Agosto de 1973, en
la ciudad sueca de Estocolmo, tuvo lugar un atraco con rehenes. Jan Erik
Olsson, un presidiario de permiso entró en el banco Kreditbanken de
Norrmalmstorg, en el centro de la ciudad. Al ser alertada la policía, dos
oficiales llegaron de forma casi inmediata. El atracador hirió a uno de ellos y
mandó al segundo sentarse y cantar. Olsson había tomado cuatro rehenes y exigió
tres millones de coronas suecas, un vehículo y dos armas.
El gobierno se vio obligado
a colaborar y le concedió el llevar allí a Clarck Olofsson, amigo del
delincuente. Así comenzaron las negociaciones entre atracador y policía. Ante
la sorpresa de todos, una de los rehenes, Kristin Ehnmark, no solo mostraba su
miedo a una actuación policial que acabara en tragedia sino que llegó a
resistirse a la idea de un posible rescate. Según decía, se sentía segura.
Tras seis días de retención
y amenazas del secuestrador, de cuyo lado se puso la propia Ehnmark, la policía
decidió actuar y cuando comenzaron a gasearles, los delincuentes se rindieron.
Nadie resultó herido. Tanto Olsson como Olofsson fueron condenados y
sentenciados, aunque más tarde se retiraron los cargos contra Olofsson, que
volvería a delinquir. Jan Olsson, en cambio, tras cumplir 10 años de prisión
saldría de prisión totalmente rehabilitado y manteniendo una legión de fans.
Durante todo el proceso
judicial, los secuestrados se mostraron reticentes a testificar contra los que
habían sido sus captores y aun hoy manifiestan que se sentían más aterrados por
la policía que por los ladrones que les retuvieron durante casi una semana. El
criminólogo Nils Bejerot acuñó poco después y a consecuencia de aquel caso, el
término Síndrome de Estocolmo para referirse a rehenes que se sienten este tipo
de identificación con sus captores.
Pero el caso del banco de
Estocolmo no es el único que se ha producido. En 1974, Patricia Hearst, nieta
del magnate de la comunicación, William Randolph Hearst, fue secuestrada por el
Ejército Simbionés de Liberación (SLA). Tras donar la familia seis millones de
dólares a la organización terrorista, no se supo más de la joven. Dos meses más
tarde fue fotografiada, rifle de asalto en mano, durante un atraco del SLA a un
banco. Se había unido a la organización y cambiado su nombre por el de Tania.
El propio Bejerot expone que
este síndrome es más común en personas que han sido víctimas de algún tipo de
abuso, como rehenes, miembros de sectas, niños abusados psíquicamente, víctimas
de incesto o prisioneros de guerra o campos de concentración. La cooperación entre
el rehén o víctima y el autor se debe en gran parte a que ambos comparten el
objetivo común de salir ilesos del incidente. El nulo control sobre la
situación por parte del secuestrado le lleva, al parecer, a intentar cumplir
los deseos de sus captores que, por otro lado, se presentan como los únicos que
pueden evitar una trágica escalada de los hechos. De esta manera, se produce
una identificación de la víctima con las motivaciones del autor del delito y un
agradecimiento al captor que, en ocasiones, lleva situaciones extremas.
Y no es todo. También de fidelidad religiosa al credo bautista, y de severa austeridad aunque llovieran los millones de dólares.
Hoy, a los 101 años, mientras dormía, se apagó la vida de David Rockefeller. Quinto y último hijo de los varones –la sexta fue mujer– del matrimonio de John II y Abby Aldrich.
Nació el 12 de junio de 1915 en la mansión de sus padres: 53th West Street, Nueva York.
En la misma casa que los Rockefeller donarían para que se instalara allí el célebre Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA).
David abrió los ojos en la casa más grande de la ciudad: nueve pisos, salón de música, enfermería… y hasta canchas de squash…
Pero fue criado e instruido, no en la opulencia: en la más severa austeridad.
Porque su abuelo, David John Davison Rockefeller, fundador de la dinastía, se trazó un plan de vida tan rígido como inamovible.
