Pedro Sánchez y Pablo
Iglesias, un matrimonio malavenido, pero una mala noche se ensamblaron y, justo
a los nueve meses, Pedro más guapo que Pablo ha parido mellizos, Quim y Rufián.
Pablo “el chepa” siente que su cornamenta se disloca y sin
pensarlo dos veces abandona el incoloro,
inodoro e insípido matrimonio.
Pedro, buena madre, mamá de
todos los españoles, no tiene más remedio que criar a los millones de Quim y
rufianes. Durante el parto escribió un libro, plantó varios árboles e hizo el
doctorado en decretos leyes.
Ahora, por mala madre y cómo
que puede no ser el padre de los rufianes, Pablo se tiene que enfrentar a una
votación no vehicular, como las de antes. ¿Sabéis? Esta mala madre, adúltera y
feminista ha calculado como tal, hundiendo a su indecoroso marido y valiéndose
de su poder dominante para desviar la atención de sus otros hijos que capaz
cada uno sea de un padre diferente, pero las ideas están destrozadamente
fragmentadas.
Yo y, posiblemente, tu; bajo
ningún concepto aceptaremos como madre política ni a Pedro ni a nuestra suegra.
Pero por muy infiel e inepta madre que sea, nosotros mismos le hemos comprado un
avión para que busque novio allá, mar adentro.
Esta historia no tiene el menor
asomo de crítica: nunca hubo ni habrá una madre que convoque elecciones, entre
todos sus hijos, para perderlas o sin una preparación mínima para ganarlas.
Esta historia es, por tanto, un reconocimiento al talento en la estrategia
política. Ese derroche de talento solo tropieza con dos problemas. Uno, que se
haga de forma tan descarada, que se vuelva contra la adúltera madre y mucho me
temo que está ocurriendo. Otro, que la realidad corra más que los estrategas. Y
ayer corrió más: desde el año 2013 no hubo un mes de febrero peor para el
empleo. Y esos datos son fiel reflejo de
la realidad, no de Tezanos.
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