eso lo pagará dentro de cuatro años
o en cuanto se convocaran nuevos comicios.
De lo que suceda en Navarra,
al contrario de lo que opina José Luis Ábalos, dependen muchas cosas de la
máxima importancia
El partido naranja no ha
conseguido arrebatarle al PP el puesto de líder de la oposición, ése es un
hecho incontrovertible y que Rivera tiene que aceptar. Tiene cuatro años por delante y en ese tiempo
su papel como partido bisagra le puede proporcionar a largo plazo más fortaleza
y mayor crecimiento que el que va a obtener de su empecinamiento en ocupar el
sitio que, en su peor momento, han seguido conservando Pablo Casado y su
partido.
Ahora bien: toda esta
presión sobre Ciudadanos, que se está ejerciendo ya de manera creciente,
desaparecerá como por ensalmo si al PSOE se le ocurre admitir el engaño de
Navarra, que consiste en hacerse los longuis a propósito de la imprescindible
abstención de Bildu para que la candidata socialista María Chivite pueda
hacerse con la presidencia de la Comunidad Foral. Porque, mientras no se
desmienta el asunto, Bildu reclama que el PSN apoye la reelección de su
aspirante bildutarra, Joseba Asiron, al ayuntamiento de Pamplona. Pero, aunque
no fuera así, el simple hecho de tener que contar con la ayuda del partido
proetarra para llevar a cabo la acción del gobierno navarro descalificaría de
plano toda la estrategia de la dirección del PSOE para conseguir que Ciudadanos
permita que la investidura de Sánchez se cierre con éxito.
Etiquetas.- Presos políticos, mártires de Cataluña, Soros, Josepa, María Chivite, Pamplona, Bildu, adelanto elecciones, Bilduetarra, elecciones en Otoño,
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