Creo en la pena de muerte. Los terroristas e independentistas catalanes no tienen derecho ni a respirar.

Telecinco filtra una conversación de Puigdemont: “Esto se ha terminado, los nuestros nos han sacrificado”
La dimisión del terrorista Carles Puigdemont, para nada ha cambiado el panorama de inquina y odio confabulado que nos profesan esos asesinos.  Si observáis hay un sentimiento profundo con rabia contenida de repulsa hacia los españoles de bien  que provoca el deseo de producirnos un daño o que ocurra alguna desgracia tremenda.

Si tomamos como ejemplo las 120 bombonas de butano  junto a otros artilugios que matan en serie, nadie puede dudar que la obra del nacionalismo catalán. Por eso, por eso mataron a los bandoleros de la yihad.

Los catalanistas no pueden ceder posiciones de mando, pero matando a los serviles que con toda seguridad les delatarían. Matar para tapar, al objeto de sancionar al pueblo que  no tiene nada que ver con degollar al pueblo atónito.

La pena capital en los últimos años tarareada como pena de muerte se enmarca dentro de las penas corporales, ya que el castigo tiene un efecto directo sobre el cuerpo del sancionado. Como su nombre lo indica, la pena de muerte consiste en quitar la vida de la persona que, de acuerdo al juez o al pueblo –con criterio-y es considerado merecedor a ella. 

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