De sus 97 años de vida dedicó la mitad a ser el hombre más rico del mundo, y la otra mitad a derramar su fortuna en obras filantrópicas.
Dinastía e imperio que nacieron de la mezquindad de un patrón.
El joven era empleado de una empresa cerealera.
Detalle: el abuelo obligaba a sus nietos a empezar desde abajo…
Ganaba 600 dólares por año.
Pidió aumento. Se lo negaron.
Y se vengó: creó la sociedad cerealera Clark and Rockefeller.
Y apenas iniciada… estalló el fenómeno que habría de cambiar al mundo en una doble cara: progreso y guerras.
¡El petróleo!
En poco tiempo, David llegó a tener la mayor refinería de Cleveland.
Pero abrigaba otros intereses además del dinero.
Heredó de su madre la pasión devoradora por el arte.
Y antes de sus 30 años logró tener la mayor coleción de pintura impresionista francesa… y universal.
En adelante, la Standard Oil, una compañía fundada por su padre en 1870 –primeros indicios del oro negro–, regida por David, se convirtió en un gigante.
Y el heredero no se quedó esperando, quieto, el alud de dólares. Dueño de ese botón de arranque, invirtió, con la fuerza de un titán, en ferrocarriles, bancos, compañías de seguros, acero…
Pero sin renunciar a sus genes religiosos bautistas.
No edificó mansiones en la Quinta Avenida, como los Astor, los Vanderbilt, los…
Su abuelo y su padre hicieron de su religión bautista un culto a la austeridad.
Y David creció y se formó en la filosofía de "El arte de dar", y de "Dar sabiamente".
Ganó la mayor fortuna de su tiempo, pero la redujo a la mitad en "donaciones gigantescas", como definió mucho después uno de sus biógrafos.
El
Conocido banquero
presidió durante años el Chase Manhattan Bank y fue fundador de la Comisión
Trilateral, creada en 1973 y considerada una de las organizaciones privadas más
influyentes del mundo.
Nieto del multimillonario
magnate petrolífero John D. Rockefeller, fundador de Standard Oil, David
Rockefeller será considerado el principal impulsor también del Grupo
Bilderberg, que agrupa a los magnates más importantes del mundo y que se jactan
de marcar el ritmo de la economía mundial a través de los estrechos lazos con
la banca. El carácter secreto de las conversaciones de este grupo de presión ha
avivado no pocos debates sobre su verdadero influjo en las decisiones
gubernamentales. David Rockefeller siempre fue un miembro especialmente
destacado de ese grupo de presión.
El abuelo de David
Rockefeller, John Rockefeller, está aún considerado como el estadounidense más
rico de todos los tiempos y como la persona más acaudalada de la historia
moderna, por lo que el apellido casi se ha convertido en un genérico sinónimo
popular de millonario. Al fallecido, la revista 'Forbes' le atribuye una
fortuna de 3.300 millones de dólares.
Con estudios en Harvard y
Londres y doctorado en
Ciencias Económicas por la Universidad de Chicago,
Rockefeller entró en 1942 como voluntario en el ejército y fue funcionario de
inteligencia en Argelia y ayudante del agregado militar en París donde se
licenció con el rango de capitán en 1945.
El financiero David
Rockefeller muere a los 101 años© Proporcionado por Zeta Digital S.L.U. El financiero
David Rockefeller muere a los 101 años
Al año siguiente ingresó
como gerente adjunto del departamento internacional del Chase Manhattan Bank,
una de las entidades financieras más grandes de Nueva York y en 1955 fue
nombrado vicepresidente ejecutivo, antes de pasar a ocupar la presidencia en
1961. En 1981, cuando tenía 65 años, abandonó el cargo en la entidad financiera
tras asumir la iniciativa de su expansión a escala internacional.
Como filántropo, David
Rockefeller se destacó por su apoyo a las artes y por financiar entre otros la
creación del Rockefeller Center, el Museo de Arte Moderno de Nueva York, la
Universidad Rockefeller o la construcción del World Trade Center. Además,
reunió una de las colecciones de arte más importantes del planeta con obras de
Picasso, Cezanne y Matisse.
Comentarios
Publicar un comentario