Juntos por el Sí y la CUP se
plantean adelantar las elecciones. Aprovecharían la cita electoral para colocar
junto a la urna “legal” otra para llevar a cabo la consulta independentista. La
iniciativa está sobre la mesa, y supone un problema difícil de solventar,
aunque no imposible.
La pasada legislatura,
Mariano Rajoy pudo haber hecho bastante más en esta materia. Optó por ponerse
de perfil y esperar acontecimientos, sin prever que éstos le podían superar
-como así parece estar pasando-. Ahora, sin embargo, nadie podrá acusarle de eso.
Ha “desplazado” a Soraya Sáenz de Santamaría a Barcelona para escenificar in
situ la voluntad de diálogo del Gobierno.
Sin embargo, para que
prospere el entendimiento hace falta que dos quieran entenderse y, hasta la
fecha, el único propósito -no hay ningún otro en su agenda- del nacionalismo
catalán es romper España con una consulta ilegal. Si deciden llevarla a cabo
coincidiendo con unas elecciones autonómicas, al Gobierno no le quedaría más
remedio que intervenir; algo que, por demás sería muy poco deseable. Sin
embargo, Mariano Rajoy debe estar preparado para esta contingencia y empezar ya
mismo a recabar el consenso de cuantos partidos pueda con vistas a construir
una posición común.
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